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Muestra Internacional de Cine con Perspectiva de Género en ECOSUR

Del 29 de agosto al 1 de septiembre llegó a San Cristóbal de Las Casas la Muestra Internacional de Cine con Perspectiva de Género (MICGénero) 2017, la cual se inauguró con la proyección del documental “Alisa en el país de la guerra”, una producción polaca de Alisa Kovalenko y Liubov Durakova, en El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR).

ECOSUR fue sede de la Muestra el 29 de agosto y el 1 de septiembre, y con sus gestiones se realizaron proyecciones en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNACH y en la Universidad Intercultural de Chiapas, el 30 y 31 de agosto. En las tres sedes los documentales y cortometrajes fueron comentados por personal académico con un perfil relacionado con las temáticas que se abordaron en la proyecciones.

Juan Ivan Martínez Ortega y Angélica Aremy Evangelista García, adscritos al grupo de Estudios de Género de ECOSUR, comentaron las proyecciones “Alisa en el país de la guerra” y los cortometrajes “Indeleble”, “Mercadoria (Mercancía)” y “Era yo, otra vez”, respectivamente.

Evangelista García, investigadora del Departamento de Sociedad y Cultura de ECOSUR, destacó que en los tres cortometrajes se reivindican una serie de derechos sexuales y recordó que los derechos no nos han sido otorgados sino que son resultados de la lucha de colectivos que en general han estado en posiciones subordinadas y de discriminación.

“En particular los derechos sexuales y reproductivos son resultado de la lucha feminista, en un primer término se limitaba a una lucha por el derecho a decidir sobre la reproducción, el decidir el número de hijos que se quería tener y además tener acceso a todos los recursos y los servicios necesarios para tomar esa decisión, pero es una lucha que se ha ido ampliando hacia otras conquistas y hoy en día se reconoce como el derecho no solo reproductivo sino también sexual y eso ha sido una lucha ardua del movimiento de mujeres y del movimiento feministas”, expresó.

Recordó que durante mucho tiempo en las Convenciones Internacionales solo se hablaba de derechos reproductivos, pues hablar de derechos sexuales significaba tener en contra a la derecha y en particular a la iglesia católica, y que hoy en día hablamos de derechos sexuales y reproductivos, e incluso de derechos sexuales y reproductivos de poblaciones que durante mucho tiempo no eran reconocidas como sexuales, como los jóvenes e incluso niños y las niñas.

Ambos académicos reconocieron la importancia de acercar el tema de género a un público diverso a través del cine.

De las 114 películas que integran MICGénero a nivel nacional, 23 se proyectaron en San Cristóbal de Las Casas en diferentes sedes, y más del 80% pertenecen al género documental, informó Adán Salinas, director de MICGénero, en la inauguración de la Muestra en ECOSUR.

Conversatorio sobre el documental “Alisa en el país de la guerra”

https://www.facebook.com/Ecosur/videos/1849622048381366/

Conversatorio sobre cortometrajes de la sección de derechos sexuales y reproductivos

https://www.facebook.com/Ecosur/videos/1853330271343877/

Mujeres, derechos humanos y Web 2.0 en el sureste de México

*Dora Ramos **Abraham Mena
*Investigadora del Departamento de Sociedad y Cultura **Técnico Académico del Departamento de Sociedad y Cultura

Desde hace 14 años México legisló para transformar el paisaje digital y de telecomunicaciones. Inició con la Ley de Telecomunicaciones de 2006 y la creación del programa México Conectado, iniciativas con la que se buscaba garantizar el ejercicio del derecho constitucional de acceso al servicio de banda ancha de Internet.

El sexenio actual inició con un ambicioso programa: Red Compartida, con el objetivo de asegurar el acceso de la ciudadanía a la banda ancha, un lujo que solo Ruanda se ha propuesto llevar a cabo. Paralelamente, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) promovió la competencia disminuyendo costos en la renta de internet y facilitando la apertura en el campo de las telecomunicaciones con la autorización de la comercialización del tripe play, que es la oferta del empaquetamiento de servicios y contenidos audiovisuales (voz, banda ancha y televisión), hecho que tuvo un impacto importante pues entre 2015 a 2016 se reportó la comercialización de 10 millones más de teléfonos inteligentes.

El sureste tambien vivió interesantes procesos, por ejemplo, en 2014, en Chiapas, como resultado de un movimiento social que promovía los derechos digitales en México se aprobó en el pleno del Congreso Local una reforma constitucional que garantizó el acceso a internet como un derecho humano. Sin embargo, sin presupuesto fue imposible implementarla: “En la Constitución el Internet quedó como un derecho de todos los chiapanecos, es una ley… estábamos muy emocionados. Entonces llegamos a la parte donde [las organizaciones sociales] olvidamos poner en la ley que el presupuesto tenía que ser aprobado [risas], es la ley, pero sin presupuesto y… nadie se está moviendo”, expresó un informante.

Pareció entonces que el paisaje digital del sur de México superaría, por fin, las limitantes de la infraestructura: México Conectado (con 250,000 sitios de acceso libre en espacios públicos rurales o pobres) y la Red Compartida abrirían el acceso al mundo digital. Eso cambiaría las estructuras en el sureste, aumentaría la productividad económica, detonaría la diversificación productiva y la modernización tecnológica. Además, el internet llegaría al lugar donde vive la población más joven y más pobre del país. Las condiciones eran ideales.

