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Registran muerte de más de 94 mil caracoles chivita en Laguna de Bacalar en junio

  • Un promedio de 94 mil 339 ejemplares de caracol chivita murieron en la Laguna de Bacalar, entre el 1 y el 6 de junio pasado, como parte de un fenómeno probablemente asociado a las intensas lluvias de la tormenta “Cristóbal”

 

Cancún, Q. Roo.- Un promedio de 94 mil 339 ejemplares de caracol chivita murieron en la Laguna de Bacalar, entre el 1 y el 6 de junio pasado, como parte de un fenómeno probablemente asociado a las intensas lluvias de la tormenta “Cristóbal”, que provocó una gran cantidad de escurrimientos de ríos superficiales y subterráneos hacia el cuerpo de agua.

Un estudio elaborado por el Colegio de la Frontera Sur, el Instituto de Biodiversidad y Áreas Naturales Protegidas de Quintana Roo (IBANQROO) y las organizaciones Agua Clara Ciudadanos por Bacalar A.C, y Geo A.C, reveló que la precipitación pluvial que alcanzó entre 200 y 300 milímetros -según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN)- y el arrastre de la materia que los escurrimientos trajeron consigo, cambiaron las condiciones ambientales o fisicoquímicas del agua de la laguna.

 

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EL UNIVERSAL: https://www.eluniversal.com.mx/estados/registran-muerte-de-mas-de-94-mil-caracoles-chivita-en-laguna-de-bacalar-en-junio

 

Sin tierra, sin poder, sin trabajo: los obstáculos para las y los jóvenes del campo

Tania Cruz Salazar Investigadora Titular B, El Colegio de la Frontera Sur
 

Afinales del siglo XIX las políticas estatales europeas invirtieron en la educación de varias generaciones de jóvenes rurales, lo que implicó acelerar la transformación tecnológica, la construcción de escuelas agrícolas y el desarrollo de la agricultura moderna. El gol fue modernizar las estructuras productivas y educar a las y los jóvenes del momento, creando instrumentos político-económicos para que se convirtieran en agentes del cambio.

Las instantáneas de muchachas y muchachos de distintos pueblos nos relatan los desafíos del ser joven rural: la vergüenza de ser campesino, el estigma de labrar la tierra, el poco dinero ganado por trabajar con las manos y lo difícil que resulta obtener una parcela. Todas nos hablan de las formas adulto-céntricas para organizar el trabajo en el campo, del linaje patriarcal en la herencia de la tierra, la necesidad de una educación libre de sesgos urbano-céntricos y la falta de apoyo político para la formación en la autogestión.

“Caminar dos días para ir al hospital, es morir en el intento” (joven chiapaneco, 2015).

“Estar con un pantalón todo el año es bien difícil” (joven guatemalteco, 2013).

“En mi pueblo, las mujeres no podemos trabajar en el campo agrícola, solo cuidando a los niños y a los animales. A mí me gustaría poder estudiar” (joven paraguaya, 2011).

La contemporaneidad ha reforzado poderosos modelos juveniles que convocan a las y los muchachos viviendo en rancherías, ejidos, comunidades y pueblos para salir e irse a alcanzar aquello que no está en su lugar de origen. ¡Este es el reto más grande! Querer ser distinto a lo que se es y lograr enraizarse con lo que se tiene. Para las y los jóvenes de la ‘ruralidad’ el problema no está en la niñez rural que regularmente nos habla de júbilo e interacción con la naturaleza, sino en el momento crucial en que las y los chicos buscan ‘algo más’ y eso no está ahí. Esto se re-crea con las representaciones de la urbanidad, la modernidad y la/s juventudes. Cuando ‘no hay más qué hacer’ porque no hay escuelas y no hay trabajo, entonces sólo se puede buscar novio o novia, casarse, huirse o irse del pueblo. Si las nociones de desarrollo y civilización están puestas fuera de su espacio y lejos de sus ejemplos de vida, ‘sus padres’, entonces el reto es mayor.

