Para brindar un mejor servicio, el Departamento de Administración; personal de las áreas de activo fijo, servicios generales, contabilidad, tesorería y asistencia de investigación de El Colegio de la Frontera Sur Unidad Villahermosa mudaron sus oficinas desde el pasado miércoles 10 de agosto hacia el espacio denominado “El Refugio”, ubicado dentro de las instalaciones de la unidad.
Debido a la mudanza que se efectuó de manera escalonada, los servicios que ofrecen estas áreas tuvieron algunas intermitencias, sin embargo, conforme se han establecido las respectivas áreas en ese espacio, se ha estado retomando el ritmo de sus operaciones para poder dar respuesta oportuna a los requerimientos y solicitudes de sus usuarios.
El servicio que brinda esta parte de ECOSUR se reestablecerá en breve y con normalidad.
La tradicional salsa verde que consumimos en México tiene dos ingredientes esenciales, el chile verde (Capsicum anuum) y el tomate verde (Physalis ixocarpa), especies vegetales que se domesticaron en territorio mexicano y que han sido utilizadas desde tiempos precolombinos para elaborar distintos platillos.
Existen muchas variedades de estas dos especies, que se pueden sembrar en casi todos los tipos de clima, por lo que podemos encontrar sus cultivos en diferentes lugares del país.
El chile más utilizado para la salsa verde, y también para otras salsas, es la variedad conocida popularmente como “jalapeño”, la cual se introdujo a la zona sur del estado de Campeche, en la región de Calakmul, probablemente al inicio de la década de los 80 del siglo pasado.
El suelo y el clima de Calakmul son muy propicios para el cultivo del chile jalapeño y del tomate verde. Aunque cabe señalar que si bien la siembra del tomate verde es próspera en esta región, su plantación es menor que la del chile, y ocurre de diciembre a marzo, cuando no es tiempo de siembra de otros cultivos de interés comercial.
Es importante destacar que para tener una buena producción de ambos cultivos, los agricultores tienen que invertir mucho dinero en grandes cantidades de agroquímicos y en los altos costos económicos derivados del sistema de riego. Estos factores aunados a la falta de acceso a información de mercados y oportunidades de comercialización, la carencia de una estructura organizativa que les facilite obtener ventajas en la comercialización, y los bajos precio que les pagan los intermediarios locales por la venta de sus productos, impiden que recuperen su inversión con la venta de la cosecha.
Asociado a lo anterior, la salud de los productores se daña por el mal uso de insecticidas, y el suelo se contamina con residuos de agroquímicos, lo que incrementa los problemas ambientales como la degradación del suelo, la contaminación del agua y el crecimiento de las áreas agrícolas, que provoca la tala de árboles.
Atendiendo esta problemática y utilizando como base el conocimiento generado por un agricultor de Calakmul interesado en la agricultura orgánica, establecimos un cultivo de chile “jalapeño” utilizando fitoinsecticidas y lombricomposta en lugar de agroquímicos. Comparamos el rendimiento con un cultivo del mismo chile mantenido con agroquímicos y experimentamos la comercialización directa de su producto en un mercado regional.
El cultivo de chile con manejo orgánico tuvo un costo de $45 mil 800 por hectárea, lo que representa una tercera parte de lo que se gastó en el manejo con agroquímicos, que fueron $122 mil 300 por hectárea. El cultivo orgánico produjo nueve mil 500 kg/ha, mientras que el cultivo con el uso de agroquímicos fue de 17 mil 300 kg/ha. Estos datos pueden parecer “malos” para el cultivo orgánico, pero se pueden comprender mejor las ventajas si consideramos que el precio que usualmente pagan los “coyotes” por kilogramo es entre dos y tres pesos, mientras que en el mercado local se puede llegar a vender en cinco pesos.
Como se puede apreciar, el alto costo del cultivo con agroquímicos no se cubre con lo que se obtiene con la venta a “coyotes” o en el mercado local, además de los problemas de salud potenciales para el agricultor y contaminación del suelo.
