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Cambio climático, tema central de la XXIII Semana Nacional de Ciencia y Tecnología del CONACYT

En la vigésima tercera Semana Nacional de Ciencia y Tecnología (SNCyT), organizada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) presentará del 23 al 28 de septiembre una exposición interactiva con tecnología de realidad virtual y aumentada del Jardín Botánico “Dr. Alfredo Barrera Marin”, además de un taller denominado “El Ajedrez Azteca”, los días 24 y 25 de septiembre, como parte de las actividades de comunicación de la ciencia y la tecnología para niños y jóvenes, que se realizará en el Zócalo de la Ciudad de México.

Con el tema “Cambio climático: piensa globalmente, actúa localmente”, la SNCyT busca, a través de todas las actividades presentadas, promover acciones que de manera local puedan contribuir a una relación más amable con el medio ambiente.

Julio César Ponce Rodríguez, titular de la Coordinación de Proyectos, Comunicación e Información Estratégica del CONACYT, indicó que la SNCyT es un esfuerzo de comunicación pública que se realiza en el país para que la divulgación de la ciencia llegue a todos.

“Este esfuerzo se trata precisamente de que niños y jóvenes se acerquen a la ciencia y a la tecnología, que se den cuenta de que prácticamente todo lo que nos rodea está relacionado con la tecnología (…). Se trata de que la sociedad en su conjunto se apropie de lo que es el proceso ciencia, tecnología e innovación”, expresó en conferencia de prensa.

Jesús Mendoza Álvarez, coordinador de la Semana Nacional de Ciencia y Tecnología, indicó que con este evento se planea establecer una plataforma de comunicación a través de 10 actividades de museos interactivos; 24 grupos de talleres de ciencias y programas de vocaciones científicas, con un total de 177 talleres de ciencia recreativa; 59 redes temáticas científicas y laboratorios nacionales del CONACYT; demostraciones de seis empresas innovadoras con base científica-tecnológica; además de presentaciones de proyectos, visitas guiadas, conferencias y un total de 72 exposiciones que abarcarán ocho mil 500 metros cuadrados del Zócalo de la Ciudad de México, y en el que se esperan a más de 100 mil asistentes.

“La realización de este evento es un esfuerzo colectivo de muchas instituciones científicas, académicas y públicas y de muchas personas que están convencidas de la necesidad de que en México tengamos una cultura científica que nos permita transitar hacia la sociedad del conocimiento”, expresó.

Mario González Espinosa, director general de ECOSUR, indicó que desde la visión de la institución de contribuir al desarrollo sustentable de la frontera sur y Centroamérica, es muy importante que el CONACYT haya tomado en cuenta las aportaciones que ECOSUR puede hacer sobre el tema del cambio climático.

“ECOSUR tiene la posibilidad de venir a aportar la necesidad imperiosa de atajar el cambio climático, actuando localmente. No puede haber desarrollo si no hay respeto al ambiente, si no hay mitigación de cambio climático y si no hay desarrollo humano, desde bienestar en salud, hasta el bienestar social y compartido en la paz”, expresó.

Informó que con la exposición interactiva del Jardín Botánico “Dr. Alfredo Barrera Marin” se busca, a través de la tecnología, mostrar a los asistentes cómo es el jardín y resaltar cómo conjuga aspectos naturales y culturales con vestigios mayas y elementos de la cultura maya actual, tales como la meliponicultura.

“La integración de las cuestiones culturales y de los cambios de modos de vida de las sociedades locales es esencial para poder mitigar y en algún momento dar marcha atrás al cambio climático que se genera globalmente”, puntualizó.

La Semana Nacional de Ciencia y Tecnología busca comunicar simultánea e intensivamente el conocimiento científico, tecnológico y su innovación a diversos segmentos y sectores de público para fomentar vocaciones científico tecnológicas y mejorar la percepción pública de la ciencia, la tecnología y la innovación en el marco de la Sociedad del Conocimiento.

Durante la presentación de la SNCyT estuvieron presentes María Amparo Martínez Arroyo, directora general del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), Javier Velázquez Moctezuma, ex rector de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Iztapalapa; Héctor Hernández Arana, director de la Unidad Chetumal de ECOSUR y Miguel Ángel Álvarez Gómez, secretario académico del Instituto Politécnico Nacional (IPN), entre otros.

