Una investigación realizada en el sureste de México, y cuyos resultados se publicaron en Biological Conservation, documentó que en las parcelas en donde se usan sistemas agrícolas tradicionales, y que están rodeadas de paisajes forestales, se mantiene la diversidad de abejas silvestres.
En la Península de Yucatán, sin embargo, se expande la agricultura intensiva que, de acuerdo con las evidencias del estudio, pone en riesgo a por lo menos la mitad de las especies de abejas que existen en la región.
¿Cuántas especies de abejas conoces? Tan solo en la Península de Yucatán, en el sureste de México, es posible encontrar 200 diferentes tipos de abejas. La mayoría son solitarias, otras forman colonias por temporadas. Algunas hacen sus nidos bajo el suelo. Hay otras que no tienen aguijón y también aquellas que no producen miel. Esta diversidad corre el riesgo de perderse si continúa la expansión de la agricultura intensiva.
Un estudio realizado en el municipio de Hopelchén, Campeche, y cuyos resultados se publicaron en agosto pasado en Biological Conservation —una de las revistas científicas con mayor prestigio en temas de conservación de la biodiversidad— aporta más elementos para señalar que los sistemas agrícolas intensivos, aquellos que apuestan por un solo cultivo y que dependen del uso de agroquímicos, son un gran riesgo para los polinizadores y, en especial, para garantizar el futuro de muchas especies de abejas y, por lo tanto, de la biodiversidad del planeta.
Otros estudios realizados en climas templados —Estados Unidos y Europa— ya habían alertado de los impactos de la agricultura intensiva en los polinizadores. La investigación realizada en Hopelchén, Campeche, es una de las primeras que se realiza en el trópico, región que cuenta con una gran diversidad de abejas silvestres. Tan solo en México se calcula que existen más de 2000 especies.
El 22 de enero se realizó un encuentro entre personal directivo de la Unidad Villahermosa de ECOSUR y de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH-subsede Reforma) con el propósito de sentar las bases para el trabajo interinstitucional y el intercambio de experiencias.
Durante el encuentro, se expusieron las principales necesidades y fortalezas de ambas instituciones, con lo que se lograron identificar los intereses comunes que darán paso a la coordinación de actividades de manera conjunta.
Se propuso realizar a corto plazo, un foro para que investigadoras e investigadores de ECOSUR presenten a la comunidad de estudiantil y docente de la Facultad de Ingeniería de la UNICACH-subsede Reforma los proyectos de investigación que actualmente realiza el Colegio en Tabasco. Asimismo, se acordó realizar más adelante la asistencia de personal académico y estudiantes de la Universidad al Foro “ECOSUR con Instituciones de Educación Superior (ECOSUR-IES). Un espacio cercano de investigadores y estudiantes”.
En la reunión participaron por ECOSUR: Everardo Barba Macías, coordinador general académico; Rodimiro Ramos Reyes, coordinador de la Unidad Villahermosa de ECOSUR; y Armando Hernández de la Cruz, técnico académico del Departamento Sociedad y Cultura; por parte de la UNICACH, Efraín Roblero Méndez, coordinador de la Facultad de Ingeniería Ambiental y personal académico de la misma.
Nuestro país es reconocido mundialmente por poseer una gran diversidad de humedales —nombre con que se reconoce a los estuarios, las ciénagas, los pantanos, las lagunas, las rías, marismas, los manglares— y es uno de los 154 países que han firmado la Convención Ramsar, relativa a los humedales de importancia internacional especialmente como hábitat de aves acuáticas.
En dicha Convención, México tiene inscritos 142 humedales de importancia internacional, también denominados sitios Ramsar, con lo que ocupa el segundo lugar con más humedales en esta categoría, los cuales ocupan una superficie de 8,657,057 hectáreas. Sin embargo, la superficie real que abarcan estos ecosistemas es mayor, ya que existen humedales que no han sido designados como Ramsar, y todos son fundamentales para el funcionamiento ecológico, económico y social del país, pero también de nuestra vida diaria.
Árbol de apompo, selva inundable de Cienága del Fuerte, Tecolutla, Veracruz-. / Crédito: Dulce Infante.
Los humedales se caracterizan por poseer un suelo rico en microorganismos que le dan potencial para filtrar y limpiar el agua, y alimentar el manto freático de donde se saca el agua de nuestros pozos, pues se mantienen inundados gran parte del año, además de ser el hábitat de cientos de especies de plantas y animales que están adaptados para vivir en condiciones de inundación.
