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La COP 15 de la Biodiversidad en Montreal: entre el humo y la esperanza

¿Qué es lo que no ha permitido que los acuerdos en materia de cambio climático se lleven a cabo, y que de alguna manera vaticina los resultados de los acuerdos sobre biodiversidad?

Por Andrea Sáenz-Arroyo

Contribuir a restaurar la capacidad de la Tierra para mantener todas las funciones ecológicas de las que depende la sociedad se ha convertido en una agenda apremiante. Debido a la falta de atención al impacto que generan nuestras actividades económicas en la naturaleza y a todo lo que esta nos provee de forma “gratuita” hemos reducido la capacidad de los bosques para regular el clima, limitado la cantidad y velocidad con la que fluye el agua a los valles en los que se encuentran los asentamientos humanos, alterado el papel de la biodiversidad para regular procesos ecológicos que conectan paisajes, como la polinización, y afectado las funciones de la vegetación acuática y de algunos moluscos para filtrar y limpiar el agua en humedales, lo que ha reducido además la provisión de proteínas en poblaciones rurales dedicadas a la pesca.

Diciembre fue un mes alegre para los que nos dedicamos a tratar de mejorar la relación que tiene la sociedad con la Tierra, cuando se firmó el acuerdo de la Conferencia de Partes de las Naciones Unidas en Materia de Biodiversidad (COP 15) en Montreal, Canadá. En este acuerdo, las naciones firmantes se comprometieron a restaurar al menos el 30% del territorio terrestre, marino y costero y las naciones ricas en capital financiero aceptaron financiar este plan en las naciones ricas en capital natural. Parecían puras buenas noticias para cerrar el año.

La pesadumbre volvió entrando el año, cuando se anunció que la COP 16 sería presidida nada más y nada menos que por el sultán Al Jaber, el ministro de gobierno de los Emiratos Árabes Unidos, quien además dirige la compañía petrolera estatal. Como balde de agua fría nos vino el recuerdo de los años de promesas por la justicia climática que, al igual que esas historias de amores tóxicos que todos guardamos, las naciones han hecho en relación a regular la temperatura del planeta sin cumplirlas. ¿Qué es lo que no ha permitido que estos acuerdos en materia de cambio climático se lleven a cabo y que de alguna manera vaticina los resultados de los acuerdos sobre biodiversidad?

Antes de enrolarme en las filas de la academia, tuve el honor de trabajar con la sociedad civil mexicana promoviendo la conservación de los ecosistemas marinos. En una de nuestras tantas reuniones de planeación para lograr que los pequeños fondos con los que contábamos pudieran hacer cambios radicales, aprendimos una metodología que venía del manejo integral costero y que resulta clave para entender cuáles son las barreras que impiden que logremos conservar los vitales recursos de uso común como son los ríos, el océano, la biodiversidad y la propia atmósfera. Si bien todos necesitamos de su preservación para mejorar nuestra calidad de vida, casi nadie asume la parte que le toca para cuidarlos.

Esta metodología,2 que llamamos “los cuatros órdenes de resultados”, se resume de manera muy simple en la figura 1. Para recuperar ecosistemas degradados tenemos que lograr cambios de hábitos y para conseguir estos cambios de hábitos tenemos que crear primero las condiciones habilitadoras. ¿Qué son estas condiciones habilitadoras? En resumen, el conjunto de leyes, acuerdos, incentivos, mercados, políticas, rasgos culturales y presupuestos públicos, que permiten fomentar un cambio de hábitos.

Figura 1. Órdenes de resultados para lograr la conservación de los ecosistemas naturales y sus atributos (adaptado de Olsen y colaboradores, 2003).

Por poner un ejemplo simple, si la política económica fomenta cambiar ecosistemas completos por campos de monocultivo o si los gobiernos subsidian que los campesinos conviertan áreas de restauración en áreas de cultivo de árboles maderables o frutales, por más decretos de protección de reservas que hagamos y más discursos en favor del medio ambiente que digamos, seguiremos perdiendo a pasos agigantados la biodiversidad.

