
Te presentamos la entrevista realizada a Tania Cruz Salazar, investigadora del Departamento de Sociedad y Cultura en la Unidad San Cristóbal, en el podcast Rumbo al Norte del 19 de octubre.
Te presentamos la entrevista realizada a Tania Cruz Salazar, investigadora del Departamento de Sociedad y Cultura en la Unidad San Cristóbal, en el podcast Rumbo al Norte del 19 de octubre.
*Ramón Mariaca Méndez Investigador Titular de El Colegio de la Frontera Sur rmariaca@ecosur.mx
*Alba González Jácome Profesora Visitante del Departamento de Agroecología de la Universidad Autónoma Chapingo e Investigadora Emérita del S.N.I. gonzalez.jacome@yahoo.com
Se ha dicho que México es la cuna del maíz, cuando la realidad es que el maíz es la cuna de México.
El maíz ha sido y es fundamental entre los pueblos mayas del sureste de México donde le llaman “Ixim” y lo cultivan en milpas junto con muchas otras especies asociadas e intercaladas –pueden ser hasta 35 y más- que también reciben un nombre específico en cada legua.
La adopción total del maíz por los pueblos del sureste se puede ver en la iconografía olmeca desde tiempos muy tempranos. Ahí aparece la figura del grano de maíz en forma de cabeza con rostro de donde emerge una planta incipiente asociándose esto con el surgimiento del dios, dueño o señor del maíz. Esta planta ha sido y es fundamental entre los pueblos mayas del sureste de México donde le llaman “Ixim” y lo cultivan en milpas junto con muchas otras especies asociadas e intercaladas –pueden ser hasta 35 y más- que también reciben un nombre específico en cada legua (por ejemplo; Ko’ol o ich ko’ol entre los mayas peninsulares; Choj, Cho o Chob entre los chontales de Tabasco; Ch’olel entre los ch’oles de Tabasco y Chiapas; Ko’or entre los lacandones Kaltik o k’altike entre los tseltales; Chomtib Chobtik entre los tsotsiles; ‘alaj entre los tojolabales y Kjo’n entre los mames). Para los zoques es conocido como Mojkama, kama o Mok.
No se sabe con precisión a qué se debe esta deificación del maíz, sin embargo, el que germine y produzca en diferentes condiciones ambientales, y el que permita una inmensidad de formas de consumo, serían una importante razón. Otra es algo que mencionan algunos campesinos indígenas actuales cuando se les pregunta estando en sus milpas: “mira cómo esta planta tan hermosa con sus hojas extendidas parece una madre dispuesta a abrazar a sus hijos”.
Esto último pareciera justificar por sí mismo el que antes y después del ciclo agrícola existan más de diez momentos rituales asociados al maíz. Desde la abstinencia sexual días antes de la siembra o el pedir permiso a las mazorcas para desgranarlas un día antes de las seis de la tarde (porque el maíz “duerme después”) entre algunos pueblos de Chiapas, hasta recibir con rezos e incienso al señor maíz “en su casa”, granero o na’il ixim en la cosecha y poner abajo, en el altar a mazorcas identificadas como la mamá del maíz (Me´ixim) y su papá (Tot ixim) para que lo acompañen, junto con otras que pueden ser los “guardianes del maíz” (mayol ixim) e incluso el “corazón del maíz” (yolton ixim) entre los tsotsiles y tseltales. Esto sucede, debido a que entre estos pueblos, para los milperos más tradicionalistas, el maíz es considerado como equivalente a Jesucristo y como tal se le trata con mucho cuidado y respeto.
