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Estudio muestra altos niveles de metales pesados en la región costera del sur de México

La zona costera del sur de México, como muchas zonas en el mundo, presenta niveles relativamente altos de contaminantes y especialmente de metales pesados, lo que representa un riesgo ecológico potencial, señala Manuel Mendoza Carranza, investigador de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), quien dirigió una investigación realizada en la Laguna San Pedrito, ubicada dentro del área de La Reserva de la Biosfera Pantanos de Centla, en Tabasco, y cuyos resultados serán publicados en la edición de marzo de la revista científica Environmental Pollution.

Los resultados del estudio denominado “Distribución y bioconcentración de metales pesados en una cadena alimenticia acuática tropical: un caso de estudio de una laguna estuarina tropical en el sur de México”, dirigido por Mendoza Carranza, del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad de la Unidad Villahermosa de Ecosur, demostraron que el zinc (Zn) fue el metal pesado más frecuente y abundante en la región y en el conjunto de especies de plantas, animales y otros organismos estudiados en el área.

El estudio abarcó el análisis de 18 especies de fauna, 13 de importancia comercial, y todas tuvieron metales pesados en sus tejidos musculares y se asociaron con una red de alimentos a base de detritus –residuos, generalmente sólidos permanentes, que provienen de la descomposición vegetales y animales. Asimismo, determinó que las concentraciones de cromo (Cr), plomo (Pb) y cadmio (Cd) en algunas especies comerciales, especialmente mojarras superaron los valores límites internacionales permisibles, por lo que señalan que el riesgo ecológico en la región puede ser catalogado como moderado.

“Estudiamos la bioacumulación de metales pesados, tomando en cuenta la carga suspendida en agua, sedimentos, plantas, moluscos, crustáceos y peces de diferentes niveles tróficos – omnívoros, planctívoros, herbívoros, detritívoros, zoobentos y piscívoros, comparando nuestros resultados con los valores de referencia nacionales e internacionales y haciendo una evaluación del riesgo ecológico potencial en ese importante humedal”, mencionan los investigadores participantes en el estudio.

Los metales pesados son componentes naturales del entorno, pero el aumento en sus concentraciones puede estar relacionado con actividades humanas. Su acumulación en la cadena alimenticia acuática, sobre todo en regiones influenciadas por la industria petrolera, representa un riesgo para el medio ambiente y la salud humana, de tal modo que los resultados de este estudio además de ser de gran importancia para analizar el comportamiento y las relaciones de estos contaminantes con el medio ambiente, son una puerta de entrada para investigaciones más amplias que permitan conocer mejor el estado de salud de los ecosistemas acuáticos.

Son coautoras de esta investigación Alejandra Sepúlveda-Lozada, del Leibniz Center for Tropical Marine Ecology (ZMT) en Alemania; Celia Dias-Ferreira, del Research Center for Natural Resources, Environment and Society del Instituto Politecnico de Coimbra en Portugal y Violette Geissen, del Soil Physics and Land Management Group de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos.

Presentación: http://audioslides.elsevier.com//ViewerLarge.aspx?source=1&doi=10.1016/j.envpol.2015.12.014

Fotos: Manuel Mendonza Carranza

Ecosur participa en foro para fortalecer la participación social en política pública pesquera

Alejandro Espinoza Tenorio, investigador del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad y del Grupo Académico (GA) de Manejo Sustentable de Cuencas y Zonas Costeras de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), participó en el Primer foro sobre el “Fortalecimiento de la participación social en la política pública pesquera”, en el Senado de la República dentro de las mesas de “Participación social en el manejo de los recursos pesqueros: evaluación del funcionamiento de las instancias de participación” y “Participación social en investigación pesquera: avances y retos actuales”.

El foro se realizó el 27 y 28 de enero y fue convocado por la Comisión de Pesca y Acuacultura del Senado de la República, la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) y diversas Organizaciones de la Sociedad Civil, como Comunidad y Biodiversidad (Cobi), Environmental Defense Fund (EDF) y Niparajá.

Durante el foro se analizó la situación actual y los principales desafíos para lograr la participación social efectiva en el manejo y la investigación pesquera, con la finalidad de definir propuestas de reformas legislativas específicas que la fortalezcan.

