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Mujeres de Amatenango del Valle pilares de la agricultura tradicional

Si bien la agricultura tradicional de Amatenango del Valle —comunidad indígena tseltal de la región Altos de Chiapas— figura como un componente importante en la estrategia de subsistencia de las unidades de producción familiar, se requieren otras actividades para mantenerla, y en ellas las mujeres están posicionándose como líderes, asegura, Lesly Georgina Maldonado López, egresada de la Maestría en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur).

En su tesis de maestría titulada “Mujeres: barro y maíz. Estrategias de subsistencia de la agricultura tradicional de Amatenango del Valle”, explica que las mujeres participan directamente en el sostenimiento de la agricultura tradicional mediante la obtención de ingresos monetarios generados por su actividad productiva como alfareras y que con los recursos económicos que obtienen pueden tener acceso a los insumos requeridos para el tipo de agricultura practicado en la comunidad. Asimismo destaca que con el empleo de su fuerza de trabajo en tareas como el riego, la siembra de frijol, la cosecha de elote, maíz y frijol y el manejo postcosecha, no solo generan un ahorro en los costos de producción sino que mantienen la identidad campesina de toda la unidad de producción familiar.

Las mujeres de Amatenango del Valle, además de participar de manera importante en dos actividades base de la economía campesina —la agricultura y la alfarería— tienen a su cargo el mantenimiento y cuidado del huerto familiar, la elaboración de bordados tradicionales, el cuidado y mantenimiento de los animales de traspatio, las actividades comunitarias como los comités de escuela e iglesia, la recolección de leña destinada principalmente a las actividades productivas y la venta y promoción de la alfarería.

En comparación con los hombres, llevan a cabo una triple jornada compuesta por actividades productivas, reproductivas y comunitarias. Dentro de las actividades reproductivas se encuentran la alimentación (selección, elaboración y distribución de alimentos), el cuidado de la salud y el cuidado afectivo de niñas, niños, ancianos y enfermos, las labores domésticas, la transmisión de la lengua y la cultura, el aprovisionamiento de insumos para las necesidades de la familia en la vida diaria, como el agua y la leña, el cuidado de los animales domésticos, el cuidado de los sistemas naturales y los bienes comunes, la preservación de los saberes y la biodiversidad.

Muchas de las estrategias de subsistencia como la economía familiar, la cohesión social, la transmisión de conocimientos y la identidad cultural, pueden llevarse a cabo gracias a las mujeres. Sin embargo, como actoras sociales han visto limitadas las oportunidades de ejercer sus capacidades debido a las relaciones desiguales que las coloca en una posición en las que no se valora la importancia de todas las tareas que llevan a cabo para mantener la vida.

Desde la perspectiva de la egresada de Ecosur, si bien el tipo de participación femenina en la vida campesina de Amatenango del Valle varía en función de diferencias de carácter social, las alternativas de las mujeres siguen estando claramente asociadas a instituciones permeadas por las desigualdades de género, como la tenencia y extensión de la tierra, el acceso diferenciado a los recursos y tecnologías, la composición de la unidad familiar, la no valorización del trabajo no remunerado y la participación social condicionada de las mujeres en ámbitos públicos y comunitarios.

La tesis enfatiza que las mujeres en Amatenango del Valle han reconfigurado sus formas de organización social, adquiriendo un rol de mucha importancia, pues su participación es efectiva, tangible, e imprescindible, y que el papel que han adquirido puede generar efectos de carácter multiplicador (como el refuerzo de la identidad campesina, la conservación y cuidado del germoplasma nativo, las formas de organización comunitarias y la revalorización de los trabajos reproductivos) en la familia, la comunidad y la región, siempre y cuando se reconozca su aporte al conocimiento, a la identidad, y a la economía familiar.

Fotografías: Lesly Georgina Maldonado López

El crecimiento de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas y su periferia rural. Impactos negativos y oportunidades

Araceli Calderón** y Lorena Soto-Pinto*

Varias ciudades medias, entre ellas San Cristóbal de Las Casas, han tenido un crecimiento acelerado en los últimos años. Según datos de INEGI, de 2005 a 2010 las áreas ocupadas por ciudades casi se duplicaron en el país.