Otras ceremonias que no deben faltar es la petición de lluvias el 3 de mayo en Chiapas y Tabasco o durante el cha’ chaac en la Península de Yucatán durante el período canicular. También está el hanli ko’ol maya para agradecer a los dioses (Yum kaax o dueño de los montes y las milpas entre otros) por la cosecha. Finalmente está el convido de lo mejor Chomtib Chobtik entre los tsotDiversidad de maíces. Enrique Pérez S. de la cosecha anual a nuestros ancestros en el altar de muertos en la fecha de “todos santos” o el consumo obligado de tamales durante el día de la Candelaria. Además, en parte de la geografía mayense del sureste, al morir una persona se le pondrán en el féretro granos de maíz (p.e. entre los lacandones) o tortillitas rituales (entre tseltales, tsotsiles, tojolabales y ch’oles).
Finalmente, cabe decir que dada su increíble plasticidad genética, las razas de maíz que llegaron para quedarse en nuestro territorio son muchas, siendo las más sobresalientes: Nal-tel (seguramente la primera en llegar), Tuxpeño, Olotón, Comiteco, Olotillo, Tepecintle, Vandeño, Zapalote Grande, Zapalote Chico y Tehua. Como resultado de ellas y de sus cruzas, existen cientos de variedades locales cultivadas por las familias mayas a veces durante muchas generaciones, sin perder su semilla, y que a la fecha no han sido del todo identificadas y clasificadas más que por su nombre común. Esto, como ya se dijo, se encuentra asociado a cientos de platillos diferentes e incluso muchas formas de tortillas y tamales.
Tan solo entre estos últimos es de llamar la atención que en Tabasco podamos encontrar más de 11, (entre los que destacan: el de cabeza de puerco, de chipilín, de masa colada con carne de pavo, de pejelagarto, los chanchamitos, las maneas, los de carne deshebrada, los mones o tamales de pescado, los de chaya, los de frijol con chicharrón y los de masa colada con caminito o con presa de pollo o puerco), en Chiapas son más de 17 (destacan: los de cambray, de chipilín, de chipilín con camarones, de toro pinto, de santa maría, los untado, de ajonjolí, los nolochis, de elote o pictés, de azafrán, de bola, de mole, el pitubil, y el chenekwah’). En la Península de Yucatán podemos disfrutar al menos: los colados, los vaporcitos o tamales torteados, el brazo de reina, de maculán u hoja santa, el de chaya, el polkán, el de xpelón, el chachacuah o tamal enterrado y los famosos “pibipollo”, pib o mucbi-pollo.
Dicho lo anterior, adorado maíz, padre de nuestra cultura maya milenaria, bienvenido al sureste de México, porque llegaste para quedarte.
ARTÍCULO PUBLICADO EN: La Jornada del campo 19/10/24, Pag. 24
*Hugo Perales, Grupo de Agroecología El Colegio de la Frontera Sur, San Cristóbal, Chiapas hugo.perales.rivera@gmail.com
Poco más que el 20% de la siembra de maíz en México se hace bajo riego en tierras planas, en estos ambientes las semillas comerciales sí son las más comunes, como también en las tierras relativamente planas y con lluvia abundante en la temporada de crecimiento de maíz. Sin embargo, más del 80% de las siembras de temporal se tienen que hacer en ambientes con lluvia limitada o variable, o en tierras con mucha pedregosidad o pendiente y erosionadas.
Desde hace más de 30 años en México se siembran entre 7 y 8 millones de hectáreas con maíz, en el año 2024 más de la mitad de esta tierra se cultiva con semillas de variedades tradicionales. ¿Son los agricultores mexicanos tan tradicionales que no conocen o se niegan a usar las semillas “mejoradas”?
Hay varias formas para clasificar las semillas que se usan en la agricultura. Una clasificación importante distingue entre las semillas que se producen por empresas comerciales (o instituciones) y las que producen los agricultores. Estos dos sistemas de producción de semilla, llamados formal e informal, no están realmente separados, aunque sus relaciones de intercambio de semillas son predominantemente al interior de cada uno.