Mucho de esto ocurre por la tensión que tienen los gobiernos entre conservar la naturaleza o crecer económicamente, lo que nos ha llevado a nivel nacional y global a estos discursos bipolares en los que nos ponemos metas que nunca logramos o que aparentamos lograr con políticas engañosas. Por ejemplo, en el sexenio de Enrique Peña Nieto, México se lució decretando enormes áreas marinas abisales, de poca importancia ecológica, presumiendo que no solo había alcanzado la meta del acuerdo de Aichi –10% de conservación de los ecosistemas marinos bajo protección–, sino superándolo con 22% de área en conservación. 3

Una alternativa a este escenario incongruente es el pago directo por servicios ambientales en el que se identifica un mercado que demande la conservación de ciertos territorios y un proveedor de ese servicio que pueda satisfacer la demanda de ese mercado. Hay algunos ejemplos exitosos en ciudades que se comprometen a cuidar sus bosques para asegurar la provisión de agua o compañías de agua que les pagan a los pastores para restaurar la capacidad de la vegetación para mantener los manantiales. Los bonos de carbono mediante los cuales las compañías europeas les pagan a las comunidades rurales para capturar el exceso de gases de efecto invernadero es ahora un mercado emergente con enorme potencial. ¿Cuáles son las condiciones habilitadoras para que estas transacciones puedan ocurrir? Principalmente dos: legislaciones funcionales vinculantes y derechos de propiedad a fin de que los dueños de los territorios puedan optar por ofrecer esos servicios ambientales, para limpiar, capturar o prevenir desastres derivados de erosionar las funciones ecológicas de la Tierra.

El caso de los ecosistemas marinos, que son propiedad de la nación, presenta un mayor desafío porque el principal uso que les dan las sociedades costeras es la pesca. La conservación de estos ecosistemas implica prohibir la pesca a las comunidades humanas que dependen de estos recursos, muchos de ellos aún en economía informal como es el caso de México, o transferir derechos de propiedad a estas comunidades para estimular acuerdos de conservación, donde la restauración resulte un negocio más rentable que la pesca.

Es verdad que aún quedan espacios naturales remotos con pocos usuarios que podrían ser manejados por el Estado con recursos propios o de organismos internacionales, pero muchos de estos ecosistemas están profundamente conectados con los sistemas costeros que han sido degradados no solo por las actividades pesqueras, sino por el mal hábito que tenemos las sociedades humanas de utilizar los ríos y mares como nuestros basureros. Para realmente lograr una red de áreas marinas protegidas que tenga un sentido ecológico y social sería necesario incluir ecosistemas terrestres, costeros, marinos y oceánicos que cubran los hábitats usados por infinidad de especies migratorias, como los tiburones, atunes, tortugas y peces, así como los procesos tierra-océano a los que se han adaptado numerosas especies para completar sus ciclos de vida.

En un sistema económico en el que valoramos la cantidad de bienes y servicios que reciben las personas como un indicador de progreso, asegurarse de que el 30% de los ecosistemas naturales estén protegidos requiere de un engranaje en el que los derechos de propiedad para las comunidades rurales y un Estado de derecho funcional y gobiernos que rindan cuentas sean piezas clave. Estas son las condiciones habilitadoras básicas. ¿Cómo podríamos salvaguardar este inmenso territorio y cuidar todo lo que recibimos de manera gratuita del medio ambiente sin desplazar a las comunidades rurales cuyo ingreso depende directamente del uso de estos recursos naturales? Solo hay tres caminos: pagarles a las comunidades para que su nuevo trabajo sea conservar la naturaleza, despojar a sus habitantes e incrementar la brecha de marginación de estas comunidades o, la especialidad de nuestros gobernantes, hacer como que hacemos y no solucionar el problema.

Los dados están ya en el aire. ~

Andrea Sáenz-Arroyo es bióloga marina con un doctorado en economía ambiental, profesora investigadora en el Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) e investigadora invitada del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3-UNAM)

TEXTO PUBLICADO EN: https://letraslibres.com/revista/andrea-saenz-arroyo-la-cop-15-de-la-biodiversidad-en-montreal-entre-el-humo-y-la-esperanza/01/05/2023/

Altos Costos de Insumos Abre la Opción del uso de Lombrices

Dependiendo del tipo de cultivos o sistema de producción, lo importante es optar por la agricultura orgánica o ecológica, porque se trata de una alternativa donde no se utilizan fertilizantes químicos ni agroquímicos, sino lombrices.
Así lo dio a conocer Raúl Cuevas González, del grupo académico de Biotecnología Ambiental, de la Unidad Tapachula del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), quien en entrevista para rotativo EL ORBE, aseguró que la alternativa es utilizar abonos orgánicos.