En este contexto, en un estudio titulado Mujeres, derechos humanos y Web 2.0 en el sureste de México que realizamos en El Colegio de la Frontera Sur, analizamos cómo las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) contribuyen a mejorar la condición de trabajo y derechos de más de 1.3 millones de mujeres jóvenes que viven en tres estados federales del sureste de México —Chiapas, Tabasco y Yucatán—. Para la investigación, consideramos a las mujeres participantes de la Web 2.0 en dos sectores: quienes la utilizan como plataforma o desarrollo de economía del compartir (EC), desde la cual se explican las formas de intercambio a través de plataformas en línea en las que se ofrecen servicios o productos con o sin fines de lucro, relacionándolo con aquellas que desarrollan software (DS) para gestionar redes sociales o páginas web interactivas.

Como resultado observamos que existe un amplio, aunque precario, acceso a nuevas formas de trabajo en la EC y un modesto sector de DS, donde Yucatán tienen apenas números cercanos a los nacionales.

También destacamos que en el sureste de México prevalecen escasos desarrollos de software locales, todavía menor es el número que integra las fórmulas de economía de compartir con desarrollo de software. Aunque por lo general se usan plataformas como Facebook, se reportan  un ilimitado acceso a redes sociales que brindan gratuitamente varias compañías telefónicas, lo cual desincentiva el desarrollo y programación de aplicaciones locales. Además, los estereotipos de género y el trabajo doméstico limitan las oportunidades para que las mujeres ingresen a la oferta de trabajo de desarrolladoras de software.

Al analizar el uso de internet al 2016, de acuerdo a la Encuesta Nacional para el Desarrollo de las Habilidades en el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación 2017, es notable que los sectores ganadores han sido el de la comunicación, seguido de la búsqueda de información e inmediatamente después el entretenimiento. La capacitación ha disminuido y el uso de internet en trámites gubernamentales o compras aún no despuntan.

La situación en el campo del internet tendrá un difícil panorama en 2017, el gobierno federal anunció una reducción del 84.1% del presupuesto al programa México Conectado, lo cual generará sin duda un decremento en la cantidad y calidad del proyecto de conexión a internet más importante de México. El Programa de Red Compartida se retrasó algunos años y está lejos de ser una realidad, pues el uso compartido de infraestructura de acceso a internet ha desincentivado la apertura de accesos en áreas rurales.

Los datos del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) del 2016 muestran que el rezago se mantiene en casi todos los estados del sureste, reconociendo que el Programa México Conectado daba acceso a internet en 101,293 espacios físicos (nodos), con lo cual se estima que en promedio por cada nodo instalado se podrían conectar 337 jóvenes en Chiapas, 191 en Yucatán y 116 en Tabasco. Lo anterior nos permite concluir que los programas y estrategias de desarrollo de internet, no podrán superar la capacidad de conexión para todos, teniendo algunas excepciones positivas en cuanto acceso a banda móvil en Yucatán, pero en general un acceso a banda ancha precario y de mala calidad en el resto del sureste mexicano.

El reto que se plantea es mayúsculo, se necesita muchos más que legislar para transformar el paisaje digital y el acceso a derechos humanos de cuarta y quinta generación.

Leer artículo  completo:

“Mujeres, derechos humanos y Web 2.0 en el sureste de México” (Ramos, D.E., Mena, R.A. 2017).

ECOSUR conmemoró Día Internacional de la Mujer con diversas actividades académicas

Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo, El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), organizó diversas actividades entre las que destacaron conferencias, una exposición documental y un cine debate.

La apertura de las actividades inició con una charla de Armando Hernández de la Cruz, técnico académico, del Departamento de Sociedad y Cultura en la Unidad Villahermosa, quien resaltó los significados y discusión sobre los orígenes y la historia del 8 de marzo en México.

Al evento asistieron 30 personas aproximadamente, entre studiantes, investigadores, personal administrativo de ECOSUR y mujeres de la comunidad.

Posteriormente, se ofreció la conferencia “El insólito caso de Máximo y Bartola”, disertada por Miguel Ángel Díaz Perera, investigador del Departamento Sociedad y Cultura, la cual abordó las diferencias humanas en el imaginario popular y científico del siglo XIX, a partir de la condición de anormalidad y procedencia de dos niños extraordinarios, descendientes de la casta sacerdotal  de los aztecas.

Posteriormente, se llevó a cabo la exposición de acervo documental relacionado con diferentes aspectos de las mujeres –economía, migración, violencia–, por parte de personal del Sistema de Información Bibliotecario  (SIBE) en la Biblioteca Ramfis Ayús Reyes en la Unidad Villahermosa.

El cine debate se basó en la proyección de la película “Las mujeres de verdad tienen curvas”, la cual generó entre las asistentes opiniones que cuestionaron las ideas relacionadas con las experiencias de  las mujeres en los ámbitos del trabajo, las relaciones de género y la educación.

Maritel Yanes, investigadora del Departamento de Sociedad y Cultura, impartió una charla titulada “El caminar de una mujer”, en la Universidad Intercultural del Estado de Tabasco.

Por su parte, Dora Ramos, investigadora del mismo departamento, brindó una charla para las y los estudiantes de la Universidad Tecnología de Tabasco “¿Por qué importa que las mujeres estudien ingeniería?”

Por la noche, se realizó el Foro del 8 de Marzo, convocado por el Grupo Académico de Estudios de Género, en colaboración con el Departamento de Difusión, en el que se discutió el cortometraje “La boda”, de Marina Seresesky, y se compartieron los comentarios en tiempo real a la 8 de la noche a través de un foro virtual www.facebook.com/groups/8demarzoenecosur.