Desde hace más de 7 décadas hay instituciones agrícolas y empresas comerciales desarrollando y produciendo variedades de maíz, por medio de métodos científicos y técnicos, para las condiciones de México. Las semillas que se producen por estos métodos se conocen como “mejoradas” o comerciales, o híbridos en el caso del maíz, y son importantes en algunas regiones del país.
En contraste, muchas variedades de maíz, y de otros cultivos, han sido desarrolladas y son mantenidas por los agricultores, con nula intervención técnica o institucional. Estas semillas se conocen como variedades tradicionales, o nativas, y México tiene aún muchas, en particular para los cultivos que se originaron en el país, como lo son el maíz, frijol, chile, calabaza, tomate, jícama y otros.
Aunque no tenemos medidas directas de cuántas variedades tradicionales de maíz se siembran ni en cuánta superficie, sabemos que poco menos de 30% de la superficie se siembra con semillas híbridas. Algo de esta semilla se usa más de un año y un poco también se mezcla con variedades tradicionales, estas cantidades no las conocemos, pero difícilmente representan más de 10%. El hecho es que 70% de la superficie que se siembra en México se hace con semilla que producen los agricultores, y seguMaíz bolita, Ixtenco. Marisol Reyna ramente más de la mitad de esta es de variedades tradicionales.
¿Siete décadas y sólo un 30% de la siembra de maíz con semilla comercial? ¿Cómo es posible que la semilla de variedades tradicionales siga siendo tan importante? Este es un problema que no está totalmente resuelto, pero sí conocemos varios aspectos que nos sugieren que no hay algo incoherente en las decisiones de los agricultores. Al contrario, es posible proponer que las decisiones son racionales si se describen desde la perspectiva de los agricultores.
Además, hay un conjunto de ideas que se suponen verdaderas pero que son demasiado simplistas a este respecto. Por ejemplo, el discurso convencional supone que las variedades “mejoradas” son superiores a las tradicionales en rendimientos y otras características. Si bien esto es cierto para algunos ambientes de México, actualmente no es un hecho en todos, ni para todas las características. Poco más que el 20% de la siembra de maíz en México se hace bajo riego en tierras planas, en estos ambientes las semillas comerciales sí son las más comunes, como también en las tierras relativamente planas y con lluvia abundante en la temporada de crecimiento de maíz. Sin embargo, más del 80% de las siembras de temporal se tienen que hacer en ambientes con lluvia limitada o variable, o en tierras con mucha pedregosidad o pendiente y erosionadas. Bajo este tipo de condiciones las semillas comerciales rara vez tienen ventajas sobre las tradicionales, en estos ambientes las variedades nativas son iguales o mejores que las semillas comerciales disponibles.
Además, no todas las características de las semillas comerciales son sobresalientes. Por ejemplo, para familias que consumen su producción las variedades comerciales se pican mucho más por daño de insectos cuando son almacenadas en los hogares. Es muy común que el totomoxtle (o joloche) de los híbridos no cubre bien la mazorca y presentan fácil entrada de los insectos. Aunque las variedades híbridas se pueden usar para tortillas y otras preparaciones, no han sido diseñadas para su calidad en platillos importantes de la cocina mexicana, incluyendo tortillas.
Hay otras razones por las que las semillas comerciales no son dominantes. Tal vez la más importante es que para muchos agricultores y sus familias el maíz es una activi19 lucionando. Se ha debatido si las variedades tradicionales deben mantenerse bajo las mismas condiciones de manejo en que fueron creadas y, relativamente, idénticas a como se conocieron. Sin entrar en los detalles del debate, un aspecto ineludible es que las condiciones ambientales y sociales no son estáticas y si las variedades tradicionales pueden seguir siendo viables como semillas requieren adaptarse a los cambios. dad económica para la seguridad alimentaria de los hogares, y no una actividad netamente comercial, aunque se venda una parte de la producción. Más del 80% de unos 2.7 millones de hogares que producen maíz no están enfocados en el objetivo agronómico clásico de máximo rendimiento. Una producción que ayude a la seguridad alimentaria del hogar a un costo bajo es más importante que el máximo rendimiento, o el máximo ingreso neto monetario.