En América Latina tenemos a campesinos organizados por la lucha de la tierra, indígenas de ruralidades distintas convencidos en que el trabajo colectivo y comunitario educa para la paz y la salud humana. Convencer a las generaciones adultas y viejas que el futuro y la mejora no están en superarlos a ellos, ni en que las y los muchachos logren cambiar su vida, estudiando, obteniendo trabajos asalariados y convirtiéndose en obreros para dejar de ser campesinos; es un gran reto.

Las y los jóvenes del Movimiento Sin Tierra (Brasil), los de la Vía Campesina (AL), los Rurales en Movimiento (Panamá), la Red de Juventud Rural (Uruguay), entre otros más, reclaman su reconocimiento como pilares de la economía familiar campesina y el goce pleno de sus derechos. Frente a la pluriactividad rural, las y los jóvenes tienen desafíos importantes ya que cuentan con pocas garantías laborales, carecen de apoyos gubernamentales mientras se les exige ser líderes y sacar adelante al campo. En ellos recae la promesa de la vida rural venciendo a la pobreza estructural.

El reto no está en la ruralidad sino en el acceso al poder y al recurso tierra para seguir habitándola y transformando la vida, lejos de los despojos, las militarizaciones, el narcotráfico, el patriarcado y la violencia. Gran parte de las y los jóvenes que viven en, por y del campo, están dispuestos a trabajar su tierra, pero pocos la tienen, esto es resultado de crisis agrarias, expropiaciones y formas patriarcales para acceder a ella. Cuando la descendencia es femenina regularmente ocurre la exclusión, las hijas generalmente no la heredan y tampoco manejan sus propios recursos. Falta promover una mayor participación de las muchachas del campo desde la libertad y la autonomía, desapegadas de los roles de género y de la edad asociadas al grupo doméstico; esto es, al cuidado de las y los otros y a la ayuda de las madres.

Las asambleas y los consejos marginan a las y los jóvenes rurales de la toma de decisiones para ordenar la vida del campo. Las estructuras regularmente son sexistas y gerontocráticas. De ahí que las y los jóvenes rurales busquen políticas de juventud que les brinden respeto y garantías. Sobre todo, insisten en una educación agroecológica, sustentable y soberana alimentariamente, con bases políticas para el desarrollo de capacidades auto-sostenibles.

Muchos trabajan desde niños (labrando la tierra, echando tortilla, cosechando cafetales, pescando en los ríos, rasurando los borregos, produciendo artesanías, tejiendo telares, cargando a hermanitos) en su adolescencia tienen ya experiencia y conocimientos al respecto ¿por qué no dignificar sus proyectos y decisiones? Si claramente son jóvenes prometedores y ¡capaces! •

 

TEXTO PUBLICADO EN EL RECIENTE NÚMERO DE LA JORNADA DEL CAMPO:

https://www.jornada.com.mx/2020/08/15/delcampo/amp/articulos/obstaculos-jovenes.html

https://issuu.com/la_jornada_del_campo/docs/suplemento_jc_155_web

 

 
 
 

La enfermedad hemorrágica viral de los conejos llega a México

Los cambios ambientales y modificaciones de la superficie terrestre alteran y modifican el equilibrio ecológico, generando cambios en la composición y distribución de poblaciones de fauna silvestre, lo que tiene efecto en la aparición o reaparición de enfermedades virales emergentes (que aparecen por primera vez en una población). Tal es el caso de la reaparición en México en abril de 2020 de la enfermedad hemorrágica viral del conejo (RHDV, por sus siglas en inglés: Rabbit Hemorrhagic Disease Virus) con la presencia del virus serotipo RHDV2 (Rabbit Hemorrhagic Disease Virus Serotype 2), en donde el comercio ilegal de conejos domésticos es también un factor determinante para su ingreso y propagación. El RHDV2 aparece tanto en especies nativas de conejos (Sylvilagus) y liebres (Lepus) silvestres, como en especies no nativas como los conejos domésticos (Oryctolagus cuniculus) que fueron originalmente traídos de Europa.

