Cristina Gordillo, posdoctorante del Departamento de Salud de #ECOSUR, lidera la conformación de la Red Mexicana de Investigación en Tuberculosis y otras Micobacteriosis de México, que ya reúne a 83 investigadoras e investigadores y organizaciones de todo el país vinculadas con el tema.
Esta red es la primera iniciativa que articula las actividades de investigación en México respecto a esta enfermedad, la cual ocasiona más de 2,200 muertes al año en el país, principalmente entre los grupos de población en condiciones de vulnerabilidad.
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*Investigadores Llaman a no Abusar de Insecticidas.
El gusano cogollero es una de las plagas más severas que afectan el cultivo del maíz, y es durante la temporada de lluvias -en el período cuando el agricultor siembra- que se encuentra con el insecto que afecta el proceso de producción.
De esa forma lo dio a conocer Julio César Rojas León, agrónomo parasitólogo e investigador, quien en entrevista con rotativo EL ORBE aseguró que si el agricultor no implementa una medida de control para eliminar el gusano, podría perder hasta un 70 por ciento de su plantación.
La mayoría de las personas utilizan insecticidas para ello, señaló, sin embargo, todos saben que esta práctica es dañina al medio ambiente y a la salud misma de la población, además de que elevan los costos de producción ya que estos insumos tienen precios muy altos.
Rojas, quien mantiene una investigación sobre los aspectos básicos y aplicados de la interacción insecto-planta y la ecología química de los insectos tropicales, consideró que usar insecticidas no es recomendable al no ser amigables con el medio ambiente, por lo que sugiere buscar alternativas viables.
Para ello, puso como ejemplo el caso de las feromonas, que son compuestos químicos que liberan insectos de una misma especie para el apareamiento o con otros fines, como comunicar lugares de ovoposición o algún camino.
Explicó -además- que el trampeo masivo es una estrategia conveniente para el control del cogollero, ya que los insectos llegan a la trampa y quedan inmovilizados ahí, y con ello se reducen las posibilidades de que estos causen daños en los cultivos.
Asimismo, la obstrucción sexual o interrupción del apareamiento, lo cual tiene lugar cuando se colocan suficientes fuentes artificiales de feromonas en un área donde la probabilidad de que una hembra sea encontrada por un macho, se apareen y ponga huevos viables se reduce por debajo del punto donde ocurre un daño. Sugirió que se deben contemplar aspectos agroecológicos, económicos y culturales de cada región, partiendo de un análisis concienzudo de las metas alcanzables a corto y mediano plazo, con miras a restaurar el equilibrio biológico y la sustentabilidad del campo mexicano.
Ante el aumento de problemas de salud derivados de malos hábitos alimenticios, como la diabetes infantil o problemas del corazón, la propuesta de la investigadora del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente, Erín Ingrid Jane Estrada Lugo, es que “necesitamos una dieta de la milpa, culturalmente apropiada y de alimentación saludable”.
“Tenemos pobreza alimentaria reforzada por la parte económica, los productos están caros y si no tenemos tierra, un huertito, ni macetas, entonces tenemos que trabajar para comprar lo que no producimos, y además no nos alcanza y terminamos comprando alimentos chatarra que son más baratos que un alimento que no nos va a nutrir”, declaró.
La investigadora del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) destacó en la plática “Alimentación Saludable Basada en la Cultura”, que de acuerdo a datos del 2020, las enfermedades del corazón fueron la principal causa de fallecimientos, seguido del covid-19 y en tercer lugar la diabetes, además de ser el país con primer lugar con obesidad infantil.
Subrayó que las afectaciones más determinantes se están dando en los grupos originarios, culturas que dieron origen al maíz, donde “resulta que están cambiando poco a poco el pozol o el atole por la Coca-Cola”, un producto que, resaltó, “sabemos las exageradas cantidades de azúcar que tiene”.
O los quelites y verduras por “la pizza o hot dog, la carne del monte por las carnes de los supermercados y todo acompañado con una gran publicidad”, indicó.
