
Jonathan Sechaly Pérez Flores
jonathan.perez@ecosur.mx
Por Jonathan Pérez-Flores1,2*, Daniel May-Uicab2 y Holger Weissenberger2
El jaguar (Panthera onca) es el máximo depredador del continente americano. Los jaguares son depredadores oportunistas, y su dieta depende de la disponibilidad de presas que hay en su entorno. La dieta del jaguar es sumamente variable y más de 85 especies (peces, reptiles, aves y mamíferos) forman parte de ella. El jaguar tiene una preferencia por depredar especies de tamaño pequeño y mediano, entre sus presas más comunes se encuentran el tepezcuintle (Cuniculus paca), el agutí centroamericano (Dasyprocta punctata), el armadillo nueve bandas (Dasypus novemcinctus), los temazates gris (Mazama americana) y rojo (Mazama temama), y el pecarí de labios blancos Tayassu pecari). Sin embargo, en ocasiones se ha observado que los jaguares llegan a depredar especies que no son componentes habituales de su dieta, como las tortugas marinas y los cocodrilos. Se cree que este comportamiento lo desarrollan cómo resultado de la disminución de las poblaciones de sus presas principales.
Ante la escasez de presas naturales, los grandes felinos como el jaguar optan por depredar animales domésticos como una estrategia de supervivencia. Los jaguares aprovechan la falta de comportamiento anti-depredador de los animales domésticos (por ejemplo, vacas, borregos y cabras) para depredarlos más fácilmente. En algunos países de Centro y Sudamérica ha llamado fuertemente la atención los ataques y depredación de jaguares a perros domésticos (Canis lupus familiaris), aunque son pocos los estudios que se han enfocado en investigar esta problemática de manera integral.
En México, este tipo de eventos ocurre en algunas de las comunidades rurales y ciudades de la Península de Yucatán, aunque casi todos estos eventos se quedan en simples anécdotas, cuando se escucha a la gente decir que “el tigre se llevó a su perro”. Hasta la fecha este tipo de interacción únicamente se ha estudiado en Mahahual, una comunidad pesquera y turística del Caribe Mexicano. En este sitio se ha documentado que los jaguares prefieren atacar a perros medianos (16 a 30 kg), ya que una vez que los matan, los manipulan más fácilmente con el hocico. Inclusive se ha observado que los pueden transportar o arrastrar a grandes distancias (hasta 1.5 km) para después consumirlos sin ser molestados.
El jaguar es conocido por poseer una “mordida letal”, la cual es considerada la más poderosa entre todos los felinos salvajes del mundo. Gracias a la fuerza de su mordida (4939 kN), el jaguar es capaz de perforar los huesos parietales y temporales del cráneo de sus presas. Sin embargo, a los perros prefiere morderlos en el cuello para asfixiarlos y así evitar un posible contraataque (mordidas). Es de llamar la atención que la letalidad de los ataques de los jaguares a los perros en Mahahual sea del 60 %, aunque es importante recalcar que este porcentaje podría variar, ya que algunos de los perros sobrevivientes murieron poco tiempo después debido a las heridas infringidas (fracturas, daños a venas) o por septicemia (infección grave generalizada). Se cree que los perros que sobrevivieron, fue gracias a que los dueños actuaron rápidamente haciendo ruido o prendiendo las luces cuando escucharon los ladridos o chillidos de sus mascotas, logrando así espantar al jaguar.
Los jaguares tienen un patrón de actividad catemeral, es decir que tienen actividad durante todo el día; sin embargo, su actividad nocturna predomina. En Mahahual la mayoría de los ataques reportados ocurrieron durante la noche, y fueron principalmente a perros que duermen en los patios (amarrados o libres) o que vagan libremente por las calles. Los jaguares rara vez atacan a perros pequeños, ya que estos viven dentro de las casas, aunque recientemente, se han compartido en redes sociales algunos videos donde se observan jaguares entrar a las casas y deambular por los cuartos de lavado o servicio en búsqueda de perros.
Los ataques de jaguares a perros son más frecuentes durante la época de secas, lo que podría ser el resultado del aumento en la cacería de sus presas naturales, ya que los cazadores acceden con mayor facilidad a sitios que en la época de lluvias son inaccesibles. Otra hipótesis, es que los jaguares disminuyen su actividad (movimientos) durante la época de secas y buscan presas más accesibles (animales domésticos), y así ser energéticamente más eficientes.