 

LEER TEXTO COMPLETO:

La enfermedad hemorrágica viral

Tomar vida: el pozol y los jóvenes de Chiapas

Morgan Jenatton / El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México y École des hautes études en sciences sociales (EHESS), Marsella, Francia

 Candelaria Hernández Meléndez  / Directora Telesecundaria, Chiapas, México

Edith Sántiz López /Docente Secundaria Técnica, Chiapas, México

Helda Morales / El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México

 

 

La industrialización de los hábitos alimenticios en México ha producido una crisis sanitaria que se puede atribuir en gran medida a un mayor consumo de azúcares simples, principalmente en forma de bebidas azucaradas. Antes de la Colonia, las cocinas mexicanas gozaban de una variedad de bebidas basadas en vegetales silvestres o cultivados que han seguido evolucionando con el tiempo. En Chiapas y Tabasco, una de estas bebidas es el pozol.

El pozol se elabora mezclando masa con agua, por lo que se puede considerar como una especie de “tortilla líquida”. Cuando los españoles llegaron, se encontraron una bebida prácticamente idéntica a la que se consume hoy. La versión no azucarada de esta bebida es altamente saludable. Las principales ventajas que presenta en comparación con los refrescos son su menor índice glucémico, su carga de probióticos y los altos niveles de nutrientes que proporciona junto a su alto aporte calórico.

La vergüenza del pozol

Sin embargo, el consumo de alimentos no industriales en México está sujeto a presiones sociales y económicas que conducen a su abandono. En este texto, maestras de secundaria, un estudiante de doctorado y una agroecóloga buscamos explorar las siguientes preguntas: ¿Cómo está cambiando el consumo de bebidas en las nuevas generaciones? ¿Son ciertas bebidas percibidas de manera distinta a otras? ¿Cómo las escuelas pueden ayudar al estudiantado a reconocer el valor de lo suyo? Trabajamos en cuatro secundarias de Chiapas, dos en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas y dos en comunidades rurales tsotsiles y tseltales.

Concebimos este trabajo como un camino que nos lleva a reflexionar sobre el mundo en que vivimos y cómo podemos imaginarlo hacia una versión mejor. Este camino inicia en la situación actual de crisis alimentaria y proponemos que podemos guiarnos hacia un mundo que vibra con vida digna y una alimentación que nos llena de fuerza y bienestar.

Empezamos con el dolor que sentimos de ver el consumo de refrescos y los daños que genera. El refresco ocasiona daños a la salud, entre ellos la diabetes, una de las principales causas de muerte en Los Altos de Chiapas. Duele también lo que escuchamos de los alumnos sobre las bebidas precoloniales: hay vergüenza de llevar pozol a la escuela. En entrevistas, las y los alumnos nos explicaron esa vergüenza.

Asocian el pozol con la vida rural e indígena. Un alumno de una comunidad tseltal dijo: “Ustedes en la ciudad no toman pozol…nosotros aquí, sí tomamos casi diario”. Cuando se les preguntó por qué pensaban que en otras partes no se toma pozol, tenían comentarios subrayando una percibida diferencia social: “Porque es comida de campesino y los campesinos somos pobres”, o que la gente de otros lugares «son más civilizados, o sea, que no les gusta tomar el pozol, prefieren lo artificial, que lo natural.”

Al contrario, los refrescos representan para ellos una bebida que forma parte de la sociedad rica y moderna. Cuando preguntamos su opinión sobre lo que toma la gente de otras partes del mundo, un alumno dijo “Tienen mucho dinero, por eso compran refrescos. El refresco representa una bebida especial. Se toma en fiestas o después de un largo día de trabajo: «El refresco es para disfrutar”. Un grupo de niños nos contó que no siempre tienen dinero para comprar alimentos, pero cuando tienen, les gusta comprarlo “el refresco por el gusto.”