Sostuvo que esta preocupación ha llegado a la Secretaría de Salud e investigadores, quienes han centrado las acciones en apoyar la agricultura del país, pues se está “mirando hacia la milpa, a cómo se alimentan los grupos originarios y se propuso la dieta de la milpa”.
Estrada Lugo explicó que cuando la secretaría hizo la propuesta dijo que “los cuatro fantásticos” son el maíz, el chile, la calabaza y el frijol, productos que proporcionan las sustancias que nos permiten realizar, de forma óptima, todas nuestras actividades diarias.
Agregó que las milpas son “pequeños pulmones” donde convergen una gran biodiversidad de productos que abonan a la nutrición, además de estar cargada de significados culturales, donde se revalúa el papel de las mujeres como guardianas de las semillas y donde se forja la convivencia familiar.
El 31.5 % de la población indígena presenta carencia de acceso a la alimentación, esto representa a 2.2 millones de hablantes de lengua indígena. Lo anterior, lo coloca como el grupo con mayor nivel de precariedad alimentaria severa y moderada.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación (Coneval), Chiapas (49.9 %) es el estado con mayor porcentaje de personas con ingresos por debajo de la línea de pobreza extrema.
En el Departamento Sociedad y Cultura del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) se realizó la investigación “Miradas sobre la vulnerabilidad en el sureste de México: megadiversidad y prácticas alternativas para el bienestar”.
En esta investigación se observó que en las zonas rurales se ha consolidado de manera gradual y rápida la cultura global de comercialización de alimentos industrializados, la cual está modificando las prácticas y costumbres socioculturales de la población que, hasta hace pocas décadas, basaba su alimentación en la producción de autoconsumo.
Derivado de lo anterior, las investigadoras Guadalupe Álvarez Gordillo (Ecosur) y Raimunda Santana destacan que esto es causa de enfermedad y muerte de comunidades rurales de los municipios de Las Margaritas y Comitán.
Donde se reportan altos índices de diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer, males físicos que convergen con problemas como la desnutrición y la obesidad, enfermedades infecciosas como la tuberculosis e infecciones respiratorias agudas, además de padecimientos gastrointestinales y brotes de dengue, entre otras.
“Encontramos que existe un alto consumo de alimentos industrializados y que los sistemas de producción de alimentos locales, centrados hasta ahora en el maíz y el frijol, han sido afectados por el deterioro del suelo, la contaminación del agua y la sequía”, comparten.
Además de que las políticas y estrategias de prevención y control de daños a la salud, relacionadas con la alimentación, no han tenido un impacto favorable debido a que están fuera de contexto y no están planteadas para situaciones de condiciones de marginación y pobreza, especialmente para las mujeres.
“Ante esta situación, se requiere que las políticas de atención a la salud tomen en cuenta las condiciones socioculturales de las personas a las que se dirigen. Por ejemplo, la adopción y transformación de la cultura alimentaria no siempre es una elección libre”.
* Las principales problemáticas de las familias cafeticultoras son: ataque de enfermedades del café, impactos climáticos en la productividad, falta de recursos económicos, bajos precios del grano, falta de mano de obra y el quiebre generacional.
Las familias campesinas chiapanecas productoras de café se han enfrentado a una serie de problemáticas frecuentes. Ante esta situación, han implementado estrategias que les permiten recuperarse y persistir buscando su bienestar.
En ese sentido, investigadores de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) y la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH)* realizaron un estudio con el fin de analizar la diversificación, como un mecanismo que opera en el sistema socioambiental de café y que determina el establecimiento de estrategias familiares para lidiar con las amenazas.
Los resultados de ésta mostraron que la persistencia del cultivo de café y la resiliencia de las familias en las comunidades campesinas de la Sierra Madre, ocurre gracias a mecanismos sociales que determinan las estrategias que despliegan.