En San Cristóbal de Las Casas, los cambios tan rápidos ocasionados por el crecimiento de la ciudad han tenido consecuencias ecológicas, económicas y sociales, que se reflejan en problemas que se viven día a día como la desaparición de las áreas boscosas y agrícolas, la desaparición de manantiales y humedales, la contaminación, el cambio de uso del suelo y el aumento del precio de los terrenos; situaciones que al mismo tiempo modifican las formas tradicionales de uso de la tierra y recursos naturales de las personas que viven alrededor de la ciudad.

En esta ciudad la población se cuadruplicó en 30 años y se expandió considerablemente el área urbana. Este crecimiento ha ocurrido con escasa regulación municipal, a través de la toma ilegal de tierras, conflictos y numerosos procesos de compra-venta informal entre particulares. A ello se ha sumado un pujante mercado inmobiliario, que carece de un proceso de planificación urbana y que ha vendido terrenos en zonas de bosque, agricultura y humedales, sin considerar la conservación duradera de los recursos y la belleza escénica.

Mediante un estudio realizado en la zona del Huitepec observamos que, no obstante este crecimiento urbano, aún existen en la periferia de la ciudad zonas agrícolas que abastecen de productos hortícolas a la población, pastizales con ganado bovino y ovino, así como distintas áreas de bosque de pino-encino, y dos reservas naturales, una privada y otra autónoma, que intentan preservar los remanentes de ecosistemas de montaña, no sin conflictos.  Estas reservas trabajan aisladas de la población aledaña, lo cual no ayuda a su buen mantenimiento ni a mantener un paisaje saludable, pues por un lado se conserva y por otro se destruye.

Los  bosques, acahuales, pastizales  se intercalan con el uso urbano y ofrecen el verdor que todavía mantiene la ciudad. De acuerdo al análisis de una imagen de 2010, en la zona periurbana estudiada, el bosque y los acahuales cubrían 52 % de la zona, las áreas agrícolas y pastizales 39%, mientras que las áreas edificadas 9 %. Casi la mitad de la superficie forestal se concentraba en las áreas de reserva, mientras el resto se distribuía en fragmentos asociados a las áreas agropecuarias y urbanas, de igual modo algunos pastizales y áreas agrícolas se ubicaban dentro del área urbanizada en colonias y fraccionamientos. Aunque en años posteriores hemos visto cómo el proceso de urbanización ha aumentado en el área, la estructura diversa del paisaje aún persiste.

Este uso diversificado del espacio se asocia con la diversidad sociocultural presente. En el Huitepec la población se distribuye en rancherías donde comparten la tierra pobladores tsotsiles, tseltales y mestizos nacidos en las localidades, quienes se autonombran “nativos”, y otros de origen urbano y venidos de fuera. Alrededor de 70% de las familias son originarias de los Altos y 30%  provienen de otros lugares; 53% son mestizos y 47% indígenas mayas. Además de las rancherías hay grandes propiedades, fraccionamientos y colonias urbanas.

Los fragmentos de bosques remanentes en el Huitepec son fuente de extracción de madera, leña, tierra de monte, hojarasca, hongos, plantas medicinales, frutas silvestres, condimentos, juncia, flores y plantas ceremoniales. Aunque la gran mayoría de las personas ya no dependen de la agricultura, esta actividad, junto con la cría de animales de traspatio, tiene un papel significativo en el abasto familiar. La agricultura,  junto con el resto de áreas verdes conforman un paisaje agroforestal diverso y heterogéneo, el cual se ha distinguido por el mantenimiento del agua, la biodiversidad y la belleza verde de la ciudad. Es importante destacar  que el Huitepec está clasificado como un bosque mesófilo de montaña —ya hay muy pocos en el país—con una considerable diversidad de flora y fauna, además de ser un paisaje icónico de la ciudad.

En ciudades como San Cristóbal existe una tensión entre el crecimiento urbano y la resistencia de la agricultura, los ecosistemas y el modo de vida campesino que se niega  a desaparecer. Ciudades medias, como esta, que atraviesan por procesos de urbanización sin planificación, trasforman los territorios y ocasionan la pérdida de recursos naturales e identidades rurales.

