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El maíz en México: la planta que migró al sureste

Artículo de divulgación

El maíz en México: la planta que migró al sureste

21 octubre, 2024

Convocatoria cerrada
Ramón Mariaca Méndez

rmariaca@ecosur.mx

*Alba González Jácome Profesora Visitante del Departamento de Agroecología de la Universidad Autónoma Chapingo e Investigadora Emérita del S.N.I. gonzalez.jacome@yahoo.com **Ramón Mariaca Méndez Investigador Titular de El Colegio de la Frontera Sur rmariaca@aflores

Al comenzar a sembrar y cosechar semillas de maíz, junto con otras plantas como calabazas, chiles, guajes, frijoles, amarantos, ciruela mexicana, entre otras, se produjo un incremento relativamente lento pero progresivo en el tamaño de las mazorcas y de sus granos, al grado de poder comenzar a molerse para generar harinas.

Las evidencias arqueobotánicas actuales, indican que el maíz inició un largo viaje al sureste de lo que hoy es México, acompañando a grupos de cazadores-recolectores e incipientes cultivadores desde la cuenca media del Río Balsas -donde se originó-, mutando de la combinación entre el teocinte (var. parviglumis) y el maíz (Zea), aportando algunos elementos alimenticios que se consumían hervidos y la savia dulce de sus tallos jóvenes.

Hace unos 8,890 años AP (La abreviatura AP refiere Antes del Presente año actual), los pobladores contaban con pequeñas mazorcas de pocos centímetros de largo, con un raquis (olote) delgado y pocos granos cubiertos por un pericarpio duro (glumen) que los cubrían casi por completo, dificultando su consumo humano. La selección de mazorcas y granos incrementó el tamaño de las mazorcas y del raquis, además de reducir el pericarpio que cubría los granos que se modificaron por la acción humana. Esta modificación facilitó el consumo del maíz, que también se fue adaptando a las condiciones de inclinación de los lugares, cercanía a fuentes de agua, humedad, tipo de suelos, temperaturas y otras condiciones de cultivo.

Su recorrido comenzó en la cuenca media del río Balsas, cerca de Iguala Guerrero, entre Teloloapan, Arcelia y Valle de Bravo, región cuya altitud va de los 900 a 1,400 msnm. Ahí en el abrigo rocoso de Xihuatoxtla, se descubrieron restos fosilizados de maíz, fechados en 8,890 años AP. De aquí el maíz se difundió poco a poco a los valles centrales de Oaxaca. En la Cueva Guilá Naquitz y el refugio rocoso Sylvia se encontraron varias plantas domesticadas y maíz con una antigüedad de 8,250 años AP. Al parecer de ahí se llevó maíz al Valle de Tehuacán, cuya datación en la cueva San Coxcatlán es de 7,310 años AP

Al comenzar a sembrar y cosechar semillas de maíz, junto con otras plantas como calabazas, chiles, guajes, frijoles, amarantos, ciruela mexicana, entre otras, se produjo un incremento relativamente lento pero progresivo en el tamaño de las mazorcas y de sus granos, al grado de poder comenzar a molerse para generar harinas. Ese inicio de su domesticación por el ser humano, también le quitó su capacidad de reproducirse por sí mismo, teniendo entonces sus nuevos cultivadores y cultivadoras, la responsabilidad de guardar semillas para ser sembradas en la próxima temporada de lluvia.

De esta forma, el maíz comenzó a viajar junto con pequeñas bandas de emigrantes al sur, a través de selvas bajas pasando de Oaxaca a territorios chiapanecos, habiéndose encontrado vestigios de plantas cultivadas –maíz principalmente- fechados alrededor de 6,400 años AP., según hallazgos arqueobotánicos, realizados en varios puntos del Soconusco y en el Tlacuachero, en el actual municipio de Acapetahua. De ahí la información arqueológica y paleobotánica indica que el maíz fue llevado a los Altos de Guatemala y fue descendiendo hasta el Petén guatemalteco y Belice donde llegó hace 5,575 años AP. También se han encontrado restos de polen muy antiguos en el oeste de Tabasco, en un sitio denominado San Andrés que data de hace 5,100 años AP. Asimismo viajó hacia Centro y Sur América donde hace 3,000 años ya estaba presente en Colombia y hace 2,700 años en el Perú.

Regresando al sureste de México, donde la población inicialmente se alimentaba de la cacería, la pesca y del consumo de frutales, raíces y tubérculos principalmente, se sabe que hacia el año 3,000 AP, comienzan a establecerse las primeras aldeas permanentes que con el paso de los años dieron lugar a grandes urbes durante el período formativo o preclásico, siendo San Lorenzo Tenochtitlan, en el sureste de Veracruz, el primer centro Olmeca importante durante el periodo Preclásico (3,500-2,900 AP); la primera ciudad maya, recientemente descubierta en 2017, fue Aguada Fénix en el municipio de Balancán, Tabasco y cuya antigüedad se ha fijado en el 3,000 AP. Después aparecieron otras importantes urbes como La Venta en el Tabasco Olmeca, Ceibal en el Petén Guatemalteco (2,400 AP – 1,800 AP), Cuello en Belice (2,900 AP) y Rosario Izapa, cercano a Tapachula y cuyo esplendor se dio entre 2,650 y 1,900 AP. Es obvio decir que estas ciudades fueron primero pequeños asentamientos cuya antigüedad se remontaba a varias centurias atrás.

Un aspecto que es de llamar la atención es que, siendo el maíz una planta llegada de afuera, desde tiempos muy tempranos se apoderó de la vida y corazón de los habitantes de estas zonas, al grado de convertirlo en una planta sagrada desde entonces. Esto lo sabemos porque en un sitio arqueológico del Petén guatemalteco llamado San Bartolo, al noreste de Tikal, se encontraron unos frescos o pinturas murales fechadas hace 2,100 años AP, donde entre otras cosas aparece el drama de Hu nal ye’ o Señor del maíz de la manera como unos 1,500 años después sería plasmado en el códice Dresde y el Popol Vuh y sigue vigente en la tradición oral de muchos pueblos de las alrededor de 32 lenguas mayas actuales ¡2,100 años después!

ARTÍCULO PUBLICADO EN: La Jornada del campo 19/10/24, Pag. 15

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