Podemos encontrar humedales a lo largo de las costas, las montañas, los lagos y las planicies de inundación; algunos ejemplos de los sitios Ramsar que se encuentran en zonas áridas son las pozas transparentes de Cuatro Ciénegas en Coahuila, la Laguna Balandra y los Oasis de la Sierra de la Giganta en Baja California; en zonas lluviosas están los manglares de La Encrucijada en Chiapas, los Pantanos de Centla en Tabasco y La Popotera de Alvarado en Veracruz; asimismo, el Parque Nacional Arrecife de Cozumel, el Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos en Quintana Roo, y los cenotes de Yucatán. Como sabemos, todos son totalmente diferentes entre sí, pues la lluvia, la temperatura, los suelos y otros factores los hacen únicos y determinan las especies de plantas y animales que los habitan.
Lagunas interdunarias, Veracruz / Crédito: J. Acosta-Velázquez.
Los humedales nos aportan grandes beneficios, tantos que no podríamos vivir sin ellos. El principal es el agua dulce, indispensable para nuestra existencia y la de plantas y animales; ¿te imaginas?, sin este líquido no tendríamos cultivos, ciudades, ni industria; de ellos, además obtenemos alimentos como el arroz y materiales como madera y leña, por mencionar algunos y valiosos servicios ambientales, como su capacidad para almacenar agua dulce y filtrarla lentamente, limpiándola y alimentando el manto freático; otros consisten en almacenar carbono, con lo que ayudan a reducir la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, y su capacidad para amortiguar inundaciones en zonas aledañas a las ciudades. Por su parte, los manglares y los arrecifes de coral tienen el potencial de proteger a la zona costera de fuertes vientos y marejadas originadas por huracanes; los humedales también son áreas de reproducción y alimentación de peces, cocodrilos y aves residentes y migratorias.
Manglares de la Laguna Corralero, Oaxaca / Crédito: J. Acosta-Velázquez.
En las últimas décadas, estos ecosistemas han sido muy impactados por las actividades humanas; se estima que más de 50 por ciento de los humedales mexicanos han desaparecido y que el resto están sometidos a fuertes presiones que los degradan cada día más. Entre los más afectados se encuentran los humedales de agua dulce que han sido transformados en potreros inundables, los humedales ribereños que han desaparecido por canalizaciones de los ríos, incendios, talas y cultivos, y las selvas inundables que han sido transformadas en áreas de cultivo.
Existen leyes para cuidar a los humedales; la más conocida es la que busca salvaguardar los manglares, el humedal más protegido en nuestro país, tal vez porque se distribuyen en la mayor parte de las costas de México, donde enriquecen las lagunas y dan refugio a los peces. Sin embargo, la necesidad y esfuerzos de protección se deben de extender a otros humedales como las selvas inundables que tienen una distribución restringida en los estados del sureste y en pequeñas áreas costeras con presencia de agua dulce. Dichas selvas son el hábitat de especies emblemáticas como el apompo o zapote reventador, el corcho y el palo de tinto, cuyas poblaciones están en riesgo de desaparecer, ya que solo se mantienen manchones aislados y la mayoría de ellos no tiene el tamaño mínimo para ser considerados en los inventarios forestales nacionales, por lo que cada vez son menos visibles.
Manglares de Marismas Nacionales, Nayarit. / Crédito: J. Acosta-Velázquez.
Para que los humedales se mantengan en buenas condiciones, a la ciudadanía nos toca respetar su espacio, su agua, su diversidad y considerar igual de importante un humedal arbóreo que un humedal herbáceo natural. Es necesario recuperar los humedales que han sido modificados y darles una alternativa productiva más compatible con su conservación como puede ser el ecoturismo. Es muy importante que las comunidades y ciudades que están establecidas cerca de humedales comiencen a apropiarse de ellos y cuidarlos, reconociendo el inigualable valor que tienen los servicios ambientales que ofrecen.
El 2 de febrero, día internacional de los humedales, es una oportunidad para realizar actividades educativas y recreativas recordando el lema de esta celebración para 2020 “Humedales para un futuro urbano sostenible”, lo cual solo será posible si los conservamos y tomamos conciencia de su gran valor, no únicamente para el futuro, sino en el presente, también.
Planicie de inundación con manglares, selvas inundables y popales, Veracruz. / Crédito: J. Acosta-Velázquez.