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conferencia de prensa

Asentamientos humanos reducen manglares en Tabasco

Asentamientos humanos, actividades e instalaciones de la industria petrolera, tala ilegal, cambio de uso de suelo incontrolable, expansión de la frontera agropecuaria y hasta plagas, fueron los principales factores que redujeron la superficie de manglar a lo largo de la costa tabasqueña que también se encuentra impactada por el cambio climático.

Un factor desfavorable para los manglares de Tabasco fue que esas áreas coincidieron en su mayoría en que son ricas en petróleo y entonces normalmente existe una explotación petrolera en esas zonas.

Ver nota completa:

http://www.diariopresente.com.mx/section/principal/157554/asentamientos-humanos-reducen-manglares-tabasco-/

Investigadores de ECOSUR abordan tema de ganadería y cambio climático en el sureste de México en Simposio Internacional del Carbono

En el marco del Simposio Internacional del Carbono en México, celebrado en la Ciudad de Pachuca, Hidalgo, se realizó la 1ª Reunión sobre “Metodologías y Herramientas para el desarrollo de factores de emisión de gases efecto invernadero en el sector ganadero de México”, organizada por el Programa Mexicano del Carbono (PMC), el Colegio de Posgraduados (CP), El Tecnológico de Monterrey (ITESM), la Universidad de Yucatán (UADY-FMVZ) y El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR).

Durante la reunión, realizada del 17 al 20 mayo, se revisaron los criterios y enfoques de herramientas metodológicas utilizadas en la estimación de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en sistemas ganaderos extensivos e intensivos, y particularmente se discutió la necesidad de contar con factores de emisión locales con el fin de mejorar los inventarios de GEI y diseñar estrategias de mitigación y adaptación de forma colegiada.

Por ECOSUR participaron como ponentes, Guillermo Jiménez Ferrer, investigador del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente, y José Armando Alayón Gamboa, investigador del Departamento de Conservación de la Biodiversidad, quienes hablaron sobre los avances y retos de la investigación en ganadería y cambio climático en el sureste de México y en especial sobre las perspectivas de las técnicas de medición de metano y óxido nitroso en sistemas de pastoreo.

Mario Manzano y Vinisa Saynes, investigadores del ITESM, participaron con el tema de Inventarios de GEI en el sector agropecuario en México: vacíos y oportunidades. Asimismo mostraron un diagnóstico de la capacidad instalada en laboratorios para realizar mediciones GEI en México.

Efrén Ramírez, investigador del COLPOS y Juan Kú Vera, investigador de la UADY, hablaron sobre la técnica de medición de metano usando Hexafloruro de Azufre (Sf6) y la técnica de emisiones en cámaras controladas y en confinamiento, respectivamente.

Finalmente, se definieron las líneas de investigación que deben ser reforzadas; se discutieron las posibilidades de compartir los recursos necesarios, como equipamiento e instrumentación, y las acciones que se deberán realizar para lograr una verdadera sinergia entre instituciones e investigadores interesados en la temática de ganadería y cambio climático.

A la reunión asistieron estudiantes, investigadores y académicos de diversas instituciones nacionales e internacionales.

Mayor información de la reunión con el Dr. Guillermo Jiménez Ferrer
gjimenez@www.ecosur.mx

 

GANADERIA-PMC 2016

La regeneración natural de bosques secundarios de América Latina puede mitigar el cambio climático

Agencia Conacyt.- La regeneración natural de bosques tropicales de América Latina y el freno de la deforestación son estrategias que pueden contribuir significativamente para alcanzar los objetivos nacionales e internaciones de mitigación del cambio climático, señala el artículo Potencial de captura de carbón en bosques secundarios en los trópicos de América Latina, publicado el 13 de mayo en la revista Science Advances.

Los investigadores de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), Bernardus de Jong y Susana Ochoa-Gaona, del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad, y Hans Van der Wal, del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente, son coautores de este estudio interinstitucional, en el que 60 investigadores, liderados por Robin L. Chazdon, investigadora de la Universidad de Connecticut, se han conjuntado para analizar el efecto de la conservación de bosques y la regeneración de los bosques secundarios —aquellos en que los árboles crecen nuevamente en terrenos deforestados— a lo largo 43 regiones de América Latina.