Frente a esas palabras dolorosas y a la crisis alimentaria global, buscamos imaginar un camino que nos lleve a otras posibilidades. Constatamos que frecuentemente solemos enfocarnos en prohibir el consumo, o nos conformamos pensando que es algo de la modernidad. Poco éxito hemos tenido con esas actitudes. Creemos firmemente que no podemos darnos por vencidos fácilmente ante este dolor.

Los valores del pozol desde su territorio

Nos preguntamos si el menosprecio manifestado fue resultado de cómo y quién abordó el tema, ya que los estudios anteriores los hicieron gente de afuera. Propusimos que ver el valor del pozol desde su propia vivencia puede aportar soluciones distintas. Una de las autoras de nuestro texto -maestra originaria de los Altos y hablante del tseltal- tomó este enfoque, hablando de lo positivo del pozol y dejando por fuera la comparación con otra gente. Buscó darle otro significado, dando la palabra desde lo cotidiano del pozol y desde alguien del territorio, identificando los valores que los alumnos le dan, desde su pensar y sentir.

Hablando de mats’ –la palabra tseltal del pozol–, la maestra hizo a su clase varias preguntas: ¿Qué significa para ti el mats’? ¿Dónde y cuándo lo consumes? Les dijo que podían sacar su mats’ para tomarlo en cualquier momento durante las clases. Les pidió pensar la importancia del pozol en sus vidas, en sus casas. Les dijo que podían contestar y discutir en tseltal. Así surgieron numerosas perspectivas sobre lo bueno del pozol. Varios alumnos dijeron que es “muy ricoy es fuente de energía.” Que se consume en “la siembra del maíz”. Que permite “sacar el hambre” y que “contiene proteína, nutrientes, vitaminas, calcio, sodio”. Pero además que es una bebida importante para la salud, un “alimento de vida”: que sin pozol, “no podemos vivir”.

Así nos damos cuenta de la posibilidad del mats’ de ser muchas cosas. Puede ser fuente de nutrientes, de conocimientos, de saberes, de dignidad, de equidad, de raíces históricas, de fuerza, de identidad, de encuentros en familia, de tomarlo en el receso, en el salón, en la escuela, para saciar el hambre, para alimentar la salud. Puede ser dador de vitalidad.

”’Caminando hacia una alimentación de conocimiento, conciencia y dignidad ”’

Esos han sido los pasos de nuestro camino, recordando que temas como identidad, lengua, alimentación y soberanía están ahí en la gente, en las caritas de aprendizaje, en las caritas de grandes conocimientos y saberes. Detectamos que una forma de tratar el dolor de nuestras comunidades es cuestionarnos nosotros mismos y cómo estamos viviendo este asunto. Implica que nosotros -como educadores, familias, ciudadanos- tenemos que despertar y reelaborar nuestra identidad alimenticia, dándonos cuenta primero nosotros para así vivir esa transformación y trabajar con los alumnos para fomentar otros valores.

Proponemos dar importancia a este proceso de reflexión introspectiva para confrontar los problemas alimentarios. Esto puede llevarnos a estar sensibles a los matices, a leer más nuestras realidades, a generar empatía cultural. Consideramos que el currículo vigente puede tomar vida con estos temas, tan sensibles para nuestra supervivencia, y que el mats’ nos ayuda a visualizar posibilidades para reconocer y redescubrir las diferentes materias desde la identidad, y así transformar una vergüenza por consumir lo propio en un conocimiento de vida.

Puede ser que el papel de la escuela sea buscar esos puentes que permitan el redescubrimiento de lo propio desde un marco mas amplio, y así entenderlo y valorarlo más. Puede ser que no lleguemos a transformar todo, a hacer el mundo nuevo en un ciclo escolar. Puede ser poco, lo que impulsemos cada uno desde aquí y en el día a día en el aula, en el territorio. Pero la transformación empieza con nosotros, desde la práctica de la alimentación vivida.

