Miel de manglar

Manglares

Donde los ríos desembocan en los mares u océanos tropicales, se encuentran los manglares. Estos están compuestos por mangles, es decir, árboles que crecen en el agua salada de las zonas de mareas, o en los suelos salados, frecuentemente inundados por agua salada. Muy pocos árboles aguantan crecer con tanta sal y todos tienen mecanismos para ello, algunos filtrando la sal con sus raíces, otros exudando la sal por su hojas.

Los manglares son ecosistemas muy particulares, pues crecer en agua con sal es un reto que pocas especies vencen. Son raros, por limitarse a las desembocaduras de ríos en mares del trópico, y están amenazados – México perdió 65% de sus manglares en los últimos 20 años. Pero son ecosistemas muy ricos porque las pocas especies que albergan no pueden crecer en ningún otro lugar del mundo. Son importantes ecológicamente, al ofrecer hospedaje a gran cantidad de especies de aves, peces y reptiles.

Son también valiosos socialmente, pues en zonas de manglar existen importantes comunidades de pescadores. También porque los manglares protegen las costas de los huracanes y tsunamis.

En México existen 655,000 hectáreas de manglares (0.3% del territorio nacional). Predominan cuatro especies de mangle: Rhizophora mangle (mangle rojo), Laguncularia racemosa (mangle blanco), Avicennia germinans (mangle negro, madresal) y Conocarpus erectus (mangle botoncillo).

Manglares y abejas

El ecosistema de manglar contiene pocas especies de árboles, pero que necesitan de las abejas para su reproducción, y permiten producir miel.

El mangle rojo es la especie más vistosa, por sus raíces aéreas (que son en realidad filtros para la sal), que  conforman un bosque fantástico para quien lo visita. Florece en un periodo muy largo, por lo que ofrece un recurso seguro para las abejas, pero poco abundante e insuficiente para la producción de miel.

El mangle negro es la especie más importante para las abejas por tener una floración más corta, pero abundante. Crece “tierra adentro”, o sea lo más lejos del agua, en suelos que se inundan ocasionalmente y que concentran mucha sal. Los árboles, en lugar de luchar contra la salinidad del suelo la dejan entrar por sus raíces y, como consecuencia, todas las partes de la planta, tronco, ramas, hojas y flores, permanecen saladas. Incluso el néctar de las flores es salado, situación que trae como resultado que la miel sea tan particular.

Miel de manglar

En los bosques de mangle, los apicultores cosechan "miel de manglar".

Esta miel se describe a través de un triple análisis:

Sensorial: Miel clara, líquida, con textura rasposa, de sabor dulce con amargo y salado, aroma frutal y cálido.


Polínico: al menos 8% de polen de mangle, en suma de las 4 especies, entre las que debe estar polen de mangle negro, llegando a veces a más 50% del polen.


Fisicoquímico: color 16-32 mm, conductividad 0.39-0.61 mS/cm, pH 3.82-4.32

La miel de manglar es muy particular, por ser amarga y salada, por lo que habitualmente se deja como alimento para las abejas. Sin embargo en los últimos años, algunos apicultores la cosechan y comercializan, encontrando un mercado de consumidores muy interesados por el viaje exótico al cual invita esta miel. Es de mencionar que combina muy bien con alimento salado, en particular ofrece un gran encuentro de sabores con el queso de cabra.

Interacciones positivas

El ecosistema manglar es raro y en reducción constante debido al asolvamiento de los esteros (ríos desembocando al mar). En las últimas décadas se han establecido comunidades de pescadores en las zonas de manglar, pero requieren fuentes de ingreso que ayuden a la preservación de estos ecosistemas. La producción de miel es una de las alternativas.

La interacción entre manglar y abejas es positiva pues del manglar se obtiene la miel y, gracias a las abejas, se asegura la reproducción de los árboles de mangle.

La miel de manglar ofrece una experiencia única para el paladar, en una interacción espectacular con alimentos salados.