Al finalizar el foro,  se resaltó la prioridad sobre algunos aspectos dentro del sector, como el involucramiento equitativo de la sociedad en la investigación, la relevancia de la participación de la mujer en la pesca y el rol que juegan las organizaciones de la sociedad civil en los procesos de planeación pesquera, así como la revisión de la pertinencia de la normatividad existente y acelerar el decreto de aquella que aún está pendiente.

Ecosur realizará investigación sobre servicios ambientales en la Cuenca Grijalva-Usumacinta

Vera Camacho Valdez y Miriam Soria Barreto, investigadoras del programa de Cátedras Patrimoniales del Conacyt, presentaron en seminarios institucionales, en la Unidad San Cristóbal, las investigaciones que desarrollarán en el marco del proyecto ”Observatorio del flujo de los servicios ambientales en la Cuenca Grijalva-Usumacinta”, que coordina Andrea Sáenz-Arroyo, investigadora del Departamento Conservación de la Biodiversidad y que se realizará a lo largo de 10 años.

La cuenca del Grijalva-Usumacinta, con una extensión de más de 100 mil km2, ofrece diversos servicios ecosistémicos y es considerada una de las zonas con más diversidad biológica y cultural de México.

En su intervención, Vera Camacho explicó que en la reunión de Ecosistemas del Milenio, realizada en 2003, investigadores de 90 países concluyeron que 60% de los servicios ecosistémicos del planeta han sido degradados o no tienen un uso sustentable.

Dado que los servicios ecosistémicos están relacionados con el buen funcionamiento de los ecosistemas y con el bienestar humano, al proveer a la población de alimentos o ser amortiguadores de eventos extremos como huracanes, en el caso de los humedales y bosques, la investigación de Vera Camacho “Valoración económica y análisis espacial de servicios ecosistémicos de la Cuenca Grijalva-Usumacinta”, pretende calcular la valoración económica de los servicios ecosistémicos para brindar información a los tomadores de decisión para la conservación y uso sustentable de los recursos naturales.

Su investigación permitirá documentar el efecto del ser humano sobre los ecosistemas de la región, con objetivos específicos como el establecimiento y evaluación de un índice de integridad biológica para sus sistemas acuáticos, la descripción y análisis de los cambios en la diversidad genética de especies, establecimiento de modelos de deforestación, análisis de los flujos de servicios ambientales y sus transformaciones en capitales, y el análisis espacio-temporal e histórico a través de imágenes satelitales.

Por su parte, Miriam Soria Barreto presentó los detalles de su investigación “Evaluación y monitoreo de los ecosistemas acuáticos y la ictiofauna en la cuenca Grijalva-Usumacinta”. Indicó que el río Grijalva, además de presentar un alto índice de deforestación, posee cuatro embalses localizados a lo largo de la cuenca, que impiden la conectividad entre la parte alta y baja, acortando el flujo de nutrientes, energía y diversidad biológica de peces. Mientras que el río Usumacinta, además de ser mucho más extenso que el Grijalva, es continuo y no presenta embalses, lo que le favorece la conectividad entre la parte alta y baja de la cuenca, es decir, existe un flujo continuo de nutrientes y peces, sin embargo, es afectada por la deforestación, el cambio de uso de suelo y la presencia de especies invasoras, como el pez diablo.

A través de su investigación pretende establecer y evaluar el índice de diversidad biológica en los sistemas acuáticos para conocer el estado actual de los ecosistemas, así como desarrollar metodologías que permitan describir y analizar los cambios de la diversidad genética de ecosistemas terrestres y acuáticos con especies que se identifiquen en los procesos ecológicos del sistema.

Investigador de Ecosur participa en proyecto para medir el impacto económico de especies invasoras

Everardo Barba Macías, investigador del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad en la Unidad Villahermosa, participa en el “Curso de capacitación en análisis económicos de invasiones biológicas en México”, impulsado por Landcare Research de Nueva Zelanda y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).

El curso tiene el objetivo de iniciar estudios de valoración que permitan generar cifras reales acerca de los costos relacionados con el control y la erradicación de las especies exóticas invasoras en el país como el pez diablo.

El investigador de Ecosur participa en el curso con el proyecto “Análisis económico de la invasión del pez diablo y moluscos invasores en Tabasco”, línea estratégica del grupo académico de Manejo sustentable de cuencas y zonas costeras, de Ecosur.

