El café robusta es una variedad que en la región Soconusco y en Chiapas se ha sembrado con mayor extensión en los recientes años, Sin embargo investigadores del Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) alertan sobre una nueva plaga para esta variedad de la aromático grano.
Se trata de un microorganismo que se aloja en las ramas de las plantaciones, Y al final seca toda la planta; se trata de una especie de un escarabajo llamado Xylosandrus compactus o talador negro, se detectó ya en algunos estados como Puebla, Veracruz y Oaxaca, dio a conocer el investigador de Ecosur Juan Francisco Barrera.
Entre algunas recomendaciones que emiten es evitar el ingreso de material infestado a las plantaciones, así como realizar podas de mantenimiento, acumular las ramas cortadas y quemarlas, hacer la quema con todas las medidas preventivas.
Actualmente también se realizan trampas para la captura de la tradicional broca del café, misma que también pudiera atrapar a esta especie, denominada talador negro.
Es importante que los productores de café robusta, si van a comprar plantaciones en otros estados como Oaxaca Puebla o Veracruz en este momento lo hagan bajo la supervisión de medios oficiales como el propio Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) para evitar el ingreso de plantas infectadas.
Los alacranes suelen ser una especie de arácnido que la gente teme, sin embargo, ésta puede contribuir para controlar a las cucarachas, por lo cual cumple un papel importante dentro del ecosistema, informó César Raciel Lucio Palacio, biólogo especializado en arácnidos.
El alacrán negro, en particular, es una especie nativa de la Península de Yucatán, aunque también está presente en otras zonas de la República Mexicana y el mundo, viviendo cerca de las personas. “Ha sido transportada a África, Europa y se le considera introducida en lugares como Florida”, dijo.
Foto: Jorge Armín Escalante Pasos
Llegan a medir hasta 15 centímetros de largo, tienen color homogéneo de color negro con azul o rojizo, con pinzas delgadas.
Detalló que los alacranes son arácnidos, tienen ocho patas y extremidades, en este caso, pinzas y existen alrededor de 2 mil 700 especies distintas en todo el mundo, tan solo en México se conocen 310 tipos y es en donde hay mayor cantidad.
Foto: Paul Prior
Esta especie, apuntó, funge la función como depredadores de bichos y otros arácnidos “al vivir cerca de las casas, son adversarios, enemigos de insectos como las cucarachas”
Resaltó que las cucarachas están relacionadas con el asma y otras problemáticas debido a que invaden en los hogares y los alacranes logran controlarlas, mientras que con los alacranes lo único que hay que hacer para evitarlos al interior es tener miriñaques y realizar limpiezas profundas cada cuatro o seis meses.
En el patio, dijo, únicamente es necesario realizar el chapeo con guantes para evitar picaduras, así como realizar la reubicación si el alacrán es muy grande, transportándolo con un recogedor y una escoba hacia un sitio baldío.
Foto: Ricard Busquets Reverte
“Son animales que presentan un riesgo de una picadura dolorosa, pero si sabemos convivir con ellos nos ofrecen ciertos beneficios a cambio como controlar las cucarachas, garrapatas y pulgas que nos pueden ocasionar problemáticas peores que una picadura de unas horas”.
Detalló que la especie no se encuentra en peligro de extinción gracias a su adaptación siempre y cuando haya calor y comida, pero “nos puede servir como un termómetro”, pues mira que si hay deforestación los alacranes llegarán a los hogares.
“Es posible tener en los poblados, en las ciudades, áreas verdes en donde estén esos alacranes, en donde estén formando una barrera de protección contra las cucarachas […] Mientras perdamos selvas, mientras perdamos zonas arboladas, sí tenemos problemas”. Desde su visión, es necesario crear una cultura de trasladarlos, sin correr riesgos.