¿Qué implica lo anterior?
En muchas regiones y ambientes de México las semillas de variedades tradicionales son las únicas disponibles que están adaptadas al ambiente local y social. Aunque desde el punto de vista científico y técnico siempre se puede proponer que se podría hacer mejor, el hecho es que esto no ha sido el caso. Por otro lado, es difícil imaginar que la oferta de semillas comerciales pueda ser suficiente o adecuada para un país con la complejidad ambiental y social de México, y en un cultivo tan variable y con usos culturales ancestrales. La industria de semillas comerciales tiene interés en ofertar grandes cantidades de semilla de pocas variedades que son adecuadas en macro-ambientes extensos. La oferta de semilla para los múltiples microambientes y usos del maíz en México muy posiblemente se tiene que resolver por el camino de semillas producidas por los agricultores.
Un aspecto fundamental es que para que las variedades tradicionales sigan siendo vitales y se conserven requieren seguir evolucionando. Se ha debatido si las variedades tradicionales deben mantenerse bajo las mismas condiciones de manejo en que fueron creadas y, relativamente, idénticas a como se conocieron. Sin entrar en los detalles del debate, un aspecto ineludible es que las condiciones ambientales y sociales no son estáticas y si las variedades tradicionales pueden seguir siendo viables como semillas requieren adaptarse a los cambios.
Adaptamos nuestros cultivos con variabilidad genética, generalmente cruzando variedades y seleccionando la descendencia para distintos ambientes y propósitos. Esto también sucede en las variedades tradicionales. Aunque no se haga metódicamente, cuando se cruzan variedades entre parcelas vecinas, o entre las variedades de un mismo agricultor, o al introducir semillas de otras comunidades o regiones el proceso de fondo es el mismo, cruzamiento y selección. El libre intercambio de semillas está en la base del proceso evolutivo que permite el éxito de las variedades nativas mexicanas. Aunque no existe un impedimento al libre intercambio de semillas de variedades nativas, el persistente aumento de los derechos intelectuales de la industria de semillas comerciales constituye una limitante indirecta que requiere acotación.
México es distinto a otros países en su relación con el maíz. Al ser el centro de origen de la especie los pobladores de México tienen una relación ancestral, y las características del maíz lo hicieron fundamental en la alimentación a través de todo el territorio. Aunque aun no conocemos los detalles del proceso es muy posible que el ser cultivado en muchos ambientes, por muchos hogares y para múltiples propósitos y, con una base genética muy amplia, ha permitido que el maíz nativo mexicano siga evolucionando y siga siendo de gran importancia en la alimentación del país. Consumamos productos elaborados con nixtamal fresco.
ARTÍCULO PUBLICADO EN: La Jornada del campo 19/10/24, Pag. 19
*Alba González Jácome Profesora Visitante del Departamento de Agroecología de la Universidad Autónoma Chapingo e Investigadora Emérita del S.N.I. gonzalez.jacome@yahoo.com **Ramón Mariaca Méndez Investigador Titular de El Colegio de la Frontera Sur rmariaca@aflores
Al comenzar a sembrar y cosechar semillas de maíz, junto con otras plantas como calabazas, chiles, guajes, frijoles, amarantos, ciruela mexicana, entre otras, se produjo un incremento relativamente lento pero progresivo en el tamaño de las mazorcas y de sus granos, al grado de poder comenzar a molerse para generar harinas.
Las evidencias arqueobotánicas actuales, indican que el maíz inició un largo viaje al sureste de lo que hoy es México, acompañando a grupos de cazadores-recolectores e incipientes cultivadores desde la cuenca media del Río Balsas -donde se originó-, mutando de la combinación entre el teocinte (var. parviglumis) y el maíz (Zea), aportando algunos elementos alimenticios que se consumían hervidos y la savia dulce de sus tallos jóvenes.