A grupos de trabajo enfocados en el área de gestión de especies invasoras se les proporcionaron métodos para realizar análisis económicos para la erradicación o control de especies invasoras, así como la metodología y las herramientas para realizar análisis del costo-beneficio en el campo, haciendo hincapié en estimar los beneficios económicos y ambientales de la gestión de especies invasoras a nivel de proyecto.

La presentación y evaluación de los estudios se llevará a cabo en noviembre de 2016. Los mejores estudios serán considerados para ser publicados por la Conabio.

Estas actividades se realizan en el marco del proyecto “Aumentar las Capacidades Nacionales para el Manejo de las Especies Exóticas Invasoras (EEI) a través de la Implementación de la Estrategia Nacional de EEI”, que se realiza por la Landcare Research de Nueva Zelanda, con la colaboración de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), y el financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

 

Información: Everardo Barba Macías
Fotografía: Conabio

Sistema Estatal de Investigadores de Tabasco reconoce a investigadores de Ecosur

Manuel Mendoza Carranza, Regino Gómez Álvarez y Everardo Barba Macías, investigadores de la Unidad Villahermosa de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), fueron reconocidos el 26 de noviembre por el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Tabasco (CCYTET) por su destacada labor como investigadores.

Manuel Mendoza Carranza y Everardo Barba Macías fueron reconocidos por ser de los investigadores con mayor producción científica en la convocatoria 2015 y Regino Gómez Álvarez por su permanencia durante 16 años en el Sistema Estatal de Investigadores (SEI).

Manuel Mendoza Carranza pertenece al Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad y al grupo de Manejo Sustentable de Cuencas y Zonas Costeras de Ecosur. Tiene la categoría académica como Investigador Titular “B” y en el Sistema Nacional de Investigadores, el Nivel I. Sus trabajos están enfocados en las pesquerías marinas y dulceacuícolas de pequeña escala, así como la biología y ecología de peces.

Everardo Barba Macías, del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad y del grupo Manejo Sustentable de Cuencas y Zonas Costeras. Tiene la categoría académica como Investigador Titular “A”  y en Sistema Nacional de Investigadores, el Nivel I. En sus invesitgaciones, estudia el uso sostenible de pesquerías y el análisis ecológico de los macroinvertebrados y peces en humedales en el sureste de México.

Regino Gómez Álvarez forma parte también del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad y del grupo Manejo Sustentable de Cuencas y Zonas Costeras. Es Investigador Titular “B” y está en el Nivel I en el Sistema Nacional de Investigadores. Se especializa en la lombricultura, hortalizas orgánicas, producción de biofertilizantes, medios biológicos para control de plagas y huertos biointensivos, además de su interés por las plantas medicinales y medicamentos naturales.

En 2015, el SEI alcanzó la cifra de 528 integrantes, de los cuales Ecosur ocupa el quinto lugar con 10 investigadores adscritos al SEI; el primer lugar lo tiene la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) con 384 investigadores; el segundo lugar, la Universidad Popular de la Chontalpa (UPCH) con 28 científicos; el tercer lugar, la Universidad Tecnológica de Tabasco (UTTAB) con 13; al igual que la Universidad Politécnica del Golfo de México (UPGM) con 13 y el Colegio de Postgraduados (Colpos) con 13 y en cuarto lugar, El Instituto Tecnológico de Villahermosa (ITVH) con 12. Tomando en cuenta que Ecosur Villahermosa cuenta con 14 investigadores y 4 técnicos académicos adscritos a líneas, el reconocimiento a nuestra institución nos llena de orgullo.

¡Enhorabuena!

Información y fotografías: Alberto Reyes

Ecosur presente en Congreso Mesoamericano de Biología y Conservación

Con el objetivo de propiciar la divulgación de conocimiento científico para ofrecer soluciones a problemas ambientales de la región, se llevó cabo el XIX del Congreso de la Sociedad Mesoamericana para la Biología y la Conservación (SMBC) con sede en la Universidad Juárez de Autónoma de Tabasco (UJAT), en donde Everardo Barba, investigador de la Unidad Villahermosa, presentó tres trabajos de investigación sobre ecología y manejo de humedales en Tabasco.