 

Bibliografía

Jenatton, M., & Morales, H. (2019). Civilized cola and peasant pozol: Young people’s social representations of a traditional maize beverage and soft drinks within food systems of Chiapas, Mexico. Agroecology and Sustainable Food Systems, 1‑35.

 

 

TEXTO PUBLICADO EN.

LA JORNADA DEL CAMPO: https://www.jornada.com.mx/2020/06/20/delcampo/articulos/tomar-pozol.html

La respuesta está en la salud popular

Gerardo González Figueroa / El Colegio de la Frontera Sur

 

Dónde estamos

Para empezar, Chiapas es una entidad pobre, en donde la exclusión y la desigualdad son parte del panorama de la entidad. Hoy son más visibles racismo y violencia de género.

El salario promedio en San Cristóbal de Las Casas, es de 4 mil pesos mensuales y raras son las personas que tienen prestaciones.

Si bien Chiapas produce maíz, café, ganado, cacao, frutas, ya no es la riqueza que se presume, pues cada día se deterioran más las condiciones de producción. Chiapas tiene déficit, aporta menos del 2 % al PIB nacional, su crecimiento es deficitario, ocupa entre el 3º y 4º lugar en disponer de los recursos públicos de la federación… recursos, por cierto, cuyo destino no sabemos.

Hoy en el panorama de la salud-enfermedad de las zonas indígenas siguen predominando las enfermedades infecciosas: gastrointestinales y respiratorias, pero ya tenemos serios problemas que parecen una paradoja: desnutrición y malnutrición, obesidad y diabetes, hipertensión y cardiopatías.

En una publicación coordinada por el Dr. Héctor Ochoa Díaz-López, investigador de ECOSUR, nos dimos a la tarea de escribir sobre la salud en la frontera; el título de la obra es “La frontera sur de México, ¿una salud en crisis? (2018), y en ella damos cuenta de las causas o determinantes del complejo panorama de la región.

Hoy, por ejemplo, la esperanza de vida en mujeres es de 75 años; en hombres de 69, con una mortalidad infantil de 25.3 x 100 NV (con base en la información del INEGI 2010).

Otros datos que analizamos fueron los de la tuberculosis, con tasa de 24.5 por 100 mil habitantes; la mortalidad materna de 63.8 por 100 mil nacidos vivos, y en desnutrición crónica en menores de 5 años (baja talla) de 27 por ciento (datos de Ensanut 2006 y 2012 y del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades. Tuberculosis, 2011).

En lo que se refiere a diabetes, obesidad y sobrepeso, los porcentajes son: 5.6 en hombres y 7.6 por ciento en mujeres, debajo del promedio nacional que está en hombres en 9.1 y en mujeres 9.4 por ciento. En obesidad, 58% en hombres; en mujeres 67.6% debajo del promedio nacional que es 69.4 en hombres, y del 73 en mujeres.

Los determinantes sociales

Los Determinantes Sociales de la Salud son “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud. Esas circunstancias son el resultado de la distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel mundial, nacional y local, que depende a su vez de las políticas adoptadas”.

Las políticas neoliberales, que tiene como propósito la privatización de los servicios, y un presupuesto ínfimo con respecto al desafío de la situación de salud, nos han llevado a estos datos: por cada mil habitantes, Chiapas tiene 1 médico general, 0.4 médicos especialistas; 1.3 enfermeras, 0.4 camas de hospital, y 35.5 unidades de consulta externa por cada cien mil habitantes… ¿Así o más claro?

Si hay una entidad desigual y excluyente, además de racista, es Chiapas. Hay dos casos relevantes conocidos al respecto. El Hospital de las Culturas de San Cristóbal de Las Casas cuenta con 60 camas, atiende a entre 10 y 14 municipios, es decir, unas 600 mil personas. Cuando fue inaugurado, en el año 2010, por el entonces presidente Felipe Calderón, no tenía presupuesto.