Hace unos 8,890 años AP (La abreviatura AP refiere Antes del Presente año actual), los pobladores contaban con pequeñas mazorcas de pocos centímetros de largo, con un raquis (olote) delgado y pocos granos cubiertos por un pericarpio duro (glumen) que los cubrían casi por completo, dificultando su consumo humano. La selección de mazorcas y granos incrementó el tamaño de las mazorcas y del raquis, además de reducir el pericarpio que cubría los granos que se modificaron por la acción humana. Esta modificación facilitó el consumo del maíz, que también se fue adaptando a las condiciones de inclinación de los lugares, cercanía a fuentes de agua, humedad, tipo de suelos, temperaturas y otras condiciones de cultivo.
Su recorrido comenzó en la cuenca media del río Balsas, cerca de Iguala Guerrero, entre Teloloapan, Arcelia y Valle de Bravo, región cuya altitud va de los 900 a 1,400 msnm. Ahí en el abrigo rocoso de Xihuatoxtla, se descubrieron restos fosilizados de maíz, fechados en 8,890 años AP. De aquí el maíz se difundió poco a poco a los valles centrales de Oaxaca. En la Cueva Guilá Naquitz y el refugio rocoso Sylvia se encontraron varias plantas domesticadas y maíz con una antigüedad de 8,250 años AP. Al parecer de ahí se llevó maíz al Valle de Tehuacán, cuya datación en la cueva San Coxcatlán es de 7,310 años AP
Al comenzar a sembrar y cosechar semillas de maíz, junto con otras plantas como calabazas, chiles, guajes, frijoles, amarantos, ciruela mexicana, entre otras, se produjo un incremento relativamente lento pero progresivo en el tamaño de las mazorcas y de sus granos, al grado de poder comenzar a molerse para generar harinas. Ese inicio de su domesticación por el ser humano, también le quitó su capacidad de reproducirse por sí mismo, teniendo entonces sus nuevos cultivadores y cultivadoras, la responsabilidad de guardar semillas para ser sembradas en la próxima temporada de lluvia.
De esta forma, el maíz comenzó a viajar junto con pequeñas bandas de emigrantes al sur, a través de selvas bajas pasando de Oaxaca a territorios chiapanecos, habiéndose encontrado vestigios de plantas cultivadas –maíz principalmente- fechados alrededor de 6,400 años AP., según hallazgos arqueobotánicos, realizados en varios puntos del Soconusco y en el Tlacuachero, en el actual municipio de Acapetahua. De ahí la información arqueológica y paleobotánica indica que el maíz fue llevado a los Altos de Guatemala y fue descendiendo hasta el Petén guatemalteco y Belice donde llegó hace 5,575 años AP. También se han encontrado restos de polen muy antiguos en el oeste de Tabasco, en un sitio denominado San Andrés que data de hace 5,100 años AP. Asimismo viajó hacia Centro y Sur América donde hace 3,000 años ya estaba presente en Colombia y hace 2,700 años en el Perú.
Regresando al sureste de México, donde la población inicialmente se alimentaba de la cacería, la pesca y del consumo de frutales, raíces y tubérculos principalmente, se sabe que hacia el año 3,000 AP, comienzan a establecerse las primeras aldeas permanentes que con el paso de los años dieron lugar a grandes urbes durante el período formativo o preclásico, siendo San Lorenzo Tenochtitlan, en el sureste de Veracruz, el primer centro Olmeca importante durante el periodo Preclásico (3,500-2,900 AP); la primera ciudad maya, recientemente descubierta en 2017, fue Aguada Fénix en el municipio de Balancán, Tabasco y cuya antigüedad se ha fijado en el 3,000 AP. Después aparecieron otras importantes urbes como La Venta en el Tabasco Olmeca, Ceibal en el Petén Guatemalteco (2,400 AP – 1,800 AP), Cuello en Belice (2,900 AP) y Rosario Izapa, cercano a Tapachula y cuyo esplendor se dio entre 2,650 y 1,900 AP. Es obvio decir que estas ciudades fueron primero pequeños asentamientos cuya antigüedad se remontaba a varias centurias atrás.