LEE LA NOTA COMPLETA EN: https://elorbe.com/seccion-politica/local/2023/04/29/altos-costos-de-insumos-abre-la-opcion-del-uso-de-lombrices-2.html

La importancia de los observatorios costeros para mitigar el sargazo

Laura Carrillo, Alejandro J. Souza, Óscar Reyes Mendoza, Edgar Escalante, Miguel Ángel Gómez

Estamos en tiempos de grandes cambios, cada año se llegan a nuevos registros: temperaturas más altas, mayor número de tormentas, fríos más intensos, incremento de desarrollo e intensidad de tornados, por mencionar cambios muy evidentes en eventos atmosféricos atribuidos al cambio climático.

Los cambios en los océanos habían sido menos evidentes. Sin embargo, la respuesta de los océanos y las costas al cambio climático ya es percibida ampliamente. La variabilidad en la circulación oceánica global ya es un hecho. Como resultado hemos tenido la llegada masiva de sargazo a las costas del Caribe.

Aunque todavía se investigan las causas de estas arribazones, sabemos que se trata de un fenómeno recurrente y hay previsiones de que las llegadas aumentan.

Existe una urgencia de contar con conocimiento basado en la ciencia para la toma de decisiones y sobre todo de datos robustos que las soporten.

Además de la detección de sargazo a través de la percepción satelital o vuelos de dron, es esencial la observación de otras variables para entender mejor el fenómeno. Para generar un sistema de predicción y alerta de sargazo que esté orientada de manera efectiva la contención anticipada de su arribo, es necesario incorporar variables oceanográficas y climáticas.

Requerimos sistemas de observación que incorporen datos in situ de diferentes variables oceanográficas, atmosféricas y biogeoquímicas. Estos sistemas de observación permiten generar grandes bases de datos con información precisa, continua y sistemática. Todo esto nos permite entender la dinámica local y regional y así generar predicciones del transporte.

Las observaciones in situ, junto con herramientas satelitales y modelación numérica han probado tener un impacto importante en el desarrollo de escenarios de predicción de corto y mediano plazo en otro tipo de problemáticas como los derrames petroleros (p. ej. Proyecto del Fondo sectorial Conacyt-Sener-Hidrocarburos).

“Implementación de redes de observaciones oceanográficas (físicas, geoquímicas, ecológicas) para la generación de escenarios ante posibles contingencias relacionadas a la exploración y producción de hidrocarburos en aguas profundas del Golfo de México” ejecutado a través del Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM)).

Sin embargo, a la fecha no se cuenta con un sistema similar de observación en aguas costeras mexicanas que permita tomar las mejores acciones de mitigación ante contingencias, tales como la presencia masiva de sargazo pelágico.

Una lección aprendida durante todos estos años con el problema del sargazo en nuestras costas es que es necesario contar con un sistema de monitoreo permanente y con un mejor entendimiento de los procesos oceánicos-costeros en el Caribe mexicano.

Los sistemas de observación de los océanos y costas consisten en una diversidad de plataformas tecnológicas dedicadas al monitoreo de parámetros oceánicos, costeros y atmosféricos, que incluyen desde instrumentos que generan observaciones in situ (corrientes costeras, nivel del mar, oleaje y las principales variables meteorológicas costeras, entre otros), observaciones satelitales (altura del nivel del mar, temperatura superficial del mar, imágenes de propiedades ópticas) y modelación numérica para resolver las múltiples escalas espacio-temporales del espectro de fenómenos costeros-oceánicos.

Es aquí donde los observatorios costeros juegan un papel clave para generar información in situ de una manera sistemática y estandarizada que contribuya al entendimiento y a la atención de la afluencia masiva de sargazo pelágico en las costas.

Idealmente, los observatorios costeros deben contar con todo un arsenal de equipamiento oceanográfico instalado, estaciones meteorológicas, radares de alta frecuencia, radares marinos, videocámaras costeras y una infraestructura física y humana que lo soporte y maneje.

La información debe ser obtenida siguiendo protocolos de observación con estándares internacionales. También debe contar con una plataforma web donde los diversos usuarios puedan consultar los productos generados e información en tiempo real de diversas variables de interés.

Su diseño debe considerar las necesidades de sus usuarios en materia de datos e información, la aplicación, la atención a fenómenos de interés con expresiones locales como por ejemplo la marea marrón y cambios en la calidad de agua de los ecosistemas costeros por efecto del sargazo.