De Jong y Ochoa-Gaona contribuyeron con estudios en Chiapas, donde analizaron bosques en sucesión con 3 mil 118 registros en 193 parcelas de muestreo establecidas en la Selva Lacandona, y con 63 parcelas de bosque de sucesión y 24 de bosque maduro en la Reserva El Ocote. Van der Wal, por su lado, aportó un estudio sobre la vegetación secundaria que resulta del uso de la tierra bajo una variante de agricultura de roza, tumba y quema practicada por los chinantecos en Oaxaca.

Ver nota completa:

http://www.conacytprensa.mx/index.php/centros-conacyt/boletinescentros/7596-la-regeneracion-natural-de-bosques-secundarios-de-america-latina-puede-mitigar-el-cambio-climatico

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Los investigadores de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), Bernardus de Jong y Susana Ochoa-Gaona, del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad, y Hans Van der Wal, del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente, son coautores de este estudio interinstitucional, en el que 60 investigadores, liderados por Robin L. Chazdon, investigadora de la Universidad de Connecticut, se han conjuntado para analizar el efecto de la conservación de bosques y la regeneración de los bosques secundarios —aquellos en que los árboles crecen nuevamente en terrenos deforestados— a lo largo 43 regiones de América Latina.

De Jong y Ochoa-Gaona contribuyeron con estudios en Chiapas, donde analizaron bosques en sucesión con 3 mil 118 registros en 193 parcelas de muestreo establecidas en la Selva Lacandona, y con 63 parcelas de bosque de sucesión y 24 de bosque maduro en la Reserva El Ocote. Van der Wal, por su lado, aportó un estudio sobre la vegetación secundaria que resulta del uso de la tierra bajo una variante de agricultura de roza, tumba y quema practicada por los chinantecos en Oaxaca.

Con base en un mapa de los bosques presentes en 2008, los resultados del estudio muestran que el 17% del área forestal de tierras con altitud menor a 1,000 metros corresponde a bosques secundarios jóvenes de 1 a 20 años y 11% a bosques secundarios intermedios de 20 a 60 años, los cuales si se mantienen podrán regenerarse en los siguientes 40 años y tendrán una capacidad del doble de almacenamiento de carbono, con una ganancia de 8.48 petagramos de carbono o  31.09 petagramos de CO2, que equivalen a todas las emisiones de carbono por el uso del petróleo y de otros procesos industriales en todos los países de América Latina y el Caribe de 1993 a 2014. Asimismo, el estudio señala que 10 países pueden acumular el 95% de este carbono, entre los que destacan Brasil, Colombia, Venezuela y México.

La investigadora de la Universidad de Connecticut menciona que la importancia de esta investigación se basa en que la vegetación en proceso de crecimiento toma dióxido de carbono de la atmósfera y lo convierte en tejidos o estructuras de las plantas (biomasa), tales como madera y hojas, almacenando carbono a través de la fotosíntesis, y que cuando los bosques se regeneran, el almacén de carbono en la biomasa se incrementa a través del tiempo, dependiendo del clima, del uso de suelo previo y otras características del paisaje que lo rodea.

La regeneración de bosques secundarios, además de ser una estrategia para mitigar el cambio climático, trae otros beneficios, entre ellos, la regulación hidrológica, proporcionar hábitats y corredores para la conservación de la biodiversidad, y brindar provisión de productos maderables y no maderables para las poblaciones locales.

Además, Chazdon expresa que la regeneración de bosques secundarios no implica costos, debido a que el crecimiento de nuevos árboles ocurre de manera natural una vez que se abandona una parcela agrícola, de tal modo que sólo se requiere conservar y proteger estos bosques. Asimismo, indica que por ser una estrategia de bajo costo, las autoridades gubernamentales, no gubernamentales y las convenciones internacionales deberían poner mayor atención en ella.

Las proyecciones de los investigadores que participaron en el estudio indican el potencial y la contribución significativa de los bosques secundarios a los objetivos de la llamada “Bonn Challenge” y de la “Declaración de New York”, que llaman a detener la pérdida de bosques y restaurar 350 millones de hectáreas a lo ancho del mundo hacia el 2030.

El artículo original se puede consultar en:

http://advances.sciencemag.org/content/advances/2/5/e1501639.full.pdf

Más informes: Ben de Jong (bjong@www.ecosur.mx), Susana Ochoa-Gaona (sochoa@www.ecosur.mx) y Hans Van der Wal (hvanderwal@www.ecosur.mx).