El primero de los trabajos presentados fue “Distribución de especies invasoras en humedales de Tabasco”, en el que participaron también Juan Juárez, técnico del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad y la estudiante de posgrado Cinthia Trinidad Ocaña. Este trabajo señala la problemática que  representa la introducción de especies exóticas en ambientes acuáticos, lo cual es una preocupación mundial debido a las alteraciones y daños ecológicos y económicos que estas especies ocasionan. A través de esta investigación se realizó el registro de tres invertebrados (que son?) (Tarebia granifera, Malanoides tuberculata y Corbicula fluminea)  y un pez (Pterygolichthys pardalis) como especies invasoras en los humedales de Tabasco. Estos registros fueron obtenidos en más de 140 sitios, a través de un monitoreo  realizado en todo el Estado.

El segundo trabajo presentado fue “Dinámica de hojarasca de manglar y abundancia de camarones peneidos en la laguna Mecoacán, Tabasco”, en el que participaron, Jony Ramiro Torres, estudiante de posgrado; Alberto Sánchez, investigador del Departamento de Sistemática y Ecología Acuática; Dulce María Infante y Alejandro Espinoza, ambos investigadores del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad. La investigación resalta la importancia de la hojarasca en la producción primaria del manglar. Este material se puede remineralizar a lo largo del proceso de descomposición, acumulándose sobre el sedimento y/o exportado a las zonas adyacentes. Asimismo, establece que la exportación de materia orgánica y nutrientes disueltos es un proceso clave para la productividad de las aguas costeras, con claros efectos en la fauna estuarina.

El trabajo “Distribución de macroinvertebrados acuáticos y calidad Riparia en el corredor biológico mesoamericano en Tabasco”, elaborado por Cinthia Trinidad, Juan Juárez y Everardo Barba, en el que se estudiaron diversos ecosistemas lóticos (ecosistema de un río, arroyo o manantial) en 21 localidades en los municipios de Huimanguillo, Tacotalpa y Tenosique, para conocer la distribución de macroinvertebrados (moluscos, crustáceos e insectos) y su relación con el índice de calidad del bosque de ribera (QBR), se  encontró que pocas localidades presentan un estado natural con una vegetación de ribera sin alteraciones y calidad muy buena, y el resto presentó diferente degradación.

Durante el Congreso, el doctor José Manuel Piña, rector de la UJAT comentó  que es inaplazable generar conciencia ecológica desde la academia hacia la sociedad, ya que las consecuencias de deforestación ponen en situación vulnerable a la población, dejando a la entidad más propensa a inundaciones derivadas de fenómenos meteorológicos.

Por su parte, Jaime Raúl Bonilla, presidente de la SMBC destacó que el lema del Congreso “Desde la tierra de los Olmecas el movimiento del agua enlaza Mesoamérica” contribuirá a la formación de capacidades de los futuros profesionales de la biología, a través de ponencias orales y carteles, conferencias magistrales, simposios, cursos y excursiones de carácter científico.

El Corredor Biológico Mesoamericano (CBM) es un esfuerzo multinacional por alcanzar objetivos de desarrollo que incluyen, además de lo social y económico, un componente principal para la conservación de los ecosistemas de la región.

Analizan aprovechamiento de pez diablo para su control

En el marco del proyecto “Diagnóstico de la invasión del pez diablo en los sistemas acuáticos continentales de México”, coordinado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el 22 de septiembre se llevó a cabo el taller regional “El pez diablo en México: aprovechamiento para su control”, con el objetivo de transferir conocimiento sobre el estado de la invasión, las acciones de prevención y control, así como estrategias de aprovechamiento de la especie.

El taller fue dirigido a pescadores, tomadores de decisiones y personal de las áreas naturales protegidas (ANP´s), quienes abordaron temas como: generalidades sobre la biología y ecología del pez diablo; la situación actual de la invasión en el país, y alternativas para su aprovechamiento.

Everardo Barba Macías, investigador de la Unidad Villahermosa, participó en una mesa redonda en la que presentó resultados de proyectos de aprovechamiento del pez diablo en los que ha participado, en conjunto con académicos de la Universidad Autónoma del Carmen (Unacar), Centro Regional de Investigaciones Pesquera Yucalpetén, Yucatán y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (Ujat).

Algunos de esos resultados muestran las alternativas de aprovechamiento de productos derivados de esta especie —altamente digeribles y con un alto concentrado proteínico— que además del consumo humano, pueden servir para la producción de biogás y bioabono mediante biodigestores, producción de artesanías y harina de pescado.