A través de dichos mecanismos, pueden comprender y explicar las creencias y actitudes. Así pues, los investigadores destacan que los mecanismos sociales permiten entender la interacción entre cultura y naturaleza en comunidades rurales. Así mismo, facilitan la identificación de acciones desarrolladas para enfrentar las recurrentes crisis que ocurren en el medio rural.
Los marcadores usados para el estudio midieron que los yiburones ballenas pueden sumergirse hasta mil 896 metros de profundidad. Uli Kunz
Ramón Bonfil, investigador de la Unidad Chetumal de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), participó en un estudio multinacional que documentó la inmersión de tiburones ballena hasta 1.8 kilómetros de profundidad bajo la superficie del mar, así como de tiburones blancos que descienden hasta 1.2 kilómetros de profundidad. Éste es el estudio más amplio y actualizado sobre los movimientos verticales de tiburones y rayas, y fue coordinado por la organización benéfica de conservación ZSL (Sociedad Zoológica de Londres) y la Estación Marina Hopkins de la Universidad de Stanford en un intento por proteger a las especies amenazadas.
El estudio analiza cómo la comunidad de tiburones y rayas utiliza los desplazamientos ascendentes y descendentes para diferentes actividades de su vida. Los resultados fueron publicados en la revista Science Advances.
Usando datos de 989 marcas de bio-telemetría, que son marcas usadas para realizar mediciones remotas de la actividad del comportamiento, el equipo global de 171 investigadores de 135 instituciones entre las cuales se encuentra ECOSUR, analizó 38 especies de elasmobranquios desde el Pacífico Norte hasta el Océano Índico y desde el Ártico hasta el Caribe.
El doctor Bonfil, catedrático del CONACyT adscrito a ECOSUR y co-autor del estudio, mencionó que “este tipo de estudios de meta-datos son un ejemplo de la enorme importancia de la colaboración interinstitucional y entre investigadores que trabajan temas similares de investigación; sin compartir y contrastar los resultados de cada uno de nuestros estudios nunca tendríamos la poderosa visión global y comparativa que hemos logrado en este estudio. El acecho de las actividades humanas a la fauna marina se hace cada vez más patente y nos proporciona evidencia con la cual redirigir nuestros esfuerzos para lograr una co-existencia sustentable con la naturaleza”.
SUMERGIRSE PROFUNDAMENTE.
Se encontraron trece especies que se sumergen a profundidades superiores a un kilómetro bajo la superficie. Entre ellas, se descubrió que los tiburones ballena (Rhincodon typus) se sumergían a la asombrosa profundidad de mil 896 metros, mientras que los tiburones blancos (Carcharodon carcharias) a más de mil 200 metros, lo que proporciona información nueva e importante sobre el comportamiento de estos gigantes oceánicos.
Los datos también revelaron cómo algunas especies varían su profundidad en diferentes partes del mundo y cómo esto cambia entre los períodos nocturno y diurno a medida que los depredadores se mueven hacia arriba y hacia abajo en el agua para cazar a sus presas y, en algunos casos, para evitar ser cazados ellos mismos.
Aunque las razones por las que las especies generalmente conocidas por frecuentar aguas poco profundas se registraron sumergiéndose en aguas profundas y oscuras no están confirmadas, el estudio sugiere que es probable que sea una combinación de búsqueda de fuentes de alimento, regulación de la temperatura corporal, reproducción, y para evitar a los depredadores.
El equipo descubrió que, aunque muchas especies pueden y realizarán inmersiones profundas, 26 de 38 especies, incluido el tiburón oceánico de puntas blancas (Carcharhinus longimanus), el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier), el tiburón martillo común (Sphyrna lewini) y el tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis) pasaron más del 95 por ciento de su tiempo en los 250 metros superiores de la columna de agua, profundidades donde es más probable que interactúen con artes de pesca.