 

 

 

Las plantas y el cambio climático

Dr. Manuel Jesús Cach Pérez
Investigador Cátedras Conacyt en Ecosur Unidad Villahermosa

En el Laboratorio de Ecofisiología Vegetal y Sistemas Agroforestales (LEVSA) de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) Unidad Villahermosa buscamos contribuir a la autosuficiencia alimentaria de pequeños productores de zonas altamente vulnerables al cambio climático, generando conocimiento que permita entender detalladamente el funcionamiento ecológico y productivo de sistemas agroforestales en distintas regiones de la frontera sur, y del país en general.

Para ello, recurrimos a disciplinas como la ecofisiología vegetal que se define como una ciencia experimental que busca caracterizar el “funcionamiento” de cualquier tipo de planta, en respuesta al ambiente donde crece, así como a variaciones climáticas en dichos sitios. Por ejemplo, puede identificar cómo una sequía prolongada provoca un fuerte estrés sobre las plantas, reduciendo su fotosíntesis y el contenido de agua en sus tejidos, entre otras cosas.

Esta ciencia se ha convertido en una poderosa herramienta para diagnosticar y monitorear el comportamiento de las plantas a un nivel muy detallado y entender su respuesta ante el cambio climático, lo cual cobra mucha importancia en estos tiempos para diseñar y proponer alternativas de mitigación en diversos sectores —social, productivo, ambiental, político— a escalas local, regional, nacional y/o internacional.

El cambio climático implica el incremento atmosférico de la concentración de gases de efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono (CO2) y metano. Si bien estos gases se encuentran de manera natural en la atmósfera, las actividades que realizamos los seres humanos liberan en el aire una gran cantidad de estas sustancias que impiden que el calor de la tierra escape hacia el espacio, la capa de gases puede compararse con el plástico o láminas transparentes que cubren los invernaderos. Como es de imaginarse, el calor que no puede ser liberado está provocando un incremento en la temperatura media del planeta (calentamiento global) así como cambios en los patrones de precipitación a escala mundial, cuya consecuencia son sequías más prolongadas o, por el contrario, fuertes inundaciones en distintas regiones del mundo.

Por ello, es urgente monitorear el comportamiento de las plantas bajo estos nuevos escenarios climáticos y responder preguntas como ¿qué tanto toleran las plantas el incremento de la temperatura? ¿cuánto tiempo pueden estar sin agua? ¿qué sucede con plantas que crecen con una concentración elevada de CO2? Y sobre todo ¿cómo amenaza el cambio climático la supervivencia de una planta en una región geográfica determinada?

En la actualidad, muchos estudios se han enfocado en tratar de entender la respuesta de las plantas cultivadas ante los posibles efectos del cambio climático. Por ejemplo, en el trigo, una elevada concentración de CO2 puede aumentar la producción de semillas, a partir de las cuales se fabrican harinas y sus derivados que consumimos todos los días. En apariencia esto no sería malo, sin embargo, la cantidad de proteínas que contienen las semillas se reduce en comparación con las producidas en plantas creciendo a la concentración actual de CO2 en el aire. Entonces, en escenarios donde el dióxido de carbono es elevado, se podría producir más, pero de menor calidad, con un producto que podría no satisfacer nuestros requerimientos nutrimentales. Además, el costo de producción se incrementaría ya que como se ha mencionado, el cambio climático provoca también variaciones en los patrones de precipitación, por lo que los productores tendrán que invertir en sistemas de riego para satisfacer las necesidades de la planta, implicando mayores costos de producción, y por lo tanto un incremento en los precios de los productos.

Eso, solo por mencionar el ejemplo de uno de los cultivos más importantes a escala mundial, sin embargo no sabemos qué sucederá con las plantas que se cultivan tradicionalmente en nuestro país —comúnmente llamados cultivos de temporal— como el maíz, frijol y calabaza, los cuales son la base de nuestra alimentación y de las que depende la seguridad alimentaria de mucha gente en zonas rurales.

Es ahí donde la ecofisiología vegetal puede contribuir a entender la posible respuesta de estas plantas ante los efectos del cambio climático. Puede ayudar, por ejemplo, a delimitar nuevas zonas de aptitud para diferentes cultivos de acuerdo a las proyecciones de cambio climático en el país: una planta crece en un sitio particular porque ahí encuentra las condiciones óptimas para poder germinar, crecer y reproducirse, pero ante la variación ambiental, producto del cambio climático, podría ya no ser capaz de crecer en la región geográfica en la que lo hace en la actualidad. Mediante estudios ecofisiológicos se puede determinar cuáles son los rangos ambientales —temperatura, humedad, precipitación, luz— en los que una planta puede crecer.