Un aspecto que es de llamar la atención es que, siendo el maíz una planta llegada de afuera, desde tiempos muy tempranos se apoderó de la vida y corazón de los habitantes de estas zonas, al grado de convertirlo en una planta sagrada desde entonces. Esto lo sabemos porque en un sitio arqueológico del Petén guatemalteco llamado San Bartolo, al noreste de Tikal, se encontraron unos frescos o pinturas murales fechadas hace 2,100 años AP, donde entre otras cosas aparece el drama de Hu nal ye’ o Señor del maíz de la manera como unos 1,500 años después sería plasmado en el códice Dresde y el Popol Vuh y sigue vigente en la tradición oral de muchos pueblos de las alrededor de 32 lenguas mayas actuales ¡2,100 años después!
ARTÍCULO PUBLICADO EN: La Jornada del campo 19/10/24, Pag. 15
Entrevista realizada a Antonio Saldivar Moreno, director General de ECOSUR, sobre el 30 aniversario de El Colegio de la Frontera Sur, en Suprema Radio.
Chiapas ha perdido en los últimos 50 años 43 por ciento de sus bosques, y a la fecha sólo 18 por ciento de la cobertura vegetal puede considerarse natural, afirmó Jorge León, investigador del Departamento de Conservación de la Biodiversidad en El Colegio de la Frontera Sur.
Es una severa crisis ambiental y se extrapola a zonas no tan diversas en México como bosques de pino, donde la devastación ha ido de la mano de la expansión urbana y de intereses de explotación forestal, agrícola y agropecuaria en general
, sostuvo.
En el contexto del noveno Congreso Mexicano de Ecología, que se realizó esta semana, León indicó que en San Cristóbal se han perdido más de 50 por ciento de los manantiales de donde se surte de agua a la población
.
Añadió que los ríos están contaminados, que las selvas, bosques y áreas que eran bellas y representativas de Chiapas, ahora están degradadas y la degeneración se expande
.
En entrevista, expuso que todo ello, incluyendo la aniquilación
de los humedales, es consecuencia de la sobrexplotación, invasión y poco control en los territorios.
Será difícil recuperarlos. A los pocos remanentes de humedales se les sigue presionado a través de construcciones, expansión urbana, del descontrol con respecto a la zonificación y protección de los mismos, no sólo es un problema ambiental, sino de planeación en la ciudad
, expresó.
León explicó que el citado congreso reunió entre el 6 y 11 de octubre a más de mil 500 académicos y especialistas relacionados con aspectos ambientales y ecológicos nacionales y de otros países.
“Participaron actores de la sociedad civil y autoridades; fue una variedad que incluyó 43 simposios, con contenidos de hasta 350 ponencias, conversatorios, talleres, precongresos y cursos.
Hubo diversas actividades con la intención de construir puentes con la sociedad, pues se ha pretendido acercar a ella los conceptos, la parte teórica y todo lo relacionado con la crisis ambiental
, señaló.
Este tipo de encuentros, dijo, son necesarios para llevar a la mesa de discusión temas importantes que tienen que ver con la pérdida de la biodiversidad, los problemas que están en el campo respecto a la producción de cultivos, la crisis del agua, así como aspectos que tienen que ver con el manejo de poblaciones de especies animales y vegetales
.
NOTA PUBLICADA EN https://www.jornada.com.mx/2024/10/13/estados/021n2est
Investigadores de diferentes instituciones de educación superior e investigación y posgrados capacitaron a hombres y mujeres de la ranchería El Topón, en el municipio de Pijijiapan, dedicados principalmente a la pesca, en temas como cambio climático y conservación de manglares.