El Doctor David Curnick, investigador del Instituto de Zoología ZSL y coautor principal del artículo, señaló que “La forma en que los grandes animales marinos usan el espacio horizontal en nuestro océano ha sido bien estudiada. Sin embargo, hasta ahora, los estudios comparativos en los planos verticales han sido limitados, a pesar de que el océano tiene una profundidad promedio de 3.5 kilómetros y los elasmobranquios ocupan todos los niveles dentro de este entorno dinámico. Esto nos ayuda a encontrar formas de protegerlos mejor”
Depredadores famosos, pero en grave peligro
Más de un tercio de todos los tiburones y rayas están en peligro de extinción, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Tener un mapa tridimensional de cómo los elasmobranquios usan el océano permite comprender roles que desempeñan en ecosistemas más amplios y determinar su exposición individual a amenazas. Los integrantes del consorcio buscan mejorar los planes de gestión de conservación que anteriormente se veían obstaculizados por la falta de datos para ciertas especies.
*Tanto en San Cristóbal de Las Casas como en Tapachula, dijo que hay una naturalización sobre el tipo de actores que ordenan, limpian y procuran el bienestar ajeno. Entre estos trabajadores se encuentran NNA provenientes de regiones rurales con pocas posibilidades de escolaridad o con presencia de violencias intrafamiliares y comunitarias.
Sarai Miranda Juárez, investigadora adscrita al grupo académico de Estudios de Género de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) presentó su libro“Pagar los platos rotos. Violencias interseccionales contra niñas, niños y adolescentes trabajadores del hogar en Chiapas”, para hablar sobre la vigencia de la práctica del trabajo infantil y adolescente asociada a niños, niñas y adolescentes (NNA) de origen rural que se incorporan a mercados de trabajo locales e internacionales.
En el libro, Miranda Juárez describe la complejidad del trabajo infantil y adolescente en hogares de terceros y las violencias que padecen en el ejercicio de su trabajo, situados en dos contextos urbanos de Chiapas: San Cristóbal de Las Casas y Tapachula.
Por sus características comerciales son ciudades vinculadas con la economía global: en el caso de San Cristóbal de Las Casas, por su vocación turística dirigida a público nacional e internacional. Por otro lado, Tapachula al ser el nodo económico de empresas cafeticultoras y de otros productos agroindustriales que se exportan y se cotizan en dólares.
Cuando hablamos de diáspora nos referimos a dispersión. En este caso nos interesa hablar de la diáspora haitiana en México, donde la presencia de la población de este país caribeño es notable y se encuentra en continuo aumento. En su gran mayoría las personas de origen haitiano han llegado al territorio mexicano desde otros países por donde han transitado, incluso echado raíces, pero de los que han tenido que re-emigrar por factores económicos o políticas adversas. Desde una perspectiva histórica amplia, la diáspora haitiana es resultado de un largo proceso.
En la salida de población haitiana de su país se enlazan variadas causas disparadoras, las cuales han dado lugar al desplazamiento masivo, en el tiempo y en el espacio. En Haití se conjugan problemas políticos profundos, inestabilidad económica crónica, y en tiempos recientes, el impacto de desastres socioambientales. En el último siglo la diáspora haitiana alcanza destinos tan diversos como Barbados, Cuba, Guayana Francesa, Canadá y Estados Unidos. En este último país, el de mayor atracción en el contexto de una dispersión en continuo aumento, residían más de un millón de haitianos inmigrantes de primera generación y sus descendientes, según las cifras que arrojó el Censo de 2019 de esa nación.
La diáspora como evento prolongado está marcada por distintos momentos. El último ciclo inició con el terremoto que azotó a Haití en enero de 2010, año que representó un punto de quiebre en la historia de ese país y que estuvo marcado por el cataclismo telúrico, un brote epidémico de cólera, el azote y secuelas del huracán Tomas y problemas políticos en el contexto de la sucesión presidencial. Como apunta Marcela Landazábal, especialista en Estudios Latinoamericanos y quien ha estudiado el tema de la movilidad haitiana, hay una acumulación de las condiciones críticas posteriores al 2010 —léase menos empleo, reducción del crecimiento económico, y aumento de la violencia— que han alimentado la salida de muchos haitianos de su patria en la última década. En esta fatídica década, las últimas “desbandadas” de personas de origen haitiano se han dirigido a México provenientes de Brasil debido el deterioro de las condiciones económicas en esa nación, a la cual llegaron desde aproximadamente 2014, y otras desde Chile debido a leyes migratorias más restrictivas desde 2018.