Clement Sankat, presidente de la Universidad de Belice (UB), acompañado de un equipo de académicas y académicos de dicha institución, y Agustín Maciel Padilla, de la Embajada de México en Belice (EMBAMEX), visitaron la Unidad Chetumal de ECOSUR, el pasado 24 de enero, con el objetivo de identificar oportunidades de colaboración en materia de investigación, posgrado y formación de recursos humanos.
Carmen Pozo de la Tijera, directora general de ECOSUR, dio la bienvenida a las personas visitantes y realizó una presentación del quehacer del Colegio enfatizando la importancia que tiene para ECOSUR la colaboración con otras instituciones en el marco de su misión de contribuir al desarrollo sustentable de la frontera sur de México, Centroamérica y el Caribe.
Felipe Eloy Sosa Cordero, coordinador de la Unidad Chetumal, Clement Sankat de la UB y Agustín Maciel Padilla de la EMBAMEX, expusieron los motivos de este acercamiento, en el que personal académico de la UB y de ECOSUR hicieron una presentación de sus áreas y proyectos de investigación.
Uno de los acuerdos del encuentro es que se trabajará en la actualización de un memorándum de entendimiento para la colaboración entre ambas instituciones, en lo cual la EMBAMEX ha jugado un papel clave. Asimismo se planteó elaborar un programa de intercambio de seminarios para el fortalecimiento de capacidades y otro para la movilidad de estudiantes de pregrado y posgrado. Respecto a la investigación se mencionó que se pueden realizar proyectos conjuntos en temas como el monitoreo de ambientes terrestres y acuáticos de ambos países, la estandarización de métodos en análisis de contaminantes, la langosta, muestreos e identificación de larvas de peces, migración, selva maya y la transferencia tecnológica de software desarrollada en la Estación para la Recepción de Información Satelital (ERIS), entre otros. En relación con la formación de recursos humanos, se mencionó la posibilidad de desarrollar tesis conjuntas, para lo que la UB buscará una estrategia para la captación de estudiantes de pregrado y se expuso la idea de desarrollar un programa de posgrado conjunto, basado en los programas que tiene ECOSUR.
La presentación de áreas y proyectos académicos por parte de la UB la realizó Leandra Cho-Ricketts, directora de Ciencias Marinas del Instituto de Investigaciones Ambientales, y Abel Carrias de la Facultad de Ciencias y Tecnología. Por parte de ECOSUR participaron Gabriela Pérez López del grupo de Interacción, Adaptación y Biodiversidad; Héctor Hernández Arana de Estructura y Función del Bentos; Eduardo Suárez Morales de Zooplancton y Oceanografía; Pedro Macario Mendoza de Agroecología; Amalia Gracia de Procesos Culturales y Construcción Social; Martha García Ortega de Estudios de Migración y Procesos Transfronterizos; Hugo Lazcano Hernández y Javier Arellano Verdejo de la Estación para la Recepción de Información Satelital (ERIS); Ana Minerva Arce Ibarra de Sistemática, Ecología y Manejo de Recursos Acuáticos; y Salima Machkour M´Rabet, coordinadora de posgrado. Al término de las presentaciones las personas visitantes hicieron un recorrido las instalaciones de la antena ERIS y el Laboratorio de Códigos de Barras de la Vida.
Por Enrique Escobedo Cabrera, Eloy Sosa Cordero y Minerva Arce
Se analizará el impacto del Cambio Climático, la migración y la pérdida de biodiversidad en la producción de alimentos, entre otros temas, dice Rémy Vandame. Se realizará del 8 al 13 de junio.
El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur-Conacyt) será sede del primer Simposio Internacional de Comercio Justo (FTIS por sus siglas en inglés) que se celebra en América Latina. Del 8 al 13 de junio se realizará la séptima edición de este encuentro académico que se ha realizado seis veces desde 2002 y en el que se reúnen a agrónomos, biólogos, antropólogos, economistas y campesinos para analizar prácticas éticas que beneficien a los productores de alimentos y a su entorno biológico y social. Hasta ahora, el Simposio sólo se había realizado en Europa y en Canadá.
El investigador Rémy Vandame, del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente, de Ecosur, explicó a Crónica que el encuentro académico abordará temas como el impacto del Cambio Climático, la migración y la pérdida de biodiversidad en la producción de alimentos, así como la función del comercio justo para mitigar o reparar estos problemas que enfrenta la humanidad.
El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) alertó que el proceso conocido como acidificación de los océanos representa un nuevo peligro para los sistemas de coral en los litorales de Quintana Roo.
Se trata, en consecuencia, de una amenaza adicional al blanqueamiento coralino, que es considerado actualmente la principal preocupación.