El taller “Sistemas de manglares ante el cambio climático: estrategias comunitarias para su conservación”, fue realizado con el objetivo de analizar de manera colectiva, conceptos, características y principales problemas que afectan a esta especie arbórea; discutir aspectos de gobernanza comunitaria, batimetría y ecología trófica.
Participaron 33 personas (23 hombres y 10 mujeres) de la Cooperativa Agostaderos de Topón, así como instituciones federales y municipales.
Fue organizado por Víctor Manuel Velázquez Durán, investigador posdoctoral del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), Unidad Tapachula, y Raimunda Santana, del Instituto Trilhas de San Cristóbal de Las Casas.
Emilio Romero Berny, investigador del Instituto de Ciencias Biológicas de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), explicó cómo afecta la profundidad a la pesca y mostró, mediante ilustraciones, el ciclo de vida de los pargos y camarones en los manglares, zacates, arrecifes profundos y en el mar abierto.
Detalló el concepto de batimetría y sus usos en diferentes profundidades. Además, presentó un estudio realizado en el sistema de Carretas-Pereyra.
Jesús Manuel López Vila, investigador del Centro de Investigaciones Costeras-Laboratorio Interdisciplinario de Ecología Costera de la Unicach, Campus Tonalá, habló sobre la importancia de las lagunas costeras, el concepto de ecología trófica, y la medición y cuantificación de la alimentación de los animales.
Hizo referencia a los modelos tróficos, que son representaciones gráficas de fenómenos, sistemas o procesos que sirven para analizar, describir, explicar y simular su funcionamiento.
NOTA PUBLICADA EN https://www.cuartopoder.mx/chiapas/capacitan-a-pescadores-sobre-importancia-de-los-manglares/509550
Este miércoles 23 de octubre inicia el Noveno Seminario Binacional México-Belice con el tema “Desarrollo Sustentable en la Frontera México-Belice: Desafíos y Oportunidades”, en la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo (Uqroo) Campus Chetumal.
El Noveno Seminario Binacional México-Belice con el tema “Desarrollo Sustentable en la Frontera México-Belice: Desafíos y Oportunidades” es organizado por la Universidad de Belice (UB), la Embajada de México en Belice (Embamex), El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) Unidad Chetumal y la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo (Uqroo).
El seminario se realizará del 23 al 25 de octubre de 2024 y arrancará con la conferencia magistral “A menos de seis años para alcanzar la meta de los ODS, ¿Dónde estamos y hacia dónde vamos?”, a cargo de Alejandro Collantes Chávez-Costa.
Los Seminarios Internacionales Belice-México representan una de las principales actividades académicas desarrolladas para fortalecer la cooperación, promover espacios de intercambio en educación, investigación y temas de interés entre ambos países.
El Noveno Seminario Binacional México-Belice con el tema “Desarrollo Sustentable en la Frontera México-Belice: Desafíos y Oportunidades”, busca desarrollar conocimiento con relación al impacto social, económico y medioambiental en la frontera de los dos países participantes.
En los tres días de trabajo se presentarán 26 ponencias que abordarán los temas de recursos naturales, biodiversidad y agua; la resiliencia al cambio climático, la sostenibilidad y desarrollo sustentable, así como reconocer, identificar y catalogar los impactos económicos, sociales y ecológicos del cambio climático con evaluaciones holísticas de la vulnerabilidad climática.
Desde 2016, el Seminario Binacional México-Belice se ha realizado anualmente, con excepción de 2020, a causa de la pandemia por Covid-19, y se han abordado temas de movilidad y conectividad, cooperación académica, desarrollo sustentable, el agua como recurso estratégico, el impacto de la pandemia del Covid-19 en México y Belice y el sistema de arrecife compartido.
NOTA PUBLICADA EN https://sipse.com/novedades/alistan-noveno-seminario-binacional-mexico-belice-en-chetumal-479481.html