Actualmente existen dos sitios a lo largo del litoral quintanarroense, Puerto Morelos y Xcalak, donde instituciones académicas han instrumentado y generado información oceanográfica, meteorológica y biogeoquímica mediante diferentes proyectos de investigación con diversos propósitos y objetivos.

Existe ya un esfuerzo para coordinar e integrar las capacidades ya instaladas y proponer el desarrollo de observatorios costeros en el Caribe mexicano.

Por varios años, este esfuerzo ha venido gestándose regionalmente por los grupos de investigación en oceanografía, meteorología y procesos costeros de instituciones de investigación de la península de Yucatán, UNAM-ICML-Puerto Morelos, UNAM-SISAL, Ecosur y Cinvestav.

Estas instituciones han escalado las observaciones y experiencias existentes, en un esfuerzo por consolidar sinergias regionales y nacionales en las propuestas interinstitucionales y multidisciplinarias como el “Sistema de Observación y Alerta Temprana del Sargazo”, bajo una colaboración en el marco del CIGoM-Sargazo que reúne las capacidades de más de 80 científicas y científicos mexicanos altamente especializados y con amplia experiencia.

Dadas las características de infraestructura física y humana que requieren los observatorios costeros, se proponen dos sitios para empezar. Uno en el norte y otro al sur del estado de Quintana Roo, Puerto Morelos y Xcalak, respectivamente.

Ambos parques nacionales son sitios con lagunas arrecifales, pero con diferentes grados de desarrollo. Mientras que Puerto Morelos representa todo el potencial de desarrollo turístico, su cercanía con Cancún y Playa del Carmen garantiza servicios de conectividad y energía eléctrica, por otro lado se tiene el pueblo pesquero de Xcalak que representa a un sur rezagado con un difícil acceso, sin red de telefonía y con servicios de electricidad deficientes.

El Observatorio Costero de Xcalak es operativa y logísticamente un reto, pero este sitio es clave para entender la dinámica costera ya que su climatología oceánica es distinta a la de Puerto Morelos.

Se requiere financiamiento para el sostenimiento de los observatorios costeros en el largo plazo, por lo que es oportuno hacer efectivas las voluntades del momento dada la importancia económica que representa esta porción oceánico-costera mexicana.

Laura Carrillo, ECOSUR-Chetumal
Alejandro J. Souza, CINVESTAV-Mérida
Óscar Reyes Mendoza, CONACYT-ECOSUR
Édgar Escalante, UNAM-ICML-Puerto Morelos
Miguel Ángel Gómez, UNAM-ICML-Puerto Morelos

TEXTO PUBLICADO EN: https://ecologica.jornada.com.mx/2023/04/30/la-importancia-de-los-observatorios-costeros-para-mitigar-el-sargazo-6844.html

Aportes para una estrategia nacional del cuidado familiar a pacientes crónicos tras la pandemia COVID-19

  • En este proyecto se contó con la participación de 539 familias con niñas y niños de 2 a 16 años de edad, 276 familias pertenecen a la zona fronteriza de Chiapas y 263 familias a la zona centro de Tabasco

ROSARIO GARCÍA MIRANDA * Y CÉSAR A. IRECTA NÁJERA

En el marco del día de la niñez que celebramos en México el 30 de abril, queremos referirnos a una investigación que actualmente estamos desarrollando en El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) a partir de los hallazgos reportados por el proyecto Factores asociados a las dislipidemias en población infantil de las regiones fronteriza de Chiapas y centro de Tabasco, CONACYT (APN2016-2607), llevado a cabo de 2018 al 2021 y que da cuenta de algunos problemas de salud que enfrenta la población infantil en dos entidades del sur-sureste de México.

En este proyecto se contó con la participación de 539 familias con niñas y niños de 2 a 16 años de edad, 276 familias pertenecen a la zona fronteriza de Chiapas y 263 familias a la zona centro de Tabasco. A todas las niñas y niños participantes se les realizaron diferentes evaluaciones de salud y se encontró que más del 50% presentaban problemas de sobrepeso y obesidad, y que de estos, el 49% tenía alteraciones en sus niveles de triglicéridos.

