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Luchar contra el glifosato sin tocar el capital

Luchar contra el glifosato sin tocar el capital

15 noviembre, 2024

Convocatoria cerrada

Por Fernando Pérez, investigador por México comisionado a ECOSUR

De acuerdo con la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, “el glifosato es el ingrediente activo en algunos productos herbicidas como Roundup. […] Estos productos contienen una combinación de glifosato y otros ingredientes que mejoran la absorción de glifosato en las plantas”. Roundup es un herbicida que fue fabricado por Monsanto, pero después de su venta en 2018 quedó en manos de Bayer, otra empresa de capital transnacional. En la página oficial de Bayer se menciona que Roundup “es un herbicida sistémico para el control de malas hierbas vivaces y anuales en cultivos, forestales, praderas, áreas no cultivadas, jardinería exterior doméstica, pastizales, canales de riego y linderos”. Es decir, este tipo de producto químico es utilizado para fumigar desde el jardín de una casa o la parcela de un campesino hasta un campo de cultivo industrial. Sin embargo, más allá de sus funciones en el campo en general y en la agricultura en particular, el glifosato no solo es un producto que causa daños a la salud humana y ambiental, si no también es una mercancía producida por el capital para reducir las pérdidas de dinero generadas por las malezas, las plagas y enfermedades que se desarrollan en el proceso de producción agroindustrial.

El uso del glifosato como herbicida para plantaciones agrícolas fue impulsado por Monsanto desde la década de 1970, pero a mediados de la década de 1990 su uso se intensificó en los campos de cultivos genéticamente modificados, principalmente en Estados Unidos. En la primera década del siglo XXI, este tipo de cultivo se propagó rápidamente a varios países del mundo, entre ellos México. De 2012 a 2022 la superficie cultivada con semillas transgénicas pasó de 163,5 a 202,2 millones de hectáreas, un aumento del 23.6% en diez años. De los 27 países que producen plantaciones transgénicas sobresalen Estados Unidos con 74,7 millones de hectáreas, Brasil con 63,2 millones de hectáreas y Argentina con 23,5 millones de hectáreas, los cuales concentran casi el 80% de la superficie total. Los cultivos que abarcan las mayores superficies de este tipo de producto son la soya, el maíz y el algodón con 98,9, 66,2 y 25,4 millones de hectáreas, respectivamente.

En México, aunque los ensayos autorizados de organismos genéticamente modificados tienen registro desde 1988 con una variedad de cultivos, fue a partir de 2005 que se aprobó la siembra comercial de algodón y soya transgénicos, bajo la cobertura de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados publicada por el gobierno de Vicente Fox y del Tratado de Libre Comercio con América del Norte. De 2005 a 2017 las empresas que lideraron las solicitudes para este tipo de cultivo fueron Monsanto, Bayer, PHI-Pioneer, Syngenta y Dow AgroSciences, cuya siembra principal fue el algodón. De hecho, para 2018, de acuerdo con los registros de AgbioInvestor GM, en el país se sembraron 243 mil hectáreas de este producto transgénico, pero para 2020 la superficie sembrada empezó a descender debido al decreto presidencial del gobierno de la 4T.

Lee el texto completo en: https://www.chiapasparalelo.com/opinion/2024/11/luchar-contra-el-glifosato-sin-tocar-el-capital/

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