El 9 de marzo a las 12 horas, este cicló de actividades culminó con el seminario institucional “Historias de vida de 5 mujeres sentenciadas por homicidio en Tabasco”, presentado por la investigadora Maritel Yanes.

Experiencias y reflexiones en torno a las mujeres en los centros de investigación

A tres voces (pos) feministas

Diana L. Trevilla Espinal*, Tania Cruz Salazar** e Ivett Peña Azcona*
*Estudiantes e **Investigadora de ECOSUR

El posfeminismo refiere a variadas posiciones que las mujeres tenemos en nuestra diversidad identitaria, entiéndase las sociales, étnicas, nacionales, religiosas, raciales, etc. El sujeto político no es la mujer en sí, sino para sí. El hombre, no es un ser antagónico, sino otro ser condicionado tanto como las y los transexuales, lesbianas, homosexuales, intersexo y las innombradas hasta la actualidad. No cree en un único modelo de ser mujer o varón, tampoco en los binarismos menos en los esencialismos.

Las identidades de las académicas, regularmente parten de la concepción de su educación, inteligencia y letralidad, olvidando que son personas encarnadas con historias, posibilidades y negaciones. Ofrecemos aquí tres voces, segmentos biográficos de mujeres académicas.

Voz I

¿Están pensados los espacios para ser ocupados por cuerpos, posiciones y movimientos? En un centro de investigación —espacio con claras fronteras físicas y dinámicas— las relaciones son extremadamente móviles. Ocupamos este espacio: cuerpos sexuados, simbólicamente representados y autorreferenciados, hasta ahora nombrados como mujeres, hombres, intersexos, LGBTTs.

Mi experiencia vivida es como mujer, joven, estudiante, soltera, socióloga y feminista. Así analizo la edad en tanto condición ‘desventajosa’ por estar asociada o no con la experiencia profesional e investigativa. Siendo egresada del programa de maestría de ECOSUR, recuerdo las resistencias para que mi postura epistemológica fuera aceptada por haber sido planteada desde la economía feminista, que puso en tela de juicio a la reproducción social campesina basada en las desigualdades de género dentro de las unidades de producción.

En clases, mi petición por anular del lenguaje las expresiones sexistas y discriminatorias, fueron motivo de incomodidad o debate, en algunos casos hubo resistencias y en otros, apertura. En ambos, fue un reto ante la “costumbre” del uso genérico del masculino en la gramática, p. e. el hombre, los campesinos, los productores, los investigadores, los estudiantes. Ya no decir, las voces que emanan desde otras geografías políticas y territorios-cuerpos, pues siguen siendo silenciadas. Basta con revisar las bibliografías y referencias que son en un 80% hombres, europeos, anglosajones y un 20% referencias del sur geopolítico y en menor porcentaje, mujeres teóricas, investigadoras y científicas.

Es preciso señalar que sé de casos de abusos de autoridad, de acoso y hostigamiento laboral, estudiantil y sexual hacia las y los estudiantes, trabajadoras e investigadoras, por parte de varones que se vuelven intocables a causa del silencio, o de la falta de mecanismos institucionales que ofrezcan mejores atenciones a procesos.

Es por ello que reafirmo que las mujeres en la ciencia abrimos caminos desde la creatividad y las alianzas, desde las posturas políticas y epistemologías que se crean con las experiencias vividas y compartidas, desde la disciplina y la constancia. Aún así, cualitativa y cuantitativamente, persisten las diferencias[1]. Es cierto que estamos ocupando todos los espacios, pero sigue existiendo en el imaginario que “ya se nos reconoce”, como si se tratara de “un favor”, mientras persiste la falta de (auto)crítica frente a las prácticas violentas, patriarcales y sexistas en los centros de investigación, espacios entendidos erróneamente ‘objetivos’.

Voz II

La primera vez que concursé por una plaza en ECOSUR fue en 2009. En la entrevista, me preguntaron ¿te ves como investigadora o como activista? Los evaluadores creían que yo “era demasiado pasional”. El tono crítico de una de las investigadoras refería a mi ‘desmesurado’ compromiso con las y los colaboradores de mis pasadas investigaciones. Interesante era que la referencia inmediata a la que apelaban obedecía a una previa investigación financiada por ECOSUR, durante mi estancia posdoctoral. En esa ocasión, no gané la plaza pues ésta fue declarada desierta.

En 2013 concursé nuevamente y entonces gané la plaza como investigadora titular A, después me solicitaron concursar por la beca de repatriación de Conacyt; la cual también gané. Tenía todos los requisitos, incluso era ya a los 33 años parte del Sistema Nacional de Investigación.

Una vez perteneciente a este centro de investigación, en 2014 participé en tres cursos junto a otros profesores. En todos, enseñamos y evaluamos colegiadamente. En dos de los cursos algunos estudiantes no aprobaron y en uno de ellos éstos mismos estudiantes se organizaron para quejarse no sólo de las notas sino de mi persona, escribiendo una carta a Posgrado en donde me tachaban de antipedagógica, más no de comprometida o rigurosa. Semanas después metieron una demanda ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y durante el 2015 la colega con quien impartí el curso y yo desvirtuamos las imputaciones hasta que la CNDH cerró el caso por no tener pruebas suficientes. Sin embargo, ‘el caso Tania Cruz Salazar’ fue turnado al Órgano Interno de Control (OIC) abriendo un expediente con más de 600 cuartillas.