De acuerdo a esto, pueden proponerse alternativas de manejo que permitan continuar la producción de los cultivos, por ejemplo, mediante  el uso de variedades tradicionales que quizá podrían ser más tolerantes a las nuevas condiciones ambientales. Muchos de los modelos que determinan las zonas geográficas en las que puede crecer una planta, se basan en los rangos de tolerancia ambiental de éstas, pero desafortunadamente estos datos se generan a partir de la presencia o ausencia de una planta en un lugar determinado, no a partir de su desempeño fisiológico en dicho lugar. Por lo tanto, carecen de datos puntuales de la tolerancia ambiental real de las plantas, los cuales pueden ser generados a través de estudios ecofisiológicos, tanto en el campo como de manera experimental. Por ello, es urgente generar modelos que incorporen esta información y que permitan determinar con mayor precisión las zonas de aptitud para el cultivo de diferentes plantas o, simplemente, que nos permitan conocer como se modificará el panorama vegetal en respuesta al cambio climático.

Si se considera que la magnitud del cambio en el clima y por tanto en la fisiología de las plantas depende de la región geográfica, es necesario partir de estudios finos a escala local, principalmente en zonas altamente vulnerables a este fenómeno desde el punto de vista económico, social y productivo.

En este sentido, en el LEVSA, desarrollamos trabajos relacionados con la adaptación al cambio climático en la producción agropecuaria y forestal, abordando la ecofisiología de plantas cultivadas para entender la respuesta de diferentes cultivos a la variación ambiental a escala local y regional.

Buscamos también contribuir con alternativas que permitan a las plantas afrontar los cambios en las condiciones ambientales, como el uso de la filósfera —espacio sobre las hojas en la cual se encuentran microorganismos que pueden ser benéficos para las plantas— como una alternativa que ayude a reducir los efectos negativos de los cambios en el clima.

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Egresada de Ecosur gana primer lugar en Congreso Interamericano de Cambio Climático

Mariana Carolina Hernández Montilla, egresada de la Maestría en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), Unidad Campeche, obtuvo el primer lugar en el concurso de ponencias presentadas durante el Segundo Congreso Interamericano de Cambio Climático (CICC) 2016, con el trabajo “Evaluación de la resiliencia de los petenes en México al aumento en el nivel del mar por el cambio climático mediante un análisis multicriterio”, proyecto con el que obtuvo el grado de maestra.

En su tesis, Hernández Montilla evaluó la persistencia de este importante ecosistema costero ante el aumento en el nivel del mar provocado por el calentamiento global, utilizando como modelo la Reserva de la Biosfera “Los Petenes”, localizada en el estado de Campeche.

Mediante un método de análisis multicriterio —consistente en la cuantificación multifactorial que incide en una variable de respuesta— la investigación reveló entre sus resultados que el 18.5% del área de estudio es altamente resiliente, mientras que el 38.6% presenta una baja resiliencia.

El análisis multicriterio permitió evaluar el grado de respuesta de los petenes en función de su sensibilidad y su exposición al riesgo, y demostró ser una excelente herramienta para identificar las áreas de este ecosistema costero que son altamente vulnerables a los cambios generados por el aumento en el nivel del mar. Este método, diseñado por la egresada de Ecosur, en conjunto con su director de tesis, puede ser utilizado en otros ecosistemas costeros de México y otros países para el análisis y toma de decisiones relacionados con los procesos de mitigación y adaptación al cambio climático.

Miguel Angel Martínez Morales, investigador del Departamento de Conservación de la Biodiversidad, quien fungió como tutor, y Gregorio Posada Vanegas y Ben De Jong, de la Universidad Autónoma de Campeche y del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad de Ecosur respectivamente, asesores de la tesis, también fueron reconocidos como colaboradores de este trabajo.

El Congreso se llevó a cabo del 14 al 16 de marzo pasado en la Ciudad de México. Fue organizado por la División de Coordinación de Cambio Climático (DC3) de la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (AIDIS), con el apoyo del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (II-UNAM), la Asociación Mexicana de Ingeniería, Ciencia y Gestión Ambiental (AMICA), la Red Mexicana de Análisis de Ciclo de Vida (REMACV), así como por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), entre otras instituciones.