Sin embargo, no todo está perdido. En las zonas periurbanas  de San Cristóbal existen iniciativas aisladas,  individuales y colectivas, para la conservación del bosque, algunos acuíferos y agricultura ecológica. De manera muy particular se observó que los «usos y costumbres» derivados del pasado rural  de los pobladores del periurbano, aún tienen efecto para regular  el uso de los recursos naturales, por ejemplo, algunos colectivos  reconocen el ingreso de nuevos vecinos a quienes integran a las asambleas, normas y sanciones relacionadas con el acceso y conservación de recursos del bosque, la construcción o mantenimiento comunitario de caminos, manantiales y la distribución del agua. Esto ocurre gracias a que la población asentada en esta zona periurbana –que proviene principalmente del medio rural y de cierta población extra-regional que tiene una alta conciencia de la conservación— valora la importancia de los ecosistemas y la agricultura limpia. Un buen ejemplo es un pequeño grupo de productores agrícolas que ha logrado vender sus productos directamente “de la parcela al plato”, a través de un “tianguis orgánico”, un mercado de hortalizas de producción limpia, que ofrece sus productos a la población urbana, con lo que revitalizan su actividad agrícola.

Para disminuir la tensión que planteamos aquí, es necesario que se tomen en cuenta los efectos de los procesos inmobiliarios y contribuir a detener el avance urbano, disminuir y regular la extracción de materiales y agua que realizan empresas constructoras y refresqueras; así como suspender la invasión de los humedales, y  promover y fortalecer los procesos de iniciativas colectivas que  pongan reglas y sanciones, además de educar a la población y tomar acuerdos entre el gobierno, las iniciativas privadas y la sociedad civil para beneficiar a todas las partes.

 

*Investigadora Huesped en CIESAS Sureste, egresada del doctorado de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), ** Investigadora de Ecosur en la Unidad San Cristóbal

Fotografía: Araceli Calderón

Presentan libro sobre experiencia migratoria de niños guatemaltecos en Tapachula

El pasado 28 de marzo, Martha Rojas Wiesner, investigadora del Departamento Sociedad y Cultura de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), presentó su libro “Narrativa y fotografía de niños y adolescentes trabajadores guatemaltecos en Tapachula, Chiapas”, en  Concepción Tutuapa, comunidad perteneciente al Departamento de San Marcos, Guatemala.

La investigadora de Ecosur realizó dos presentaciones, una ante la Asamblea del Consejo Municipal de Desarrollo y otra ante el personal docente de la escuela de educación básica Fray Bartolomé de Las Casas, la cuales fueron gestionadas respectivamente por Roberto Canseco, cónsul de México en Tecún Umán, Guatemala, Justo Velásquez del Movimiento de Trabajadores Campesinos (MTC) y Samuel Reynoso, síndico municipal de Concepción Tutuapa.

En la Asamblea del Consejo Municipal de Desarrollo, que reúne a los Consejos Comunitarios de Desarrollo Urbano y Rural (COCODE), Martha Rojas explicó que la publicación plasma la experiencia de niños y jóvenes migrantes de Guatemala que trabajan en las calles en Tapachula. Señaló que a través de sus testimonios, 20 niños dan cuenta de sus motivaciones para ir a trabar a México, entre las que destacan no solo obtener recursos económicos sino su interés de seguir estudiando. “Los niños trabajan para seguir adelante, se preocupan por su comunidad, se preocupan por su futuro, quieren regresar a sus comunidades y contribuir” destacó la experta en migración, quien refirió que la mayoría de los niños y jóvenes que participaron en el proyecto son originarios de Concepción Tutuapa, de ahí su interés en presentar la publicación en este lugar, además de haberles dicho a los niños que dieron su testimonio que visitaría su comunidad de origen.

La investigadora de Ecosur hizo énfasis en que la experiencia migratoria de estos niños es positiva y que es necesario reconocer su trabajo y buscar formas de acercamiento para su protección como personas que pueden estar en condiciones de vulnerabilidad.

En la escuela Fray Bartolomé de Las Casas comentaron la publicación Hugo Ángeles, investigador independiente experto en migración, y Álvaro Caballeros,  académico de la Universidad de San Carlos de Guatemala, experto en los derechos de la niñez migrante, y también ofreció sus comentarios el cónsul de Tecún Umán.