En el taller participaron integrantes de una empresa tabasqueña que producen la harina de pez diablo con una tecnología amigable con el medio ambiente, la cual puede ser factible de replicarse; ya que desde hace algunos años han realizado pruebas para que el producto se conserve sin la aplicación de químicos. Sin embargo, se mencionó la importancia de realizar estudios ecotoxicológicos en Tabasco, antes de promover su consumo, tanto para animales como para el ser humano, para descartar contaminación con metales pesados o con agroquímicos que pudiesen derivar en enfermedades, ya que en la región hay que considerar que los cuerpos de agua pueden estar contaminados tanto por la actividad petrolera, como por agroquímicos.

 

Información: María Luisa Martínez Gutiérrez

Los Códigos de Barras de la Vida, una alternativa para México y su biodiversidad

Manuel Elías Gutiérrez (melias@www.ecosur.mx) y Martha Valdéz Moreno (mvaldez@www.ecosur.mx) Investigadores de Ecosur en la Unidad Chetumal

 

A pesar de estar en pleno siglo XXI, actualmente la identificación de las especies, su conservación y posible aprovechamiento, está restringida a un selecto grupo de especialistas, los taxónomos. En este contexto, los Códigos de Barras de la Vida, una herramienta molecular que permite obtener secuencias estandarizadas de algunos genes del ADN, ha despertado un enorme interés, ya que permite la identificación rápida y precisa de cualquier especie,  y ha permitido el descubrimiento de especies desconocidas para nosotros.

Algunas de estas especies —entre las que puede haber animales,  plantas y hongos— desconocidas para los conservacionistas y completamente desaprovechadas son extremadamente abundantes y reales indicadores del estado de conservación de un ecosistema. Entre ellas se encuentran los copépodos, unos microcrustáceos,  que son la especie más abundante en la laguna de Bacalar, Quintana Roo, y de la cual dependen todas las demás en el ecosistema.  Solo unos pocos expertos conocen la diversidad de estos organismos, y muchos de ellos permanecen aún desconocidos, pero con los Códigos de Barra de la Vida se han logrado importantes avances para el conocimiento de su diversidad.

En la actualidad los Códigos de Barras de la Vida nos están permitiendo reconocer a las especies y saber cómo se relacionan con las que están presentes en otros sitios. Si a esto sumamos los avances actuales en una nueva rama de la ciencia, denominada metagenómica, podremos darnos cuenta de posibles alteraciones en el medio ambiente casi de forma inmediata y sin errores, con lo que se ha denominado Códigos de Barras Ambientales.

Toda la información obtenida hasta ahora está disponible en una gran biblioteca de códigos de barras, la cual se puede visitar en el sitio www.boldsystems.org. Alberga actualmente los datos de más de medio millón de especies de todo el mundo y forma parte del megaproyecto internacional llamado Barcode of Life,  en el cual participan casi 100 naciones.

Aunque ha habido un enorme avance en la construcción de la biblioteca en los últimos cinco años, todavía falta mucho por hacer para conocer la biodiversidad, sobre todo de las regiones megadiversas del mundo, de las que México ocupa el cuatro lugar, y que son las más frágiles desde el punto de vista ecológico.

A través de la biblioteca se puede identificar un especimen con más del 90% de certeza, a partir de una secuencia corta, que se puede obtener en 15 minutos a un costo de menor a 2 dólares. Muchos taxónomos creen que debido a los avances de esta herramienta se quedarán sin trabajo, pero el efecto es totalmente diferente.

Solo conocemos una pequeñísima fracción de la diversidad biológica de nuestro planeta, los cálculos más optimistas indican que conocemos la quinta parte de lo que existe, mientras otros piensan que no llegamos ni siquiera al 2%, pero en realidad nadie lo sabe con certeza. El efecto es que los códigos de barras nos están ayudando a descubrir nuevas especies y al parecer hay muchas más de lo que pensábamos, por ello, el trabajo de los taxónomos se incrementará, pues ninguna nueva especie puede ser descrita a partir exclusivamente a partir de los códigos de barras, sino que ha surgido una nueva corriente denominada taxonomía integrativa, donde concurren todas las evidencias posibles para establecer si se trata o no de una nueva especie. En este sentido lo único que está cambiando es que los no-taxónomos están identificando a los seres vivos y le están dando a este conocimiento un carácter universal.