Hasta el momento se desconoce si los perros son de importancia dietética para los jaguares, como sucede con los leopardos (Panthera pardus) en la India, donde los perros son uno de los principales componentes (39 a 64 %) de su dieta. Aparentemente algunos jaguares al igual que los leopardos suburbanos han desarrollado un gusto especial por depredar perros, cuando esto sucede la gente en las comunidades menciona que el jaguar se “encarnizó con los perros”. Este comportamiento fue observado en Playa del Carmen, México, en donde a un jaguar le colocaron un radiocollar para seguir sus movimientos, ya que había sido reportado depredando perros continuamente en algunas colonias de esa ciudad. Por lo que este animal tuvo que ser reubicado lejos de los asentamientos humanos; sin embargo, poco tiempo después este jaguar se acercó nuevamente a los poblados para seguir depredando perros.
Se espera que en el futuro las interacciones entre jaguares y perros sean más frecuentes y más intensas, debido a que la población humana continúa en aumento e invadiendo el territorio de los jaguares. Además, en diversas investigaciones se ha planteado qué a mediano y largo plazo, las poblaciones de las presas naturales de los jaguares sigan disminuyendo y que la cantidad de biomasa de animales domésticos siga en aumento (por ejemplo, vacas, borregos, perros y gatos). Por lo tanto, el conflicto entre humanos y jaguares por la depredación de mascotas también podría ir en aumento y tener graves consecuencias. Una de ellas sería la cacería por represalia, en la cual la gente busca vengarse de los jaguares que depredan a sus perros, ya que estos son considerados miembros de la familia o animales de un alto valor económico, esto último porque en ocasiones la gente de las comunidades llega a pagar grandes cantidades de dinero por perros de cacería.
Por otro lado, podríamos tener una grave consecuencia epidemiológica, por la potencial transmisión de enfermedades infecciosas de los perros a los jaguares. Los perros en la mayoría de las comunidades rurales de la Península de Yucatán no tienen acceso a servicios veterinarios de calidad, lo que ocasiona una alta tasa de mortalidad, un promedio de vida reducido (2 años), desnutrición, maltrato y una gran variedad de enfermedades infecciosas y no infecciosas. Generalmente, en estos sitios la única vacuna que se les aplica a los perros es la de la rabia, cuando el gobierno implementa las campañas anuales de vacunación gratuitas. Mientras que para otras enfermedades como el distemper (moquillo) y parvovirus canino la gente no le da la importancia necesaria. Esto es importante, ya que enfermedades como el distemper canino han tenido efectos devastadores en diferentes especies de grandes felinos silvestres y bajo cuidado humano.
La resolución del conflicto entre humano y jaguar por la depredación de perros luce poco alentadora, debido a que México es el país de América Latina con el mayor número de perros (26.5 millones). Además, con la reciente culminación de algunos megaproyectos nacionales como el Tren Maya, el número de turistas y residentes aumentará y con ello también el número de mascotas que invadan el territorio de los jaguares. Por lo que será necesario promover acciones para la coexistencia armoniosa entre los humanos y el jaguar.
Recientemente, algunas organizaciones nacionales e internacionales en conjunto con instituciones gubernamentales han comenzado a implementar algunas medidas de mitigación de conflictos entre humanos y jaguares. Entre estas se encuentran campañas de esterilización, vacunación y desparasitación para evitar los riesgos de transmisión de enfermedades, y la fabricación de casas de noche para resguardar a los perros como una estrategia antidepredación. Sin embargo, aún es necesario evaluar la eficacia de todas estas medidas de mitigación, para conocer el impacto que tienen sobre la población de jaguares en un corto, mediano y largo plazo.
Aún se desconocen los efectos epidemiológicos que el consumo de perros tiene sobre la salud de los jaguares. Por lo que es necesario que comencemos a realizar estudios integrales que aborden la problemática desde un enfoque social, ecológico y epidemiológico, y así promover la coexistencia armoniosa entre el humano y el jaguar.
1Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías. Ciudad de México, Ciudad de México, México. johnspf77@gmail.com
2El Colegio de la Frontera Sur. Chetumal, Quintana Roo, México.
daniel.may@posgrado.ecosur.mx (DM-U), holgerweissen@ecosur.mx (HW)
*Autor de correspondencia.
Therya ixmana 4(1):1-2