Sensibilizó a que en zonas donde se ven muchos alacranes aprendan a lidiar con ellos, pero también a contar con contactos especializados por si llegara a haber una picadura, para lo cual señaló que cuentan con una red por medio de la cual brindan apoyo para ello, pero “lo principal cuando hay un accidente es mantener la calma”, pueden encontrarles aquí https://redtox.org/.
Lugares como Morelos o Guanajuato tienen alacranes peligrosos, pero el país tiene los mejores sueros para contrarrestar su veneno, abundó.
*Al construirse de manera social y cultural como eje de su condición de género, la maternidad ha jugado un papel trascendental en la vida de las mujeres, al ser asociada con la feminidad.
“Amatenango” es conocido en la tradición Tz’ontajal como “el pueblo de las alfareras”. Cortesía: Hotel Jovel
A través de un estudio, las investigadoras Bárbara Carolina Linares Bravo, Austreberta Nazar Beutelspacher y Emma Zapata Martelo, visibilizaron la existencia de la no maternidad en contextos indígenas por medio de la exploración de las condiciones, motivaciones y circunstancias bajo las cuales las mujeres de Amatenango del Valle.
Con los testimonios de 24 mujeres, las investigadoras profundizaron una asociación entre la no maternidad, soltería, actividades económicas y sistema de género local.
Así mismo, indicaron que el acercamiento al contexto desde un enfoque de género, reveló algunos de los elementos que trazan las posibilidades, delinean los deberes y distribuyen los recursos en la comunidad, y les posibilitó observar la no maternidad inserta en el entorno que la construye y la regula.
Yo no voy a querer marido porque lo estoy mirando la gente se dejan, casi aquí todos lo cambian a sus mujeres, pa´que lo quiero, mejor voy a trabajar, hay veces le dejan abandonando a las mujeres con sus hijas qué tal voy a salir así yo también, mejor no, dijo una de las entrevistadas, con 28 años.
La información recabada por Linares Bravo, Nazar Beutelspacher y Zapata Martelo, permitió la identificación que, entre las mujeres entrevistadas, la no maternidad y la no unión conyugal se relacionan de distintas formas.
Aquí hay muchas solteras, las mujeres no se casan porque les gusta vivir libres, dijo una mujer soltera de 38 años.
Mujer de Amatenango del Valle recogiendo maíz. Cortesía: Llénate de Chiapas
Lo anterior, puede ser: de asociación, en la cual las mujeres no quieren ser madres y tampoco esposas, o una relación de subordinación, donde la intención de no ser esposas conlleva la prohibición de ser madre.
En el primer caso, la no maternidad responde a la voluntad de la mujer no madre, reflejando la falta de normas flexibilizadas que, si bien son permisivas a la no maternidad, también la regulan y estructuran bajo el control de la sexualidad con el celibato como mandato.
Pues, no sé, la verdad no lo sé, si Dios quiso así, no me asomó ningún novio (…) pues digo que, si quería, pero como no me asomó, pues que haríamos: ni modo que yo voy saliendo a conseguirlo, dijo una mujer soltera, de 37 años.
Mientras que, en el segundo caso, la no maternidad como consecuencia de no querer ser esposa, se sostiene por la estructura de género que norma la maternidad y la impone a la conyugalidad.
Si hay muchachos, pero quieren a otras, dejan unas y van con otras, hay muchachos que te buscan, pero son viudos, ya los hemos visto como son con sus mujeres mejor no, a veces porque echan mucho trago, eso ya no: pa que te dejen con hijos mejor no, expuso una de las entrevistadas, con 37 años.
Los otros dos tipos de no maternidad identificados por las investigadoras fueron menos frecuentes, pero muestran la forma involuntaria de no ser esposa, independiente del deseo o no de ser madre.
En ese subgrupo están: las mujeres que anhelan unirse de manera conyugal y ser madres, pero no han sido elegidas para ser esposas, como consecuencia no son madres.