Hugo Ángeles narró que los testimonios del libro surgieron de un taller que se realizó en la Casa de Día de Tapachula, un albergue del gobierno estatal, donde los niños, niñas y jóvenes migrantes que trabajan en las calles van a comer y descansar de sus largas jornadas de trabajo. Explicó que se les pidió a los niños y jóvenes que  participaron en el taller que tomaran fotografías de sus objetos de trabajo, por lo que la publicación presenta retratos de sus manos, pies, cajones donde venden chicles, cajones con los que lustran calzado o el palo que sostiene los dulces de algodón, así como su experiencia de la migración de Guatemala a Tapachula, y la experiencia adquirida en sus trabajos, pues a su corta edad  varios han tenido 4 o 5 trabajos.

El experto en migración, quien colaboró en los talleres, dijo que la publicación no pone a los niños y jóvenes como víctimas, sino que destaca su importante papel en el trabajo, sus deseos de superación como seres humanos, el rol que juegan para ayudar a sus padres y hermanos, y para seguir estudiando. Destacó que en los relatos se puede leer  “Voy a trabajar para comprar mis cuadernos, mi ropa y zapatos y seguir estudiando” y refirió que sin los ingresos de sus trabajos como vendedores de dulces u otros, que para algunos pueden ser insignificantes, estos niño no podrían seguir estudiando y que de hecho algunos niños no podrán continuar sus estudios más adelante.

Para Hugo Ángeles, las fotografías y testimonios que presenta el libro rescatan lo valioso del trabajo de estos niños —cuyo nombre real aparece en la publicación porque así lo quisieron, aunque se les explicó que para su protección era mejor que aparecieran con otro nombre— y es necesario que los gobiernos de Guatemala y México, así como padres, maestros y demás personas que “tenemos que ver con estos niños y niñas” dialoguen sobre acciones que pueden realizar ante este fenómeno.

Álvaro Caballeros, del Instituto de Estudios Interétnicos de la Universidad de San Carlos, recordó que la migración en esa región transfronteriza de Guatemala y México es histórica.  Explicó que a través de la publicación puede verse que los niños trabajan para  apoyar las economías empobrecidas de sus familias y para seguir estudiando, por lo que llamó al gobierno de su país a brindar los satisfactores básicos a niñas, niños y adolescentes para evitar ponerlos en riesgo. Por otro lado, reconoció el esfuerzo de Martha Rojas de devolver los resultados de su investigación a la comunidad, propiciando el vínculo entre dos regiones fronterizas y poniendo en la mesa un asunto en el que tienen que intervenir padres y maestros, además de los gobiernos de Guatemala y México.

Desde la perspectiva de Roberto Canseco, cónsul de México en Tecún Umán, “no hay que ver la migración como algo negativo sino como un fenómeno que se tiene que atender” y partir que es una responsabilidad compartida entre México y Guatemala. Para el funcionario mexicano es necesario enfocarse en brindar educación a niñas y niños, para que decidan migrar como un deseo y no como una necesidad. Explicó que  ahora  buscar dinero es una solución inmediata, pero si las niñas y niños migrantes dejan de estudiar no tendrá recursos para salir de esa situación. Asimismo, indicó que es necesario que ningún niño abandone la escuela, estando en Guatemala o Tapachula, que la niñez migrante tiene derecho a la educación estando en México, como cualquier niño o niña mexicano, y exhortó a los maestros a orientar a los niños y las niñas que migran a Tapachula sobre sus derechos y a animarlos a denunciar los abusos que cometan las autoridades contra ellos.

Los maestros, algunos de los cuales narraron haber ido a trabajar a Tapachula en su niñez, exhortaron a las autoridades  a darles un trato especial a los niños y las niñas migrantes que van a trabajar solos y a seguirlos apoyando porque están expuestos a abusos.

Asistieron como invitados a este encuentro Rocío del Carmen Solís Luna, directora de Protección a Migrantes de la Secretaría para el Desarrollo de la Frontera Sur del estado de Chiapas, Angélica Ramírez Díaz y Nuvia Cecilia Izaguirre Oliva, jefa del Departamento de Capacitación y Empleo, jefa del Departamento de Atención a Migrantes del H. Ayuntamiento Municipal de Tapachula, Walter Arreaga, coordinador en Guatemala de la Organización Internacional para las Migraciones y Juan José Monterroso, asesor general del MTC, y aproximadamente 8 integrantes más de dicho movimiento.