En junio de 2016, la exalumna que había metido la demanda en dicho curso, me agredió físicamente en la calle. Durante el mismo año la OIC inició una investigación en mi contra abriendo un expediente en donde se presume una infracción a mi desempeño como servidora pública.

Estamos en marzo de 2017 y frente a tales imputaciones e investigaciones sobre mi persona he tenido que demostrar mi integridad e inocencia como trabajadora y académica acudiendo a testigxs, abogadxs y defensorxs para que mi palabra y mi verdad valgan y sean escuchadas. Sufrir de acoso y presión laboral, castigo improcedente y violación de mis derechos constitucionales es resultado de una visión machista, patriarcal, sexista, adultocéntrica y totalmente parcial. Ni todos los estudiantes son bondadosos ni subalternos como tampoco lo son las y los investigadores. Las instituciones y sus estructuras así como quienes las habitan están lejos de ser objetivas, incluso las académicas y científicas ¿Qué pasa con nuestro respaldo como académicxs y cómo parte de una institución? La atomización conduce a la desprotección y a una reproducción de desigualdades.

Voz III

Desde mi cuerpo de mujer, joven, zapoteca, perteneciente a unas de las regiones entendidas como ‘el Sur’ poco desarrollado, mi proceso de formación académica ha sido un reto por sus tintes desiguales. Esto no debe ser un desaliento para quienes decidan al igual que yo recorrer el camino de la academia, sino todo lo contrario, por ello invito a las mujeres que así lo desean, a apropiarse de los espacios de poder, a los espacios académicos, a los centros de investigación, a los otros espacios de conocimiento para cuestionar y hacerse visibles combatiendo así las inequidades y cualquiera de los tipos de violencias que sobre nosotras se ejerzan.

Sin duda existe una fuerte colonialidad del saber, se vive en un proceso constante de calificación y descalificación de lo que una sabe, piensa, analiza o cuestiona, y se sostiene por miradas eurocéntricas y mayormente textos escritos por hombres. Enunciar desde dónde percibimos, investigamos y analizamos, no es bien visto, ¡pero es importante seguir poniendo el dedo en el renglón, porque el conocimiento ocupa dos lugares, en la enunciación y en lo enunciado!

En la investigación, la colonialidad del saber cruza nuestros cuerpos, se siente, se vive y se reproduce. Un ejemplo de ello, es que aun se siguen devaluando los estudios de las subjetividades; además, de una fuerte presión por explicar los análisis con conceptos que muchas veces están descontextualizados y que nada tienen que ver con los sentidos y significados de los y las actoras sociales. La lengua, por su parte, en un sistema académico que sobrevalora al inglés por sobre el castellano y cualquier lengua indígena, es una de las heridas coloniales que se reproduce en muchos centros de investigación. Como no recordar aquella entrevista de ingreso al posgrado, donde se me cuestionó mi estado civil y a otras compañeras se les ha cuestionado si tienen o no hijos. ¡Esto ya no debe ni puede seguir sucediendo! Hay mucho que criticarle a las instituciones académicas, en particular, a las que reproducen fuertes desigualdades de poder. Aunque el escenario es complejo, sigue siendo una oportunidad para construir relaciones más dignas, respetuosas y responsables que garanticen el derecho de nosotras las mujeres, de los varones, de los intersexo y de la diversidad de identidades que surgen en los márgenes y la liminalidad. Es una oportunidad, para fragmentar lo que se ha escrito y construir desde el ser mujer, otras formas de ser, sentir y vivir los procesos de investigación que nos permitan vislumbrar y construir alternativas.

Voz en Off

La tercera ola del feminismo apuesta a desmantelar la micropolítica en los espacios más cotidianos. Desafía al racismo, a la homofobia, a la transfobia y apuesta por vivir en sociedades más justas donde las violencias de todo tipo, incluso las verbales, sean denunciadas. Nuestras voces son un intento de ayudarnos como centro de investigación, como lugar de crecimiento y autocrítica frente a la sociedad local sancristobalense y más allá.

[1] Para el 2016 se encontró que en México hay 32% mujeres en la ciencia frente a un 68% de hombres. Mas información en UNESCO, Women in science http://www.uis.unesco.org/_LAYOUTS/UNESCO/women-in-science/index.html#!lang=es

 

Las mujeres y las niñas chiapanecas siguen viviendo en una profunda desigualdad

Por Sarai Miranda Juárez
Investigadora de El Colegio de La Frontera Sur (ECOSUR)

En el contexto de la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, vale la pena reflexionar sobre las condiciones sociales en las que se contextualiza la desigualdad de género en el estado de Chiapas.

Si bien, existe un consenso generalizado sobre la necesidad imperiosa de promover mejores oportunidades de trabajo y fomentar la participación de las mujeres en la vida pública, la desigualdad de género tiene una importante base estructural que frecuentemente está invisibilizada, las mujeres y las niñas sostienen la carga del trabajo no remunerado conocido como actividades de cuidado al interior de los hogares.

El trabajo no remunerado que realizan las mujeres y las niñas incluye tareas como cocinar, limpiar, cuidar de niños y ancianos, hacerse cargo de los enfermos, y en lugares con menor infraestructura la sobrecarga es marcada pues muchas mujeres deben recoger agua y leña para el consumo cotidiano en los hogares.