El otro caso es producto del Programa de Ciudades Sustentables del ex gobernador (de triste memoria) Juan Sabines (2006-2012), quien construyó un hospital de primer mundo en una loma de Santiago el Pinar; el cual casi nadie utiliza.

Atención primaria de la salud y participación política

En el imaginario se piensa que Chiapas es una entidad pasiva, contenta con sus gobernantes o que la historia da inicio en 1994 con la aparición pública del EZLN, y sí, en parte, pero el sustento fue sin duda la lucha de diversos actores como la iglesia, las organizaciones populares, activistas, acompañantes, estudiosos de la realidad y eso amorfo que llamamos ahora sociedad civil (el colectivo anónimo).

La lucha por la tierra y la participación política lograron que se emprendieran proyectos de salud en regiones como Simojovel, donde la iglesia tuvo claro que se podría construir una teología del éxodo y la liberación. Otro ejemplo son las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) que construyeron el ejército del pueblo, prepararon sanitaristas y clínicas como las de Oventik, Morelia y una más pequeña en la región de Ocosingo, en la comunidad de Ibarra.

Proyectos como el de Nutrición en la frontera para atender a los refugiados guatemaltecos, llevaron también a la apertura de una clínica, y a mediados de la década de los años ochenta se creó la red PRODUSSEP, en la que participaron promotores, médicos y proyectos de salud. Por eso, cuando surge el conflicto y se crea la CONPAZ, los agentes de salud, tuvieron, como tienen, una actitud pro-activa en organizar y atender las emergencias.

Todo esto estuvo influido por la llamada atención primaria de la salud (APS), pero su importancia es que se ha basado en la participación y organización comunitaria, la valoración de los recursos y alternativas como la herbolaria y otras prácticas médicas y el reconocimiento de parteras. Así es como surgen organizaciones como la OMIECH, ejemplo de pequeñas organizaciones de médicos indígenas y tradicionales.

Por cada mil habitantes, chiapas tiene:

1 médico general,

0.4 médicos especialistas,

1.3 enfermeras,

0.4 camas de hospital

En plena crisis -nada nuevo en la realidad social de los pueblos-, la salud popular está en desventaja, pues los recursos se van a temas como el VHS-SIDA, mortalidad materna, derecho a la salud (en plural es más acertado: derechos), entre otros.

Es importante pensar que la APS es una primera línea de atención, para tener gente más sana; sin duda, la APS es una salida a la crisis que se nos avecina.

¿Hay caminos?

No son pocas las organizaciones que lucharon por la tierra y aportaron a la participación política amplia que ahora definen nuevos campos de acción. Uno de ellos es la nutrición, la soberanía y autosuficiencia alimentarias y en el impulso a la agroecología; en este tema la participación de las mujeres es fundamental.

En el caso de la pandemia, si bien la lucha es desigual, la experiencia de las autonomías (de nuevo, el plural), de la participación de nuevas generaciones, o sea, nuevas ideas, y la larga experiencia en las resistencias, nos permite tener la convicción de que se podrá salir adelante, como en 1994: caminando se aprende y nos liberamos.

 

 

TEXTO PUBLICADO EN:

LA JORNADA DEL CAMPO: https://www.jornada.com.mx/2020/04/19/delcampo/articulos/salud-popular.html

Participa personal de ECOSUR en atención a varamientos de un delfín y de un manatí

El 9 de julio, en la Laguna Yalahau, Quintana Roo, se encontró un delfín flotando a unos 5 km al sureste del muelle de Holbox. Se dio aviso a Morelia Montes y Alejandra del Castillo, integrantes de la Red de Atención a Varamientos de Mamíferos Marinos para las Costas del Estado de Quintana Roo (RVMMQR), quienes informaron a la Procuraduría de Protección al Ambiente de Quintana Roo e iniciaron las labores de rescate del ejemplar con ayuda de voluntarios habitantes de Holbox.