Presencia haitiana en México
Desde hace unos 15 años se registra el arribo de haitianas y haitianos a México; en aquel entonces se contaban en cientos. En los meses posteriores al terremoto de 2010 las autoridades mexicanas permitieron que ingresaran parientes de quienes ya se encontraban en territorio nacional para efectos de reunificación familiar. Su número era poco más de 1,000.
En 2016 aconteció una nueva “ola”, se ha estimado que entre junio y septiembre de ese año llegaron alrededor de 17,000 personas de nacionalidad haitiana, principalmente desde los países sudamericanos mencionados anteriormente. A partir de entonces las cifras siguen en aumento.
No hay manera de saber cuántos haitianos y haitianas hay actualmente en México porque carecemos de datos oficiales. Sin embargo, una forma indirecta de apreciar la magnitud de su presencia son los datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, la cual registró que más de 51,000 personas de ese país solicitaron la condición de refugiado tan solo en 2021, aunque conviene aclarar que no todas las personas haitianas que ingresan al país solicitan medidas de protección internacional, ya sea la figura de refugio o la de protección complementaria.
Las personas haitianas que están llegando a México no encajan con la imagen y noción tradicional de migrantes “de paso”. Es una población afectada por la calamidad, un país en estado de crisis constante y, con ello, un futuro incierto. Ese desarraigo produce y reproduce la diáspora. Al igual que personas que migran de países del norte de Centroamérica a México, pero aun de manera más severa, la mayoría de haitianas y haitianos no pueden ser representados simplemente como pobres que emigran, la manera en que suele personificárseles. Esa etiqueta imposibilita explicar a cabalidad la experiencia haitiana. En muchos casos son individuos y grupos familiares que huyen de la pobreza extrema, sí, pero también de varios tipos de violencia, como la violencia de la calle (pandillas), de condiciones de catástrofes (terremotos, inundaciones, huracanes), de la desesperanza que representa vivir en lo que algunos consideran es un estado al borde del colapso, así como del racismo y la exclusión en otros países donde han residido.
Tal como suele suceder con todo grupo humano en la misma o similar situación las experiencias haitianas de o en la movilidad tienen sus propias particularidades, pero también están marcadas por el sufrimiento, la adversidad y la esperanza que caracteriza a los pueblos que padecen desarraigado, destierro, exilio. Los haitianos y haitianas buscan en muchos casos la nuda sobrevivencia, para ello han migrado o huido hacia diversos lugares o destinos, temporales y permanentes, incluyendo México. En esa búsqueda ha surgido una pan-comunidad, es decir, un conjunto de comunidades haitianas en varios continentes que une territorios, nexos, redes desde y hacia México. En ese sentido, nuestro país es un punto de referencia y un nodo más en el entramado espacial-temporal de contactos y relaciones entre familiares, amigos, conocidos que dan continuidad a la experiencia diaspórica haitiana.
“Este libro nace de la necesidad de visibilizar un tipo de trabajo infantil que se realiza a puertas cerradas, en el espacio considerado privado, es decir, en el ámbito de lo doméstico”, dijo la adscrita al grupo de estudios de género del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), Saraí Miranda Juárez, al presentar su libro “Pagar los platos rotos. Violencias interseccionales contra niñas, niños y adolescentes trabajadores”.
La investigadora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) enfatizó que se trata de un tema “muy olvidado por el Estado y la sociedad”, al tratarse de uno grupo vulnerable como las niñas, niños y adolescentes (NNA), indígenas y migrantes.