Posteriormente, trabajamos en un cultivo de tomate verde. Además de comparar el crecimiento y la producción del cultivo con y sin aplicación de agroquímicos, estudiamos qué pasaba en el suelo. Nos interesamos en conocer los aspectos químicos del suelo y la convivencia de los hongos microscópicos con las raíces de la planta de tomate.
En este caso encontramos que no hay diferencia en la cantidad ni calidad de los frutos producidos con manejo agroquímico u orgánico, pero la cantidad de especies de hongos microscópicos y de estructuras asociadas a las raíces de las plantas fue mayor en los tratamientos sin agroquímicos.
Este resultado es muy relevante, pues nos indica que el número de especies de hongos microscópicos asociados a la raíz de las plantas resultan afectados por el uso de agroquímicos, inclusive en un solo ciclo de cultivo, mientras que el uso de fertilizantes naturales no tiene efectos adversos y probablemente facilita su crecimiento y establecimiento, además de mejorar las condiciones del suelo, lo que favorece establecer un sistema de producción que evite la tala de nuevas áreas para la agricultura.
Toda la región de Calakmul, en donde se produce chile jalapeño y tomate verde, forma parte de la zona de amortiguamiento de la Reserva de la Biosfera de Calakmul, por lo que todas aquellas medidas que puedan tomarse para evitar la contaminación del suelo y del agua son relevantes para el mantenimiento adecuado de las especies vegetales y animales de la zona.
El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) realizará su Semana de Intercambio Académico (SIA) 2016 con el lema “Conectividad, clave para el desarrollo”, del 31 de agosto al 3 de septiembre, en la ciudad de Chetumal.
A través de dicho evento, este centro público de investigación del Conacyt busca que su personal de investigación y estudiantes de posgrado intercambien ideas y dialoguen sobre el papel de la ciencia, desde una perspectiva transversal y multidisciplinaria, en las problemáticas de la frontera sur de México.
Todo indica que en nuestra cultura actual una invitación a ser voluntario en algún proyecto o programa, o para cubrir aluna necesidad en la comunidad, nos cae mal, podría considerarse como un insulto, o peor, una explotación descarada. La idea de chambear en cualquier actividad fuera de nuestra casa (¡o hasta adentro de ella en muchos casos!) sin remuneración o recompensa alguna es una idea tan ajena, tan fuera de serie que ni lo pensamos. Sin embargo, en muchos países es un orgullo y podría tener bastante valor curricular, además de ser una manera de aprender, enterarse y disfrutar de muchas cosas, integrarse a la sociedad y conocer una diversidad de gente nueva.
Es importante resaltar la tradición que tiene México en el manejo de las abejas melíferas (Apis mellifera) y las abejas sin aguijón como la Melipona. Ocupamos el cuarto lugar como país de mayor producción de miel y el quinto como exportador de este producto. También ocupa el tercero como mayor exportador de cera (FAOESTA, 2011). De acuerdo a Sagarpa (2016) en el 2015 hubo una producción de 45,000 toneladas de miel en el país, y la Península de Yucatán produce alrededor del 40% del total de la producción.
En 2012, los apicultores de Hopelchén, Campeche, denunciaron la muerte de 2000 colmenas de abejas, lo cual coincidía con la aplicación de un insecticida en un rancho de maíz. En marzo de 2016, fueron los apicultores de San Luis Potosí, los que reportaron la muerte de 3700 colmenas, después de la aplicación de insecticidas en cultivos de sorgo. Entre esto, periódicamente, los apicultores de Chihuahua de igual forma lamentan la mortalidad de los insectos de los cuales dependen para vivir.
El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) y la Universidad Politécnica de Tapachula (UPTap) firmaron un convenio de colaboración para fomentar el desarrollo de la ciencia y la tecnología, así como la divulgación del conocimiento.
Durante la firma del convenio, celebrada el 4 de agosto en la Unidad San Cristóbal de ECOSUR, Gonzalo Vázquez Nataren, rector de la UPTap y Mario González Espinosa, director general de ECOSUR, expresaron su deseo de que el convenio “sea fructífero y ayude a tener un mejor impacto en la región de Tapachula”.