El último Censo de Población registra que para el año 2010 en el estado de Chiapas 12.8% de las viviendas con jefatura femenina tenían piso de tierra, condición que expone a los miembros de la familia, sobre todo a las niñas y los niños, a diversos problemas de salud; además 10.9% de las viviendas con jefatura femenina no disponían de drenaje. Asimismo, 19.6% de las viviendas cuya jefa es una mujer no contaban con disponibilidad de agua entubada.

El insuficiente acceso a servicios de infraestructura básica de drenaje, agua potable, así como ocupar viviendas con piso de tierra, representa para las mujeres y las niñas mayor carga en cuidados y por supuesto, mayor inversión de tiempo para atender a la población que padece enfermedades infecciosas y parasitarias. Otro dato importante es que 3.1% de las viviendas con jefatura femenina en la entidad no disponía de energía eléctrica.

Estos datos muestran que una proporción importante de mujeres en Chiapas realizan trabajo adicional para remplazar la falta de estos servicios, respecto al que se efectúa en otros hogares que sí cuenta con ellos. ¿Cuánto trabajo no remunerado se podría ahorrar a las niñas y las mujeres chiapanecas si tuvieran acceso a la dotación de estos servicios básicos?

La desigual distribución del trabajo reproductivo y de cuidados es el resultado de la naturalización que, en los albores del siglo XXI, sigue vigente respecto al papel de las mujeres asociado a la reproducción, la crianza, y los cuidados, actividades restringidas, esencialmente, al ámbito doméstico.

El trabajo reproductivo no remunerado es un impedimento para que las mujeres y las niñas tengan mayor presencia en el ámbito público, y ejerzan sus derechos a la educación, la salud, y al trabajo remunerado.

En Chiapas, para el año 2014, 18 de cada 100 mujeres de 15 años y más registró condición de analfabetismo, en contraste con 9.5% de los hombres en la misma condición.

El derecho de las niñas a la educación también se ve perjudicado. En algunos casos, se ven obligadas a dejar la escuela para ayudar con las tareas domésticas, el cuidado de otros niños más pequeños, de los ancianos y miembros enfermos de la familia. Para el año 2014, en Chiapas, 10.2% de las niñas y adolescentes en edad escolar (de 6 a 15 años) no asistía a la escuela, frente a 9.9% de los niños y adolescente de la misma edad. Estas disparidades se reflejan también en los años promedio de escolaridad de la población de 15 años y más, que para las mujeres fue de 6.6 años mientras que para los hombres de 7.6 años.

En este contexto de desigualdad, las niñas y la adolescentes ven acotadas sus opciones de lograr el acceso a la educación debido a que sus responsabilidades domésticas les restan más tiempo que a los varones para estudiar, para establecer redes y para realizar actividades extracurriculares. Esta situación funciona como una bola de nieve que acumula desigualdades, ya que con menos oportunidades educativas, las mujeres y las niñas tienen mayores dificultades para acceder a trabajos remunerados que les permitan escapar de la pobreza.

De igual modo, cuando las mujeres tienen acceso a un trabajo remunerado continúan siendo las principales responsables de las tareas de cuidado, es decir mantienen una “doble jornada laboral”, ya que una vez que terminan su jornada remunerada deben seguir con las tareas de cuidado en sus hogares.

En Chiapas la participación económica de las mujeres no ha aumentado, al contrario, pasó de 40.5% a 29.8% de 2000 a 2014, y este trabajo está lejos de tener las características de un empleo digno. En el año 2014, 91.5% de la población femenina chiapaneca que ocupó empleos subordinados y remunerados no tuvieron acceso a guarderías para el cuidado de los miembros más pequeños del hogar.

El trabajo remunerado de las mujeres de Chiapas registró un promedio de 38.5 horas a la semana, siendo inferior al promedio de los hombres que registran 44.4 horas a la semana con remuneración (2014).

En contraparte, las mujeres chiapanecas dedicaron en promedio 49.2 horas a la semana al trabajo no remunerado, mientras que los hombres registraron 16.3 horas semanales (2014).

La disparidad en la carga de trabajo de cuidado también restringe las oportunidades de las mujeres para ascender profesionalmente e incrementa las probabilidades de que ocupen trabajos precarios e informales. En la entidad, el porcentaje de las mujeres ocupadas en el sector informal en 2014 fue de 28.6 en contraste con 20.1 de los hombres.

Estos datos ponen de manifiesto que las mujeres tienen una mayor carga de trabajo en los procesos de cuidado y mantenimiento de la población, y que las políticas públicas destinadas a mejorar las condiciones sociales de las mujeres no han sido suficientes.

Lo paradójico en este modelo patriarcal de sociedad, en el que las mujeres dedican mucho más tiempo a cuidar, limpiar y alimentar a la gente, es que tienen como contraparte altos niveles de violencia y maltrato. Para 2011, 45.3% de las mujeres chiapanecas de 15 años y más reportaron que sufrieron algún tipo de violencia por parte de su pareja. Además del 2011 al 2015, la tasa de defunciones femeninas con presunción de homicidio en Chiapas aumentó de 2.3 a 2.5 y las tasa de violaciones fue de 32.2 para 2015.

No cabe duda que este 8 de marzo, las mujeres y las niñas chiapanecas siguen viviendo en una profunda desigualdad.

Más información:
Saraí Miranda Juárez
Tel. (967) 6749000 ext. 1521

Fuentes consultadas:

INEGI XII Censo General de Población y Vivienda 2000.

INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2014.

INEGI, Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares, 2014.