Se identificó como un delfín nariz de botella (Tursiops truncatus), macho, de 2.2 m de longitud total recta. Una vez finalizada la revisión externa y toma de medidas se procedió a su entierro en Punta Cocos. Debido a la falta de recursos humanos y equipo no se realizó la necropsia y la muerte se clasificó como indeterminada.En la coordinación para la atención del delfín participó personal de la Universidad de Quintana Roo, Dolphin Discovery, Fundación Amikoo AC-Dolphinaris, y El Colegio de la Frontera Sur.

Apoyo de voluntarios en la colecta del delfín nariz de botella (Tursiops truncatus), encontrado muerto el 9 de julio de 2020 en la Laguna Yalahau, Quintana Roo (Fotografía: Alejandra del Castillo).

Por otro lado, el viernes 24 de julio,por la mañana, se reportó un manatí muerto al 911 en la ciudad de Chetumal y se activó  el funcionamiento de la RVMMQR. El mamífero se encontró en una zona de manglar, a unos metros al sur de la Megaescultura, lugar al que acudieron voluntarios de la Red e integrantes de la Unidad de Rescate R-19 del H. Cuerpo de Bomberos de Othon P. Blanco.

El mamífero se trasladó a la Universidad de Quintana Roo (UQROO), donde se procedió a la revisión externa e interna. Se confirmó que se trataba de una hembra manatí (Trichechus manatus), de 2.7 metros de longitud total recta, en avanzado estado de descomposición. Se colectaron muestras de piel y contenido del sistema digestivo para análisis posteriores. Se enterró en el área destinada para este fin en la UQROO y la causa de muerte se clasificó como indeterminada al no encontrarse indicativos contundentes para un diagnóstico.

En la colecta, revisión y entierro del ejemplar participaron miembros de la RVMMQR, entre ellos, Jannet Padilla, técnica académica de ECOSUR.

Este es el segundo manatí muerto encontrado en Chetumal y atendido por la RVMMQR en lo que va del año 2020. La comunidad puede llamar al 911 para reportar manatíes o cualquier otro mamífero marino varado en las costas de Quintana Roo.

Hembra de manatí (Trichechus manatus) encontrada muerta el 24 de julio de 2020 cerca de la Megaescultura, en la orilla del Blvd. Bahía de Chetumal, Quintana Roo.

Martha Rojas Wiesner recibe reconocimiento del IMUMI

Martha Rojas Wiesner, investigadora del Departamento Sociedad y Cultura de ECOSUR, recibió un reconocimiento por parte del Instituto para las Mujeres en la MigraciónAC (IMUMI), en el marco de su 10 aniversario.

Fotografía: Instituto para las Mujeres en la Migración, AC (IMUMI)

IMUMI es una organización de la sociedad civil que promueve los derechos de las mujeres en la migración dentro del contexto mexicano, ya sea que vivan en comunidades de origen, estén en tránsito o residan en México o Estados Unidos.

Esta organización, de la cual Martha Rojas es integrante de su consejo directivo, reconoce los aportes de la investigadora de ECOSUR, quien ha estudiado desde hace más de 20 años las migraciones y sus investigaciones han contribuido al conocimiento de las experiencias de las mujeres en los diferentes procesos de migración y a transformar la mirada de la mujeres en la migración.

Aquí una entrevista de Martha Rojas a Ecofronteras, revista de divulgación de la ciencia de ECOSUR https://revistas.ecosur.mx/ecofronteras/index.php/eco/article/view/1722

La producción académica y otras actividades de Martha Rojas (mrojas@www.ecosur.mx)están disponibles en el siguiente enlace: https://www.ecosur.mx/ecoconsulta/personal/persona.php?id=37&nombre=Martha%20Luz%20Rojas%20Wiesner

Fotografía: María del Mar Ángeles.