Enfrentar el desafío de revitalizar la agricultura y facilitar la transición agroecológica es una necesidad urgente. El modelo agrícola y alimentario dominante que se basa en objetivos productivistas y de corto plazo, ha provocado no solo el deterioro ambiental y la merma económica, de la alimentación y la salud, sino también impactos socioculturales negativos como la desarticulación social y la erosión de saberes locales. Esa compleja problemática plantea retos a la investigación, incluyendo la necesidad de nuevas formas de interacción con las instituciones académicas y con los diferentes actores de la sociedad, que permitan estudiar, generar y/o acompañar los modelos de transición hacia la agroecología, que sean ecológicamente robustos, económicamente viables, socialmente justos
y culturalmente apropiados. Es por ello necesario formar académicos que, a través del pensamiento de la complejidad y la investigación inter y transdisciplinaria, contribuyan a generar los cambios necesarios para incidir en el bienestar de la sociedad y el ambiente.