INEGI, Estadísticas de Mortalidad, 2015.

INEGI, Encuesta Nacional sobre la Dinámica de Relaciones en los Hogares, 2011.

Foto: Enrique Coraza de los Santos

Acoso sexual contra estudiantes de educación superior en redes sociales

Angélica Evangelista García y Abraham Mena Farrera, Investigadora y Técnico académico del Departamento de Sociedad y Cultura, Grupo Académico Estudios de Género

 

La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2015 (ENDUTIH) reporta que en México 12.8 millones de hogares disponen de internet; es decir, 39.2% del total nacional. La población joven es quien más lo utiliza, en el grupo de edad de 6 a 17 años lo usa el 70.2% y en el grupo de entre 18 a 34 años el 76.5%. La encuesta señala que la población mayor de 12 años dedica su tiempo a obtener información, comunicarse, acceder a contenidos multimedia, utilizar las redes sociales y entretenimiento.

Las estadísticas responden, en parte, a la pregunta ¿qué hacen los adultos, jóvenes y niños todo el día pegados a sus celulares e internet? Sin embargo, otra parte de la respuesta la encontramos en esas pintorescas y comunes escenas de personas con un artefacto pegado en la mano y un rostro iluminado por el resplandor de la pantalla desde que despiertan hasta que duermen, por aquí y por allá. No es extraño ver a choferes y pasajeros del transporte público o privado consultando su celular, a profesores y estudiantes a media clase revisando su correo, al cirujano y anestesista poniendo música con su dispositivo móvil en el quirófano, niños y niñas tranquilizados por las imágenes delirantes de sus juegos digitales o espectadores fotografiando o video grabando una parte del espectáculo para luego compartirlo en las redes sociales. El uso del celular depende de la interacción que se desee provocar, la experiencia a compartir o la memoria que se quiera guardar. Hasta aquí pareciera inofensivo el uso de la tecnología móvil y del internet.

La percepción del uso de la red cambia cuando analizamos otras estadísticas, por ejemplo las publicadas a propósito del día mundial en recuerdo de las víctimas de los accidentes de tráfico elaborada por INEGI (2015), que reportan que entre el 15% y 20% de los accidentes automovilísticos ocurren por el uso de dispositivos móviles, lo que representa así la tercera causa de accidentes en México.

Por otro lado, el Módulo sobre Ciberacoso (Mociba) 2015 de INEGI, nos muestra un escenario aún más alarmante; las niñas entre 12 y 19 años son quienes más han vivido alguna situación de ciberacoso, caracterizado por recibir llamadas y contenido multimedia no deseado, ser contactadas con identidades falsas, recibir mensajes y el robo de identidad. Según el Mociba, el perpetrador del ciberacoso es en 87% un desconocido, en 10.2% alguien conocido, 6.3% es un amigo, 3.7% es un compañero de clase o trabajo, 2.1% es una pareja o expareja y por último el 1.6 % es algún familiar.

La indefensión que se vive en la red en México es un tema pendiente de resolver, lo cual se expresa claramente en las acciones tomadas por las víctimas de ciberacoso, las cuales respondieron bloqueando a la persona agresora, ignorando la situación, cambiando de número celular o cuenta, y dejando de responder. Tan solo 8.4% lo informa a otra persona y 4% presenta una denuncia.

En este contexto, en el marco de la investigación “Violencia escolar en ámbitos de educación superior en cuatro estados del sureste mexicano: Chiapas, Tabasco, Oaxaca y Yucatán” realizada por El Colegio de la Frontera Sur se elaboró un diagnóstico regional de carácter mixto que tuvo como uno de sus objetivos profundizar en la comprensión de las relaciones de género y los mecanismos organizacionales que generan, toleran y reproducen la violencia en ámbitos de educación superior, con énfasis en el hostigamiento y acoso sexual (HAS), que ha sido definido como una expresión de violencia de género que debe erradicarse por los efectos negativos y discriminatorios que produce.

En este proyecto se encuestó en línea a 5154 estudiantes de cuatro importantes universidades públicas de los cuatro estados donde se realizó el estudio, a través del sitio electrónico http://www.bhasta.org. También se entrevistó a 28 personas víctimas de HAS, identificadas a través de la técnica denominada “bola de nieve”, quienes nos contaron detalladamente y de manera libre, en un primer momento, la situación de HAS sufrida, para en un segundo momento profundizar sobre el hecho relatado, sus consecuencias y lo que hizo en términos de denuncia o búsqueda de apoyo.

Los resultados de la encuesta señalan que el 40% de quienes participaron —58% mujeres, 42% hombres— afirman haber sufrido, en el último año dentro de su centro de estudios independientemente de su sexo, uno o más de los 11 eventos de HAS explorados; sin embargo, el 99% no denunció el hecho. Un 29.9% de hombres y mujeres encuestados sufrió alguna situación de HAS por medio de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC); 15.1% recibieron “cartas, llamadas telefónicas, correos electrónicos o mensajes en redes sociales y teléfonos celulares, de naturaleza sexual no deseadas” y 14.8% reportaron “exposición a carteles, calendarios o pantallas de computadora o de teléfono celular con imágenes de naturaleza sexual que incomodan”.

A través del análisis de las entrevistas identificamos una amplia gama de prácticas de HAS conectadas entre sí en un continuo que muestra un incremento de su gravedad y el papel específico de las TIC. En este sentido, el contacto virtual fue la puerta de entrada a otras acciones que tuvieron la intención de violentar a las jóvenes estudiantes y en algunos casos a personal administrativo y académico.

