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Ayotzinapa ¿Por qué?

Artículo de divulgación

Ayotzinapa ¿Por qué?

7 octubre, 2015

Artículo de opinión
Fernando Limón Aguirre, Coordinador del Departamento de Sociedad y Cultura

Planteo una respuesta a la pregunta generadora, elaboro el desarrollo de un elogio y una insistencia para convertir la oscurana en claridad.

La respuesta. Desde luego que una pregunta como ésta no tiene lógica alguna de ser respondida con base en lo anteriormente ocurrido, como si se tratara de encontrar causas que justificasen lo irracional y reprobable. La respuesta la ha venido dejando al descubierto, en el tiempo posterior al 27 de septiembre del 2014, la propia actitud del Estado y la tenacidad iluminadora del colectivo de padres y madres de familia de los 43 desaparecidos.

De esa fecha -hace un año- para acá hay una serie de cuestiones inocultables y del todo claras que son la respuesta. Primeramente el llamado narco-gobierno, la articulación de lógicas e intereses de los dedicados al negocio de los enervantes conjuntamente con el gobierno (estrategia vigente de soporte del sistema capitalista). La supuesta pugna que es más bien complicidad entre partidos políticos aunque parezcan adversarios, entre niveles de gobierno y entre poderes del estado, la cual está articulada precisamente en la lógica del narco-gobierno. La actitud corresponsablemente vejatoria del ejército y de las fuerzas del orden y de seguridad de los diferentes niveles; en donde la participación del ejército en los hechos de Iguala ha sido lo más cuidadosa y enfáticamente negado y evadido.

La violación sistemática de los derechos humanos como condición cotidiana de existencia. El olvido como consigna (que se ha topado con el colectivo más incompatible y más comprometido con el recuerdo: los indígenas). La agresión sistemática a las normales rurales, al campo, a la ruralidad, a las y los campesinos y a las territorialidades campesinas e indígenas.

Ninguno de estos hechos puede ya ser ocultado en el México contemporáneo. Todo lo contrario, todo ello se corrobora, se hace patente y se refuerza en la reiterada forma de actuar del Estado en este caso, la cual ha sido la más vil, insoportable e indignante. ¿Entonces ahora comprende usted, por qué Ayotzinapa? ¿Se imagina usted estar en la encrucijada en que confluyen todas esas circunstancias de dolor, impunidad, barbarie y, pues, de muerte?

El desarrollo de un elogio. Ayotzinapa se está convirtiendo en el reflejo y en el espejo de lo cada vez más nítidamente real, por más que se empeñe el Estado en negarlo.

Ayotzinapa nos está dando tremendas lecciones que provienen de esos normalistas rurales, pero sobre todo que tienen su fuente en la dignidad de las madres y los padres de familia, dada su cauda de veracidad, de dignidad, de resistencia, de unidad y de entereza.

Este colectivo de padres es hoy en día un referente obligado en la vida nacional. En él hay un corazón ancestralmente rebelde, vinculado a una cuna de resistencias; dicho colectivo alienta el fuego de la memoria y es emblema del no a la pobreza ni al empobrecimiento y sí a la dignidad. Su perseverancia organizativa ha puesto de manifiesto y en evidencia la cualidad del Estado mexicano en la actualidad.

Estas mujeres y estos hombres, madres-padres de la rebeldía, se han encargado sistemáticamente de convertir la oscurana en claridad, de enfrentar opresión con liberación, prepotencia con humildad, olvido con recuerdo, desesperanza con esperanza, falsedad con verdad, agotamiento con tenacidad, autoritarismo con convocatoria, silenciamiento con grito y palabra, anquilosamiento con creatividad, complicidades mortecinas con camaradería solidaria, división con unidad. En una palabra y claramente: muerte con vida.

Este grupo nos ha puesto en nuestros ojos, frente a nuestro rostro y nuestro corazón el mundo de lo alternativo, que viene de lo absolutamente negado, excluido y maltratado por el sistema. Este grupo es la negatividad infinita. Motor de vida.

Una insistencia para convertir la oscurana en claridad. Esta actitud de padres y madres de familia nos ha estado interpelando y convocando, no sólo a acompañarles y a manifestarnos, sino a tomar posición, tomar rumbo y ritmo de vida.

Podemos, pues, y debemos hacer algo… ¡mucho! ¿Qué? Cuatro sugerencias: comencemos por hacer de la ética política. Clamemos y exijamos justicia hasta que se verifique. Convirtamos lazos de relaciones sociales en relaciones de solidaridad. Y, finalmente y una vez más, si lo que el Estado ha querido hacer es desmantelar las normales rurales, exijamos la creación de más de ellas. Defendamos las normales rurales. Las cultivemos.

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