Puedes encontrar el libro en: https://www.ecosur.mx/libros/producto/narrativa-y-fotografia-de-ninos-y-adolescentes-trabajadores-guatemaltecos-en-tapachula-chiapas/

 

Fotografía: Marco Girón

Lactancia materna en México: mitos y realidades

La lactancia materna en México está viviendo una de las crisis más serias desde 1992. A pesar de que aporta grandes beneficios a la salud, la nutrición y el desarrollo infantil, y contribuye a la salud materna previniendo el cáncer de mama, útero y ovario, esta cultura por la lactancia materna se está perdiendo.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y  Nutrición, la lactancia materna pasó, del 2006 al 2012, en zonas urbanas de 22.3% a 13.4%, y a escala rural de 36.9% a 18.5%. Estas cifras demuestran que en México hay una disminución en la población de niñas y niños que reciben leche materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida, tal como recomienda la Organización Mundial de la Salud. Lo anterior, debido al impacto comercial de fórmulas lácteas y a la desinformación médica, señaló Darinel Isaac Gómez Ozuna, cirujano pediatra, durante la conferencia “Lactancia materna: mitos y realidades”, realizada en el marco de las sesiones académicas que organiza el Departamento de Salud en la Unidad San Cristóbal de Ecosur.

El doctor Gómez Ozuna mencionó que las cesáreas innecesarias generan que la lactancia materna se vea interrumpida durante las primeras horas de vida, así como el vínculo con la madre, teniendo repercusiones negativas para la estimulación temprana del recién nacido y la producción de leche materna.

Explicó que el hecho de que un niño pierda la lactancia materna incrementa un 50% la posibilidad de hospitalización en los primeros 5 años de vida, independientemente de la mejor fórmula artificial que se compre, debido a que la leche materna no es solo un alimento sino un complejo nutricional vivo que contiene anticuerpos, enzimas, ácidos grasos de cadena larga y hormonas, muchos de los cuales simplemente no pueden incorporarse en las formulas artificiales, por muy buena que sea.

Además, indicó que el consumo de fórmulas artificiales aumenta el riesgo de obesidad, diabetes mellitus e infartos cardiacos y cerebrales a largo plazo, mientras que la lactancia materna reduce drásticamente las muertes por infecciones respiratorias agudas y diarreas, dos importantes causas de mortalidad infantil, así como las muertes por otras enfermedades infecciosas.

Finalmente, hizo un llamado a la sociedad en general y a los trabajadores del sector salud a fomentar la lactancia materna brindando orientación sobre los beneficios que conlleva esta práctica para la vida del recién nacido y de la madre.

Inauguran en Ecosur exposición fotográfica de mujeres fotógrafas en San Cristóbal

La exposición fotográfica “Visiones en tiempo presente”, de mujeres fotógrafas en San Cristóbal –del Colectivo de fotógrafos Tragameluz– se inauguró el 29 de marzo en las instalaciones de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) Unidad San Cristóbal.

Marissa Revilla, integrante del Colectivo –anteriormente llamado Colectivo Fotógrafos Independientes–, mencionó que la exposición atestigua las realidades, los sueños, las luchas y las visiones de trece mujeres que ejercen su derecho a ser libres y a proponer nuevos escenarios, ofreciendo a otras mujeres la oportunidad de soñar y de mirar otros mundos.

“Cada vez que una compañera, una amiga o una vecina irrumpe un espacio que le era ajeno o prohibido, se convierte en un referente para las otras y hace posible creer que podemos estar ahí”, indicó.

Señaló que cada fotografía es un espacio de reconocimiento de nuestras miradas, saberes y sueños; de construir colectivamente, de crear y creer que mirarnos y reconocernos es posible.

La exposición, coordinada por el Grupo Académico Estudio de Género de Ecosur y el Colectivo Tragameluz, se conforma por fotografías de mujeres originarias de Chiapas, México y España: Marissa Revilla, Blanca Carbonel, Lorena Díaz, Astrid Rodríguez, Heidi Aguilar, Miriam Hernández, Carla Morales, Gabriela López, Yara Ángel, Anny Zúñiga, Liliana Pineda, Luna Esponda y Fabiola Garduño.

Las fotografías estarán expuesta hasta el 15 de abril en los pasillos del edificio A de Ecosur: Carretera Panamericana y Periférico Sur s/n, Barrio de María Auxiliadora.

¿Cómo impacta la cacería en Chiapas?