Las posibles aplicaciones de los Códigos de Barras de la Vida escapan a nuestra imaginación, algunas que se han venido desarrollando, aparte del monitoreo ambiental, son el reconocimiento de las especies a partir de fragmentos, por ejemplo, de aletas de tiburón, los alimentos que consumimos como filetes o las hierbas que están en las bolsas de té, así como la presencia de exóticos, comercio y tráfico ilegal de especies protegidas o en peligro, impactos de aves en aviones, etc.

También se ha desarrollado un nuevo campo: la ecología funcional, con la cual podemos saber exactamente quién se come a quién, a partir de rastros como excretas; distribución geográfica, sin necesidad de recolectar a los especímenes, pues un pelo, una gota de sangre o un pedazo de tejido son suficientes; y el efecto real que las especies exóticas están teniendo sobre las nativas.

Con los avances actuales de metagenómica podremos conocer las especies que habitan en un fragmento de selva con unas cuantas muestras de suelo, así como las especies de peces que habitan un lago o un arrecife de coral con muestras de sedimento del fondo o hasta de agua.  Es decir, de manera indirecta y sin contar con los ejemplares podemos saber quién está ocupando cualquier habitat.

Todo esto, nadie lo imaginaba hace diez años, sin embargo, nada será posible si no continuamos construyendo la Biblioteca de Códigos de Barras de la Vida. El enorme interés que han despertado estas metodologías y la esperanza que representan para el monitoreo y la conservación de la biodiversidad quedó plasmado en el reciente congreso internacional que se celebró en ciudad de Guelph (Canadá), del 18 al 21 de agosto, donde participaron más de 500 delegados de 54 países.

México ha participado en este proyecto desde sus inicios y, por primera vez en su historia científica, ocupa un lugar preponderante en la generación de resultados en un proyecto de gran alcance internacional, donde han participado más de 20 instituciones nacionales. Todas ellas han conformado la red temática de Códigos de Barras de la Vida en México, apoyada por el Conacyt. En particular, Ecosur se ha constituido como un líder, junto con el Instituto de Biología de la UNAM y el Centro de Investigaciones del Noroeste (CIBNOR).

El resultado de los esfuerzos de los investigadores, técnicos y estudiantes de Ecosur, en particular, puede apreciarse en la figura de la página www.boldsystems.org donde aparecen en rojo los sitios que cuentan con más códigos de barras. Personal de esta institución ha participado en la descripción de nuevas especies de crustáceos, peces, anélidos, moluscos, etcétera, con la ayuda de estas nuevas metodologías y en un futuro desarrollarán métodos de monitoreo ambiental para ayudar a la conservación de los recursos naturales de México y la detección temprana de especies exóticas con potencial invasivo.

El personal académico y estudiantes de Ecosur han publicado las primeras listas de especies de peces del arrecife mesoamericano, lagos y cenotes de Yucatán, entre muchas cosas más, y  fueron pioneros en la identificación de restos alimenticios del pez león, una especie exótica que ha invadido todo el Caribe, y que ha causado un gran impacto debido a que es un terrible depredador. También descubrieron las primeras etapas larvales de este pez en el Atlántico, dando una idea de su reproducción y la forma en que las corrientes han contribuido a su dispersión. En el caso de los ecosistemas de agua dulce se ha encontrado una diversidad escondida que no se esperaba y al parecer los patrones de distribución geográfica de las especies son más limitados de lo que se pensaba, lo que ha reforzado las hipótesis sobre la fragilidad de estos ecosistemas.

Todos los grupos de seres vivos representan un capital natural tan importante como el capital financiero y nuestra supervivencia como especie depende de este capital natural a escala global. Este acervo se está perdiendo aceleradamente debido a la degradación ambiental, la sobreexplotación de recursos y un sinfín de causas más, que incluso aún no conocemos.

Los Códigos de Barras de la Vida representan una brillante y eficaz alternativa para darle un gran impulso al reconocimiento de la diversidad biológica, lo cual permitirá postular nuevas teorías sobre la evolución y distribución actual de los seres vivos, y permitirán plantear nuevas alternativas para el desarrollo sustentable de nuestro país. Recordemos que no podemos proteger ni utilizar de manera racional lo que no conocemos.