De acuerdo con la integrante del Departamento de Sistemática y Ecología Acuática de ECOSUR, se trata nuevo factor de riesgo a esta especie.
Joana Maldonado
Foto: Captura de pantalla
La Jornada Maya
Chetumal, Quintana Roo
Domingo 26 de enero, 2020
Hay microplásticos incorporados a la cadena alimenticia debido a la alta producción de este tipo de material en todo el mundo, alertó Mariana Callejas Jiménez, del Departamento de Sistemática y Ecología Acuática del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur).
En el marco del tercer Foro de Educación Ambiental que se realizó el pasado viernes, la académica e investigadora de Ecosur presentó una ponencia sobre salud en los océanos enfocado al manejo de plásticos y acidificación de océanos.
En cuanto a los plásticos, la especialista indicó que no importa si los plásticos se generan o no en las regiones, porque la cantidad que hay por las corrientes marítimas es enorme. En este sentido, apuntó que es casi un hecho que los humanos consumimos plástico por el uso desmedido que existe en todo el planeta.
El 21 de enero, la biblioteca de la Unidad Villahermosa recibió el libro La Biodiversidad en Tabasco: estudio de estado, por parte del Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Tabasco (CCYTET), el cual fue editado por la CONABIO y el gobierno del Estado de Tabasco, como parte de una estrategia nacional en respuesta al Convenio sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas en el que participa México.
La obra está integrada por tres tomos cuyos ejes temáticos son el Estado, su biodiversidad y las tendencias de cambio, y mecanismos de conservación. En el primero se describen aspectos físicos, socioeconómicos, jurídicos e institucionales y el uso tradicional de la diversidad biológica; en el segundo se presenta la diversidad de ecosistemas, de especies y genética; y en el tercer volumen se encuentra información sobre algunos de los factores que alteran o presionan la riqueza natural del Estado, experiencias de conservación y usos sustentable, instrumentos y políticas públicas de conservación, y asimismo, plantea elementos para la definición de estrategias de conservación en el Tabasco.
En la obra participaron más de 10 autores de ECOSUR —personal de investigación, personal técnico académico y estudiantes— de las unidades Villahermosa y Campeche. Se encuentra disponible para físicamente en las bibliotecas de las unidades antes mencionadas y para su consulta digital en el siguiente enlace: https://bibliotecasibe.ecosur.mx/sibe/book/000037092
Cuando hablamos del aprovechamiento sostenible del mar, conviene dejar ir muchos de los referentes espaciales que aprendimos en tierra. En las aguas de los océanos, mares, bahías y lagunas, las tres dimensiones del espacio —frente, lado y (sobre todo) arriba— adquieren una significancia vital. Los sucesos ecológicos que acontecen en el agua dependen íntimamente de la capacidad que tiene este elemento de la naturaleza para conectar todo lo que está a su alrededor.
Esta tridimensionalidad tiene profundas implicaciones para el desarrollo de las actividades del ser humano, una de las más importantes es que el mar puede ser aprovechado al mismo tiempo de múltiples maneras. Éste es el caso de los recursos naturales de las costas de México, que se usan con fines turísticos, pesqueros, de conservación y para obtener hidrocarburos. Varias de estas actividades aprovechan incluso un mismo recurso, en algunos lugares hay conservación y turismo, en otras se protege o aprovecha un mismo paisaje marino e incluso existen casos en los que dos flotas pesqueras capturan las mismas especies. En el Golfo de México, especialmente las costas de Tabasco y Campeche son un ejemplo en el que coinciden dos fuentes de recursos elementales para el desarrollo del ser humano del siglo XXI: energía y alimento.
Los hidrocarburos y la pesca presentan una decreciente producción que agudiza la crisis económica en los estados costeros antes mencionados. Si bien ambas actividades enfrentan enormes retos compartidos, como la seguridad en el mar, el clima y el estado saludable de los ecosistemas, también presentan un entramado de historias de competencia-cooperación de las que se tiene que aprender mucho.
Los desafíos son tan complejos que cualquier ejercicio de planeación debe iniciar con los pies bien puestos en el mar. Por ello, un grupo de académicos de instituciones como ECOSUR, la Universidad Autónoma de Baja California, el Instituto Tecnológico Superior de Centla, la Universidad del Mar y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, conformamos un equipo multidisciplinario para desarrollar el proyecto de investigación “Pesca y petróleo: línea base para el uso compartido de los espacios marinos en la costa de Tabasco”, con el cual buscamos incidir para que disminuyan las tensiones y conflictos entre ambos sectores y propiciar procesos de coordinación y consenso para la coexistencia de estas dos actividades a largo plazo.