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. 14 de marzo de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- La cacería de subsistencia y el aprovechamiento de fauna silvestre es una práctica ancestral muy extendida aún en algunos ecosistemas megadiversos del estado de Chiapas, pero contrario a lo que mucha gente piensa, esta actividad, si se realiza de manera moderada, lejos de perjudicar los ecosistemas, ayuda a mantenerlos en equilibrio, asegura el etnobiólogo del Departamento de Conservación de la Biodiversidad de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) Eduardo Jorge Naranjo Piñera, en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.

Ver nota completa: http://conacytprensa.mx/index.php/ciencia/mundo-vivo/5655-uso-y-manejo-de-fauna-silvestre-en-chiapas-entrevista

Analizan la importancia del monitoreo biológico en ANP´s de Chiapas, Oaxaca y Guerrero

El 1er. Simposio sobre Monitoreo Biológico en Áreas Naturales Protegidas de la región Frontera Sur, Istmo y Pacífico Sur de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), se realizó los días 10 y 11 de marzo en las instalaciones de El Colegio de La Frontera Sur (Ecosur), en San Cristóbal de Las Casas.

El objetivo de este simposio fue generar, a través de mesas de trabajo y ponencias magistrales, un espacio de discusión y análisis sobre la importancia y alcance del monitoreo biológico en áreas naturales protegidas (ANP´s) ubicadas en los estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero; evidenciar la importancia de implementar programas de monitoreo biológico en las ANP´s y constituir una red de monitoreo biológico como herramienta de conservación.

Cristina Guerrero Jiménez, directora de Vinculación de Ecosur, dio la bienvenida a los asistentes y destacó la importancia que representa para Ecosur el monitoreo biológico en las ANP’s. “Reconocemos en el monitoreo, su aporte al conocimiento sobre el estatus del ecosistema mediante la recolección de datos, los cuales son utilizados por las diversas instancias para identificar la salud del ecosistema y tomar decisiones para su conservación”.

Asimismo indicó que para los centros de investigación, como Ecosur, la información que aporta el monitoreo es la base para identificar problemas de investigación y generar conocimiento. También destacó la relevancia de la información generada por el monitoreo biológico para mejorar el diseño de las políticas públicas.

Pedro Sánchez Montero, director de Áreas Naturales y Vida Silvestre de la Secretaría de Medio Ambiente e Historia Natural (SEMAHN), mencionó que el monitoreo biológico ha sido poco valorado para la toma de decisiones, por lo que es necesario enfatizar en él.

“El gobierno del Estado ha entendido que el monitoreo biológico es una herramienta fundamental en la toma de decisiones hacia las estrategias de conservación, estas estrategias las hemos visto a mediano, corto y largo plazo para garantizar la conservación y es por ello que la Secretaría mantiene un programa permanente de monitoreo biológico y social en áreas naturales protegidas” enfatizó.

Por su parte, Roberto Escalante, director de la Reserva de la Biosfera Selva El Ocote, indicó que el monitoreo biológico ha generado mucha información en las diferentes instituciones, tanto de investigación como aquellas que están a cargo de las áreas naturales protegidas, sin embargo, mucha de esta información ha quedado archivada en los escritorios y bibliotecas y muy pocos de ellos son utilizados para poder decidir, planear y generar las políticas públicas que requieren el estado y el país para salvaguardar los recursos naturales.

“Felicito a todos los que impulsaron este primer simposio regional, a los encargados de programas de monitoreo biológico e investigación de las diferentes instituciones que participan, en muy pocas ocasiones se tienen estas oportunidades de compartir información recabada, deseo que todos lo aprovechen y se obtengan buenos resultados”, indicó.

Posterior a la inauguración, se dictó la conferencia magistral “Monitoreo biológico en áreas naturales protegidas en Chiapas a través de la (SEMAHN)”, por Rafael Coutiño Barrios, y comenzó el ciclo de ponencias que dictaron expertos en Monitoreo Biológico en ANP’s, entre ellos, Eduardo Naranjo y Benigno Gómez, investigador y técnico, respectivamente, del Departamento Conservación de la Biodiversidad de Ecosur.

El evento fue organizado por la Dirección Regional de la CONANP, Ecosur, la Dirección de Áreas Naturales y Vida Silvestre de la Secretaria de Medio Ambiente e Historia Natural de Chiapas (SEMAHN) y el Instituto Estatal de Ecología y Desarrollo Sustentable de Oaxaca (IEEDS), con el patrocinio del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza AC (FMCN).