La consigna del Congreso fue difundir “conocimiento e innovación para afrontar los desafíos del cambio climático”, asimismo buscó que investigadores, tomadores de decisiones, funcionarios, empresarios, industriales, docentes, estudiantes y profesionales vinculados con los temas relacionados con el cambio climático, el mercado de carbono, el análisis de ciclo de vida, el medioambiente y la sostenibilidad en general, generaran discusión y compartieran experiencias a través de trabajos técnico-científicos y conferencias magistrales realizadas por destacadas personalidades en el área.

La tesis de Hernández Montilla puede consultarse en:
http://bibliotecasibe.ecosur.mx/sibe/resultados?sb[req][]=Mariana+Carolina+Hern%C3%A1ndez+Montilla

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Información: Maleny Beberaje

Ecosur impulsa prácticas sustentables en la ganadería para mitigar los efectos del cambio climático

José Armando Alayón Gamboa
Investigador de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), en la Unidad Campeche
Departamento de Conservación de la Biodiversidad
jalayon@www.ecosur.mx

Ante el aumento en la demanda de productos de origen animal que enfrentamos en el siglo XXI debido al creciente aumento poblacional, el Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) impulsa la introducción de sistemas silvopastoriles para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el ganado.

La demanda creciente de productos de origen animal y la forma de producción de estos alimentos han provocado que los sistemas de producción ganadera liberen a la atmósfera el 18% del total de gases conocidos como de efecto invernadero (GEI).

La producción de estos GEI ocurre de forma directa, principalmente, por el mal manejo de las excretas que liberan óxido nitroso, y por la producción de metano en el rumen y tracto digestivo de los animales; y de forma indirecta al sustituir selvas y bosques por praderas de pasto, que provocan la liberación de dióxido de carbono, y por la aplicación fertilizantes sintéticos que emiten a la atmósfera óxido nitroso.

En este contexto Ecosur busca estrategias que repercutan positivamente en la economía de los agricultores, que mejoren las condiciones ambientales del sistema agropecuario y  el bienestar animal, que apoyen la recuperación de áreas degradadas por el pastoreo o sobrepastoreo, que brinden servicios ambientales, promuevan la diversidad biológica, la preservación de recursos críticos como el agua y el suelo, y la provisión de alimentos sanos y seguros con valor adicional para los consumidores.

Desde la aproximación del manejo de los recursos ambientales, cada vez se entiende mejor que uno de los múltiples factores claves para impactar positivamente en las estrategias de mitigación es la promoción y reincorporación de árboles y arbustos nativos en las áreas de pastoreo.

Esto implica necesariamente cambiar la concepción que se tiene de la ganadería bovina extensiva en el sur de México, que es la proveedora de becerros en pie para otras regiones del país, y donde, como en otras regiones, se concibe a los árboles y arbustos de la vegetación natural como plantas no deseables en los potreros de gramíneas.

Antes de la adopción de los modelos de ganadería bovina con extensas praderas, la ganadería hacía uso de la vegetación natural y de otros recursos locales donde se practicaba. En varios estados del sur México —Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Yucatán—, estas prácticas persisten en muy pocos agricultores. Se han rescatado algunas especies de arbustos y árboles para promover nuevos modelos conocidos como sistema silvopastoriles que se adaptan a cada condición local y que han mostrado sus bondades en términos productivos, de bienestar animal, económico y ambiental, inocuidad en los alimentos, y sostenibilidad en la producción.

En el terreno ambiental y de la salud animal, el uso de algunas de estas plantas, que tienen compuestos conocidos como metabolitos secundarios —sustancias que favorecen el control de parásitos en los animales— pueden ayudar a reducir significativamente la producción del gas metano que se libera a la atmósfera. La disminución de la producción de gas metano en un animal rumiante, como el bovino, significa un ahorro de energía que éste puede usar para crecer o producir carne o leche, de ahí la relevancia de investigar las mejores estrategias en sistemas locales para reincorporar las distintas especies de plantas y cuantificar con precisión cuánto disminuye la producción de metano, así como entender cuáles son los mecanismos de acción de estos compuestos dentro del microambiente donde interactúan con otros organismos conocidos como bacterias, protozoarios y archaeas.