Por otro lado, en 2018, el INEGI reportó que a escala nacional 38.4% de la población de 12 a 19 años de edad sufre de sobrepeso y obesidad, porcentaje más alto para las mujeres (41.1%) que para los hombres (35.8%). Muchos de los cuales son candidatos, en un futuro cada vez más cercano, a padecer diabetes, una de las enfermedades crónicas no transmisibles más comunes. Lo anterior, dado que, entre otras relaciones causales, el riesgo de ser diábetico es hasta tres veces mayor en las personas con obesidad.

¿Quién se encarga del cuidado de las niñas y niños con enfermedades?

El cuidado de las personas que padecen alguna enfermedad implica una serie de actividades en torno a la gestión de recursos para mantener la vida y la salud de quienes se cuida.

El Estado representa el garante del bienestar de la población que lo conforma y tiene el rol fundamental de articular las políticas, mediante acciones públicas referidas a la organización social y económica para garantizar el bienestar físico y emocional cotidiano de las personas afectadas por alguna enfermedad crónica y con algún nivel de dependencia.

La necesidad del cuidado no puede esperar a que haya condiciones ideales, los cuidados deben continuar durante y a lo largo de una crisis y, por muy desafiante que parezca, también en medio de crisis humanitarias y de salud pública, como la pandemia de COVID-19, que aumentó, en lugares con una fragilidad preexistente, las vulnerabilidades y agregó nuevos factores estresantes y desafíos para las personas cuidadoras.

Cuidadores no profesionales de pacientes crónicos

En el caso de los trastornos crónicos en México, como en la mayoría de los países, la importancia de la participación de la familia es fundamental para el éxito de las intervenciones y de la atención y gestión de la enfermedad.

Nuestro país carece de un sistema integral de cuidados para los grupos dependientes, por lo que son atendidos por personas de sus familias y principalmente por mujeres, quienes no reciben remuneración alguna y cuentan escasos o nulos apoyos gubernamentales. De esta manera, los familiares se convierten en cuidadores no profesionales.

Por cada enfermo o enferma crónico siempre habrá una cuidadora o cuidador familiar y el trabajo de cuidados que reciba marcará su devenir.

Hacia una estrategia nacional del sistema de cuidados no profesionales de pacientes crónicos

A partir de lo señalado vemos la necesidad de que en México se cuente con una estrategia nacional del sistema de cuidados no profesionales.

En la investigación que realizamos actualmente, tomamos como base a las familias de las niñas y niños con problemas de sobrepeso y obesidad que participaron en el proyecto antes referido e identificamos a sus cuidadores familiares. Los resultados arrojaron que mayoritariamente son madres y padres, aunque también abuelas, tías y otras personas las que ejercen la labor del cuidado sin percibir remuneración económica.

Durante la primera fase del nuevo proyecto realizamos narrativas con 12 familias y 22 entrevistas en líneas con las personas cuidadoras de los participantes del estudio previo en Chiapas.

Nuestro objetivo general es aportar conocimiento sobre los procesos y necesidades en el cuidado de pacientes crónicos menores de edad derechohabientes del ISSSTE con enfermedades crónicas no transmisibles con base en las experiencias de sus cuidadores no profesionales para incidir en el desarrollo de un sistema nacional de cuidados.

Con la información recopilada a partir de las experiencias de las personas cuidadoras familiares haremos aportes empíricos que abonen al desarrollo y formulación de una estrategia nacional del sistema de cuidados no profesionales en México. Igualmente apuntamos a que toda la evidencia recopilada en los trabajos de investigación que realizamos coadyuve a mejorar y hacer más eficaces las estrategias de comunicación en salud y movilización del conocimiento y contribuya al bienestar de la población, particularmente de las familias con menores con enfermedades crónicas no transmisibles.

En el equipo de investigación participamos Rosario García Miranda, postdoctorante del Departamento de Salud de ECOSUR, Dr. César Irecta, investigador del Departamento de Salud de ECOSUR; Armando Contreras, director del Hospital ISSSTE Comitán; Paola Cruz, doctoranda de ECOSUR y Héctor Ochoa, investigador del Departamento de Salud de ECOSUR.

* Posdoctorante del Departamento de Salud de ECOSUR

** Investigador del Departamento de Salud de ECOSUR

TEXTO PUBLICADO EN https://www.cronica.com.mx/academia/aportes-estrategia-nacional-cuidado-familiar-pacientes-cronicos-pandemia-covid-19.html?fbclid=IwAR0fcQ6PXkqy00QZDy68aqsL-STMypXWDL-tCKOpLhthUMFsgCn0pd_8e_o