Y, las féminas que no desean unirse conyugalmente ni tener hijos e hijas, pero que tampoco han tenido las opciones vivenciales de elección, lo que las distingue de quienes sí fueron “elegibles” y dijeron que no.
Si vino uno (un pretendiente), pero como que ya tenía dejado pue su esposa, por eso ya no quise, indicó otra de las entrevistadas, con 46 años.
Mujeres de Amatenango del Valle. Fotografía: Lesly Georgina Maldonado López.
Así pues, las académicas señalaron que el rechazo a la unión conyugal, independiente de haber sido elegida o no, es predominante entre las mujeres entrevistadas, sin hijos e hijas de Amatenango del Valle, incluso si el costo de no ser esposa sea el de no ser madre.
Aunado a ello, los razonamientos en torno a decidir no ser esposas se relacionaron con los roles de género en la familia y comunidad, así como las desiguales relaciones de poder dentro de pareja, considerando desde esa lógica, al matrimonio y en ocasiones a la maternidad como un espacio de riesgo.
No quiero, porque me da miedo morirme cuando nazca, mencionó una de las féminas con 30 años.
Por otro lado, Linares Bravo, Nazar Beutelspacher y Zapata Martelo subrayaron que las desigualdades sociales e inequidades de género se relacionaron con algunas de las razones para no ser madre.
Así mismo, la desigualdad social y la pobreza, son elementos que ponen en riesgo la salud de las mujeres, dando origen al temor de morir dando a luz. La concepción que algunas mujeres tuvieron acerca del parto como un momento peligroso, fue una motivación para preferir no tener hijos e hijas.
También, las investigadoras resaltaron que las condiciones materiales bajo las que se ejerce la maternidad y la no maternidad en los ámbitos rurales y urbanos en México son diferentes.
Las motivaciones hasta ahora documentadas sobre no maternidad han llegado a coincidir, bajo sus propias especificidades, especialmente en lo referente a los roles de género y relaciones de pareja, agregaron Linares Bravo, Nazar Beutelspacher y Zapata Martelo.
Las mujeres en Amatenango del Valle, Chiapas, saben desde niñas trabajar muy bien el barro, pero también el telar de cintura y saben hacer bien las tortillas a mano. Cortesía: México Desconocido
En ese sentido, indicaron que los testimonios de las mujeres indígenas entrevistadas hicieron evidente el “claro-oscuro de la no maternidad”, por un lado, muestran la agencia para elegir no ser madres y esposas, la racionalización de los argumentos y motivaciones que rechazan la maternidad-conyugalidad relacionados con el bienestar propio, y en general, la construcción de referentes del ser mujer distintos al modelo tradicional de feminidad.
Por otro lado, el ejercicio de la no maternidad denuncia desigualdades de género y clase, visibles en la distribución de los recursos y responsabilidades en las diferentes formas de violencia ejercida hacia ellas, en la constricción de las identidades femeninas y su deber ser para otros, así como en las adversas y discriminatorias condiciones materiales y sanitarias bajo las que se ejerce la maternidad indígena.
Este trabajo muestra una primera exploración sociodemográfica a la no maternidad y no conyugalidad indígena llevada a cabo en Amatenango del Valle, si bien su objetivo fue visibilizar las prácticas de no maternidad, también plantea diversas temáticas que es necesario profundizar desde diferentes disciplinas, precisaron las investigadoras.
Hasta ahora, pueden ver que la vivencia de la no maternidad indígena de Amatenango del Valle, se suma a las voces que desmienten los discursos que se empeñan en negar, minimizar o naturalizar las desigualdades de género, así como a aquellos que cargan de estereotipos reproductivos e infantilizan a las mujeres indígenas.
*Investigadoras:
Bárbara Carolina Linares Bravo, investigadora de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR).
Austreberta Nazar Beutelspacher, investigadora de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR).
Emma Zapata Martelo, investigadora del Colegio de Postgraduados, Montecillo.