En México, apenas se comienza a desarrollar infraestructura para cuantificar con precisión la producción de gas metano en estudios bajo condiciones controladas, y son incipientes los esfuerzos por consolidar investigaciones para métodos de medición en condiciones de campo, mientras que el estudio de los metabolitos secundarios ha atendido los efectos sobre la producción animal, la dieta y el consumo, y la salud animal.

Pocos esfuerzos se están enfocando en explicar los mecanismos de acción y la detección precisa de los compuestos químicos de las plantas incorporadas en modelos silvopastoriles, menos aún se ha investigado cómo estos compuestos podrían interactuar con la genética de los animales y los microorganismos.

Estos aspectos biotecnológicos vislumbran posibilidades de innovación en ciencia animal, y en especial en la ganadería bovina, mediante consorcios de investigación interinstitucional y multidisciplinaria. Los avances en innovación tecnológica por sí solos tampoco serán la solución a los problemas que enfrenta la ganadería si no se concibe como un elemento más dentro de estudios con un enfoque integral de los sistemas de producción, donde se priorice su capacidad de resiliencia y adaptación a los efectos del cambio climático.

En zonas ganaderas de Chiapas, Campeche, Tabasco y Yucatán, Ecosur está integrando esfuerzos interinstitucionales en la búsqueda de modelos prácticos de sistemas silvopastoriles con una visión integral (holística), que combine la agroecología y la conservación, para que sean adaptados a condiciones locales de los productores.

Con la Universidad Atónoma de Chiapas (UNACH), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la Universidad de Chapingo, El Colegio de Posgraduados (COLPOS), la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), la Universidad  Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), y el Centro Agronómico Tropical en Investigación y Enseñanza (CATIE) de Costa Rica, estamos revalorizando el conocimiento tradicional de los productores, al mismo tiempo que evaluamos sus impactos productivos, económicos y ambientales. A la par, estamos desarrollando métodos de aplicación  en campo y en laboratorio para medir la contribución de los sistemas silvopastoriles en la reducción de la producción de metano y óxido nitroso. Asimismo hemos comenzado a proponer nuevos modelos para evitar la transformación de selvas a praderas, evaluando el significado de estas prácticas en los mecanismos de interacción de los metabolitos secundarios con el microambiente de los animales rumiantes y en la producción animal.

En este último aspecto se busca potenciar la bondad de la alta diversidad vegetal con que cuentan las selvas tropicales del sur de México, tratando de entender los mecanismos de acción de diferentes metabolitos secundarios de las plantas con el microbioma (bacterias, protozoarios y archaeas)  que habita en los animales rumiantes y su significado en términos productivos, económicos y ambientales, experimentando con diversas especies de plantas conocidas tanto en la literatura científica como con otras especies poco estudiadas e investigadas hasta el momento.

Destacan la resiliencia de los bosques neotropicales secundarios y su alta capacidad de captura de carbono

El doctor Ben H. J. de Jong, la doctora Susana Ochoa Gaona, investigadores del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad, y el doctor Hans Van der Wal, investigador del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente, de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) son co-autores del artículo “Biomass resilience of Neotropical secondary forest”, publicado el 3 de febrero en la versión electrónica de la revista Nature.

La publicación, generada por la Red de Investigación Colaborativa 2ndFOR en bosques secundarios, conformada por 65 investigadores de 15 países diferentes, de la que forman parte los investigadores de Ecosur y de otras instituciones mexicanas como el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), destaca la alta resiliencia de los bosques tropicales secundarios y su capacidad de capturar grandes cantidades de carbono.

El artículo analiza la recuperación de la biomasa aérea en 1500 parcelas forestales en 45 sitios en América Latina. “La captura de carbono es sorprendentemente rápida en estos bosques jóvenes que vuelven a crecer una vez que los potreros o campos agrícolas son abandonados. Después de 20 años, esos bosques recuperan entre 20 y 225 toneladas de biomasa por hectárea. Esto corresponde a una captura de 3.05 toneladas de carbono por hectárea por año, que es 11 veces mayor que el índice de captura de los bosques primarios”, explica el profesor Lourens Poorter, autor principal de la publicación.

La recuperación de biomasa fue mayor en áreas con alta precipitación y disponibilidad de agua durante todo el año, mientras que la fertilidad del suelo o la cantidad de cubierta forestal en el paisaje circundante tuvo menor peso en explicar este proceso.