La investigación nos ofrece una rica producción de narrativas en torno a cómo se vive el HAS en las redes sociales como WhatsApp y Facebook, donde la virtualidad crea un halo de impunidad para quien agrede, formulando un nuevo efecto intimidatorio sostenido en el anonimato de la relación impersonal. Estamos ante la presencia de un HAS que al no realizarse en un encuentro cara a cara, tiene efectos y consecuencias sustentadas en la interpretación que se le da al contenido textual en la red, pero con daños muy concretos a la integridad, reputación y seguridad de las víctimas.

En términos generales identificamos solicitudes de información personal e incluso íntima, disfrazadas de tareas escolares, a través de correo electrónico como estrategia para establecer una dinámica intimidatoria por medio de este canal de comunicación personal y extra escolar. También registramos el uso de la red de WhatsApp como recurso que permite establecer un primer contacto atemporal y no físico para luego ampliar su efecto con actos de hostigamiento inmediatos y físicos. Es decir, la reelaboración del hostigamiento en el espacio virtual escala en frecuencia y violencia con el propósito de provocar situaciones distintas a las que originaron el primer contacto. Finalmente nuestra investigación también registró casos donde las redes fueron utilizadas, en la impunidad de la falsa identidad o del anonimato, para instrumentar represalias contra quien tomó la decisión de no continuar una relación afectiva con un docente o compañero; lo cual ha sido documentado por otras investigaciones.

Para finalizar nos permitimos compartir un testimonio que ilustra muy bien algunos de nuestros hallazgos, pero también revela la tarea pendiente que tenemos en México en materia de seguridad de la red de internet:

Mi caso empezó con una cuenta de facebook que la persona creó cuando tenía pensando hacer no sé qué cosa conmigo, yo lo acepté porque tenía muchos amigos en común […] cada que platicábamos siempre me decía cosas como “eres muy linda”, creo que por las fotos que tenía me decía “tienes muy bonito cuerpo” […] Como yo no sabía quién era la persona no le hacía caso, le cortaba a veces la conversación. No recuerdo cuanto tiempo pasó, pero la persona ya se sentía no sé si culpable o quién sabe y decidió decirme realmente quién era, entonces me empezó a hablar desde el face, del personal, del que realmente era de él y me comentó que creó esa [otra] cuenta porque tenía pena y quería saber algunas cosas de mí. Cuando supe quién era la persona ya me sentí incómoda por todo lo que me decía […] Él era un maestro que me daba clases. Como yo ya lo conocía empezábamos a platicar de las materias, de lo que hacía en la tarde, de lo que estaba haciendo en mi casa. En ese momento yo no lo veía tan mal […] Después se empezó a salir del contexto de lo que me preguntaba, empezaba otra vez a decirme “de las cosas que te decía en el otro face, sí es verdad eres muy bonita, me gusta tu cabello, me gustan tus labios” […] Yo le cortaba y le decía que ya me iba a desconectar (Estudiante de licenciatura, Chiapas).

 

Nota relacionada:

Crónica. http://www.cronica.com.mx/notas/2017/1009483.html

Muestra Internacional de Cine con Perspectiva de Género en ECOSUR

Del 12 al 18 de septiembre llegó a Chiapas el Tour de la Muestra internacional de Cine con Perspectiva de Género (MICGénero) 2016. En su 5ª edición tuvo como una de sus sedes El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), donde se inauguró la muestra con la proyección de “El Paso”, el 12 de septiembre.

Adán Salinas, director de MICGénero, explicó que la muestra de este año, titulada  “Vs. Media, Democracia, Medios & Feminismo”, hace una crítica a los medios que reproducen estereotipos de género, que son sexistas, no suman ni abonan nada a la democracia, no visibilizan los problemas sociales y favorecen a los que están en el poder.

Mencionó que México es el cuarto país que consume más cine en el mundo, y que de las más de seis mil pantallas que hay en el país, cinco mil pertenecen al duopolio Cinemex y Cinepolis, y que las mil restantes son pantallas independientes donde se proyectan producciones culturales y alternativas, en ese sentido reconoció la relevancia de la MICGénero, que lleva a la pantalla documentales y películas que no se ven en las salas comerciales y que “pretende que el cine sirva como medio de contra información”.

ECOSUR recibió a la muestra del 12 al 15 de septiembre, donde todas las películas fueron comentadas por académicas y académicos expertos en género.

Se proyectaron los documentales, “Enchikunye”, “Feed the Green: Feminist Voices for the Earth”, “We are in it” y el último día, los cortometrajes “En vuelo”, “Fatima” y “Club Amazonas”.

Juan Iván Martínez, técnico académico del grupo de Estudios de Género de ECOSUR, indicó que estos documentales fueron los ideales para cerrar la muestra, a la que asistió público en general y estudiantes del posgrado ECOSUR, quienes se encontraban tomando un curso sobre género.

“Estos documentales son dramáticos y conmovedores y tocan temas como el tráfico de mujeres, la división sexual del trabajo bélico, y en especial, el tercero nos hace reflexionar en cuanto a las categorías y su inmutabilidad, es decir, qué es ser mujer, qué es lo femenino y lo masculino. Además, nos invita a reflexionar sobre la cuestión de la interseccionalidad, y los diferentes sistemas de opresión que se entre cruzan para darnos experiencias particulares, que es el caso de los migrantes trans, en el que identificamos varios sistemas de opresión, como la condición de la nacionalidad, la condición del poder adquisitivo, la condición sexual, la condición de género. Lo que nos enfrenta a nuevos retos sobre los análisis de género como algo inmutable”, expresó.