No es un secreto que en todas las áreas marinas sujetas a la explotación de hidrocarburos es complicado el desarrollo de otras actividades. Su impacto por la exploración sísmica, la exclusión de zonas de pesca alrededor de las plataformas y tuberías, y la contaminación son algunas de las grandes preocupaciones de los pescadores en México y en el mundo, así que sobra decir que no es fácil alcanzar la convivencia de dos actividades que comparten el espacio marítimo.
Después de platicar con diversos actores, entre ellos, los pescadores, identificamos que, entre otros asuntos, las relaciones entre éstos y el personal asociado a la extracción de petróleo han sido tejidas a lo largo de décadas y oscilan entre la formalidad y la informalidad, así como entre el encuentro y el desencuentro.
En esta compleja red de gobernanza, con más 50 actores sociales, las “reglas del juego” son desiguales. Los pescadores, el sector más vulnerable, permanecen con un “sentimiento de abandono”, pues trabajan en un ambiente cada vez más inseguro y se sienten excluidos. Aunque cuentan con apoyos económicos para compensar los impactos de la industria petrolera, éstos son otorgados sin considerar su opinión, su vocación por el mar y sin visión de largo plazo.
Con el proyecto enfatizamos que para generar una disposición para acatar los acuerdos se debe incluir a todas las partes involucradas, desde los sectores de las industrias del petróleo y de la pesca hasta las autoridades en sus tres niveles de gobierno. Es crucial que participen los tomadores de decisiones del más alto nivel; entre ellos, las secretarías de estado, como la del Medio Ambiente y Marina. Por más intuitivo que parezca, las resoluciones que permitan la viabilidad de la coexistencia de ambas actividades empiezan por la voluntad y el compromiso de ambos sectores.
Es entonces cuando actores como la sociedad civil organizada y la academia pueden participar activamente y no sólo en casos de urgencia, como suele suceder. El rol de mediadores es vital pues aportan nuevas visiones y marcos de referencia a los diálogos en que se busca superar conflictos. Más allá de buscar participación social y de generar continuamente información oportuna, sociedad y academia pueden favorecer que las negociaciones ocurran en las mejores condiciones.
También se requiere generar planes de acción conjunta que incluyan metas a corto, mediano y largo plazo, así como estrategias para reunir y brindar información pertinente para la toma de decisiones y su transparencia. Intercambiar información es fundamental para desarrollar estrategias conjuntas de contingencia y actuar de manera oportuna ante los peores escenarios posibles como un gran derrame de petróleo y para el monitoreo permanente del impacto socioeconómico de la industria del petróleo en las comunidades locales.
La transparencia también es indispensable en los esquemas de compensaciones que surjan para atender los impactos sociales y ambientales que la industria del petróleo pueda ocasionar en las costas del país; al evitar situaciones de opacidad y apostar a valores en común se pueden superar las tensiones. Una muestra es que en el mar apoyar a quién está en problemas es una regla de oro, independientemente de su actividad, el mar es tan impredecible que un marino nunca sabe cuándo necesitará de alguien, por eso siempre hay que estar dispuesto a ayudar.
Si las condiciones están dadas, el uso de estos espacios para obtener alimento y energía puede apoyarse efectivamente en los instrumentos diseñados para regir esta coexistencia, como el Ordenamiento Ecológico Marino del Golfo de México, el cual busca propiciar el desarrollo sostenible de la región a través del uso más propicio (vocación) para cada ambiente marino, y los Comités Consultivos para el Manejo Pesquero, que son otro ejemplo de coordinación sectorial en los que mediante la participación activa de diferentes actores se toman decisiones conjuntas para el aprovechamiento, la gestión y la regulación de los recursos pesqueros, buscando tener un manejo responsable de las pesquerías.
Encontrar armonía entre la agenda energética y la alimenticia es un requerimiento de la sociedad moderna para conservar, usar y disfrutar de los servicios que provee el mar, de ella dependen múltiples empleos y, en gran parte, la conservación de los recursos marinos de esta parte de los mares mexicanos.
Los hidrocarburos y la pesca presentan una decreciente producción que agudiza la crisis económica en Tabasco y Campeche.
*Alejandro Espinoza Tenorio (aespinoza@www.ecosur.mx) y Dora E. Ramos Muñoz (dramos@www.ecosur.mx). Investigadores de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), Unidad Campeche y Unidad Villahermosa, respectivamente.