“Elaboramos también un mapa de la recuperación potencial de biomasa en bosques secundarios en Latinoamérica. Esto permite que los tomadores de decisión a nivel local y nacional puedan usar esta información para identificar las áreas con rápida recuperación y alto potencial de captura de carbono”, indicó la coautora Danaë Rozendaal, de la Universidad de Regina en Canadá.

En el contexto de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2015, realizada del 30 de noviembre al 11 de diciembre en Paris, el profesor Frans Bongers, de la Universidad Wageningen, coautor de la publicación, expresó “Necesitamos activar las políticas que reduzcan las emisiones de carbono e incrementen la absorción de carbono. Por lo tanto, instamos a detener la deforestación y proteger los bosques tropicales de edad madura, y a promover la regeneración natural de los bosques secundarios en zonas deforestadas. La regeneración de los bosques secundarios claramente merece más atención por parte de los tomadores de decisiones locales, nacionales e internacionales: es una solución barata y basada en la resiliencia de la naturaleza que tiene un potencial tremendo en la mitigación del cambio climático a través de la captura de carbono durante el proceso de recuperación”.

Los co-autores de Ecosur indican que en el contexto mexicano es deseable poner mayor énfasis en investigación e invertir en programas de manejo y conservación de las selvas secundarias y en general en los mosaicos regionales de agroecosistemas, por su contribución a la conservación de la biodiversidad, la captura de carbono y otras funciones ecosistémicas.

La Red de Investigación Colaborativa 2ndFOR se enfoca en el estudio de la ecología, la biodiversidad, y los servicios ecosistémicos de los bosques secundarios, que resultan de la intervención humana sobre las selvas. La Red 2ndFOR es coordinada por los profesores Lourens Poorter y Frans Bongers, de la Universidad Wageningen, y la doctora Danaë Rozendaal, de la Universidad de Regina en Canadá.

Imagen: Biomass resilience of Neotropical secondary forests : Nature : Nature Publishing Group

Alternativas comunitarias para el beneficio local en la Revista Sociedad y Ambiente

La reciente edición de Sociedad y Ambiente, revista científica de Ecosur, está centrada en las tendencias de sustentabilidad a través de acciones que realiza la población, tanto urbana como rural, y que generan alternativas en beneficio de los mismos grupos sociales.

Este número contiene cuatro artículos y una nota científica que describen las actividades, proyectos y la transformación social, cultural, económica, territorial, productiva y ambiental, que determinados grupos han impulsado para la mejora de sus propias comunidades.

En el artículo “Transformación y reestructuración territorial en una zona rural de la región pulquera de los Llanos de Apan”, se describe la transformación que ha tenido una localidad rural debido a la diversificación en su producción de pulque, lo que generó en esa comunidad un sentido de “nueva ruralidad”, que le permitió vincularse a las actividades productivas propias de una población urbana.

El artículo “Riesgos de las actividades económicas urbanas sobre la población, Nogales, Sonora: respuestas ante emergencias”, muestra el trabajo realizado por esta región urbana del norte del país y presenta un modelo espacial ante emergencias que permite alertar a su población de los riesgos que un crecimiento urbano acelerado supone.

“El indio que todos quieren: El consumo de lo ‘huichol’ tras la batalla por Wirikuta”, presenta una visión del crecimiento por el consumo de productos de un pueblo que gracias a su incansable lucha logra posicionarse y ser referente de la cultura visual indígena y de filantropía.

En cuanto a la adaptación de nuevos modelos de producción como ejemplo de beneficio local, el artículo “Transformadora Integral Potosina de Bagre y Tilapia: Un nuevo modelo de producción acuícola en la Huasteca potosina”, presenta cómo esta comunidad aprovechó la tendencia de la acuicultura —como una actividad productiva prioritaria para las necesidades nutricionales de la población— para implementar una estrategia regional que en conjunto con la innovación productiva generó un nuevo modelo de comercialización.

La nota científica “Desarrollo de una alternativa ecológica para la fabricación de estructuras auxiliares de madera”, nos remite al ideal de aprovechamiento de nuestros desechos y a ver a la basura como un área de oportunidad. El proyecto presenta una alternativa ecológica de un nuevo material compuesto de desechos de madera y plástico reciclado (PET), útil para la industria de la construcción, lo que supondría una reducción en el consumo de madera y una opción más para detener el deterior ambiental.

Consulta la revista en: http://revistas.ecosur.mx/sociedadyambiente/index.php/sya/issue/current/showToc