Esperanza Tuñon Pablos, investigadora del grupo académico de Estudios de Género, comentó la importancia de los documentales que recuperan “una mirada femenina de la problemática”. Destacó cómo en estos tres cortometrajes se observan elementos de empoderamiento de las mujeres, “a pesar de usos y costumbres y cuestiones religiosas, podemos ver cómo a lo largo de las historias se van liberando elementos que hablan de agencia, de capacidad de resistencia, de empoderamiento de mujeres y de cómo finalmente se van liberando utopías posibles”, expresó.

Ambos académicos reconocieron la importancia de acercar los estudios de género a un público diverso a través del cine.

Las otras películas y cortometrajes proyectados en ECOSUR fueron comentados por Angélica Evangelista, investigadora del grupo de Estudios de Género de ECOSUR, María Luisa Estudillo, investigadora de la UNACH, y María Cuanda y Gabriela López, investigadoras de la UNICH.

De las 93 películas que integran MICGénero a nivel nacional, 33 se proyectaron en San Cristóbal de Las Casas en diferentes sedes, y más del 80% pertenecen al género documental.

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Reflexiones sobre el género: enfoque vivencial, teórico y político

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Integrantes del grupo académico Estudios de Género impartieron el Seminario Institucional “¿Qué es el género?”, como una forma de promover y fortalecer la reflexión y el conocimiento sobre el tema entre personal académico, administrativo y población estudiantil de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur).

El seminario se realizó el 13 de abril en la Unidad San Cristóbal y fue transmitido simultáneamente por videoconferencia en la Unidad Tapachula. Participaron 52 personas de la comunidad ecosureña de ambas sedes, 38 de forma presencial y 14 de manera virtual.

Esperanza Tuñón Pablos, Juan Iván Martínez Ortega y Ramón Abraham Mena Farrera, investigadora y técnicos académicos del Departamento de Sociedad y Cultura, fueron los encargados de conducir el seminario, cuya modalidad de trabajo consistió en una dinámica titulada “café internacional”. Se dividió en tres grupos a quienes participaron para provocar la reflexión en torno al tema mediante preguntas generadoras. En cada uno de los grupos se resaltó la importancia de considerar el género desde lo vivencial, lo teórico y lo político.

Martínez Ortega distinguió el género como concepto, categoría y teoría. Comentó que La teoría de género cuestiona las distintas corrientes teóricas dominantes como: funcionalismo, marxismo, psicoanálisis, postestructuralismo, etc. “Género es a la teoría feminista como clase es al marxismo”, afirmó.

Por su parte, Mena Farrera insistió en que es necesario revisar las estructuras y formas de organización de la administración pública para erradicar los elementos estructurales que mantienen las desigualdades sociales.

Respecto al carácter político, Tuñón Pablos señaló que “mujeres y hombres que se dedican seriamente a los Estudios de Género, asumen un posicionamiento político que implica desear y luchar por eliminar la inequidad. Hay también acercamientos `light´ que no consideran las relaciones de poder, que sólo describen la situación de las mujeres y que no abonan a erradicar la desigualdad e inequidad”. El tema del poder es fundamental para entender los estudios de género, puntualizó la investigadora.

Al finalizar el evento, Lorena Ruíz Montoya, directora de la Unidad San Cristóbal, agradeció la numerosa asistencia y refrendó el compromiso de hacer eventos similares para profundizar en el tema.

Información: Ariadna Martínez Olvera[:]

Esperanza Tuñón en ciclo de conferencias “Mujeres de siempre” en la SCJN

Esperanza Tuñón Pablos, investigadora del Departamento de Sociedad y Cultura e integrante del grupo académico Estudios de Género de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), participó en el ciclo de conferencias “Mujeres de siempre”, organizado por el Comité Interinstitucional de Igualdad de Género del Poder Judicial de la Federación, del 8 al 11 de marzo, en las instalaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en la Ciudad de México, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.

Como clausura del ciclo, la investigadora de Ecosur dictó la conferencia titulada “Hermila Galindo: mujer, feminista y revolucionaria” en la que habló del trabajo de esta feminista y política mexicana. “El ideario de Hermila Galindo además de la exigencia del sufragio, comprendía las demandas por la igualdad en los aspectos educativo, laboral, social y sexual. A cien años de distancia, no pierde vigencia porque aún pervive la desigualdad, subordinación y desventaja de las mujeres para tener las mismas oportunidades que los hombres. Galindo murió un año después de haberse otorgado el derecho a las mujeres de votar y ser votadas pero, si aún viviera, descubriría que ese logro ha sido insuficiente para dar libertad a las mujeres mexicanas”, señaló Tunón Pablos.

Uno de los objetivos del ciclo de conferencias fue resaltar la trascendencia del papel de las mujeres en la historia de México, por lo que destacar el pensamiento, vida y obra de Hermila Galindo fue pertinente para recordar la larga y compleja lucha, pasada y presente, de las mujeres para acceder y ejercer sus derechos en lo político y social.

También participaron como conferencistas, otras connotadas investigadoras, entre ellas, Marta Lamas, quien presentó una ponencia sobre Rosario Castellanos y Gina Villagómez, quien habló de Elvia Carrillo Puerto.

 

Información: Juan Ivan Martínez Ortega