Entre los alcances del convenio destacan el desarrollo de actividades y el fortalecimiento de la modalidad educación a distancia; la realización de actividades conjuntas de investigación para el desarrollo de cuerpos académicos y redes temáticas; el uso de infraestructura y equipamento para prácticas académicas y proyectos de investigación; y el intercambio editorial de material bibliográfico, audiovisual e información relacionada con el desarrollo de proyectos de investigación.
Benigno Gómez y Gómez, técnico académico del Departamento de Conservación de la Biodiversidad y profesor del posgrado de ECOSUR, narró que la idea del Convenio nació luego de que él impartió una conferencia sobre “Los insectos y su impacto en la seguridad alimentaria”, así como un curso-taller sobre “”Antropoentomofagía” en Tapachula. En ese sentido Marcela Chiu Magañan, coordinadora del Área de Ingeniería Agroindustrial de la UPTap y egresada de la maestría de ECOSUR, expresó que dado que su institución y ECOSUR tienen como área común los “insectos comestibles”, se espera que el convenio pueda tener un impacto en la seguridad alimentaria, y en proyectos que beneficien a la sociedad, así como en la formación de recursos humanos.
El rector de la UPTap, comentó que para su universidad, que nació hace seis años, este convenio es una oportunidad de vinculación con ECOSUR, que tiene una gran trayectoria y reconocimiento en la región, por lo que ambas instituciones se verán fortalecidas. Recordó que el trabajo de ECOSUR y su universidad tienen que hacer aportes al desarrollo de la sociedad, pues están ubicados en Tapachula, una región estratégica, donde hay un agroparque con 10 empresas dedicadas al sector agroalimentario.
“En el sector agroindustrial, estamos trabajando en proyectos productivos que nos permitan relacionarnos más con las empresas agroalimentarias de la costa de Chiapas y este apoyo en conjunto en el ámbito científico va a ser muy importante para nuestra institución, como una oportunidad que va a dar muchos beneficios para todos”, expresó.
Mario González Espinosa, director general de ECOSUR, señaló que es un privilegio para la institución trabajar con la UPTap en beneficio de la sociedad. “Una de la visiones de desarrollo institucional crucial de ECOSUR es precisamente compartir la experiencia científica en apoyo a instituciones más jóvenes de regiones que no han tenido esas oportunidades, por lo que representa un privilegio llegar a trabajar en la región de Tapachula, y tener la oportunidad de llevar un beneficio”, indicó
En la firma del convenio también estuvieron presentes por la Universidad Politécnica de Tapachula, Guillermo López Ríos, coordinador de Relaciones Públicas; Dilma Alejandra Gómez, secretaria particular de Rectoría. Por parte de ECOSUR, Cristina Guerrero Jiménez, directora de Vinculación y Jonathan Linares Belmont, asesor jurídico de la institución.
La Universidad Politécnica de Tapachula es una institución encargada de impartir educación superior a nivel de licenciatura, , así como cursos de actualización en diversas modalidades para preparar profesionales que, al igual que los egresados del Posgrado ECOSUR, se conviertan en agentes de cambio para el desarrollo económico y social de región.
Del 3 al 5 de agosto, se llevó a cabo en la Unidad Villahermosa, el taller “La construcción de los datos cualitativos: sistematización, codificación e interpretación”, impartido por Judith Pérez Soria, catedrática de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), para el manejo óptimo de datos cualitativos para su interpretación y usos en la investigación.
El taller contó con la participación de seis estudiantes de la Maestría en Ciencias de ECOSUR, dos técnicos académicos, tres asistentes de investigación y dos investigadores.
El taller fue organizado por Dora Elia Ramos Muñoz y Armando Hernández de la Cruz, investigadora y técnico académico del Departamento de Sociedad y Cultura, respectivamente.
Quienes asistieron tuvieron la oportunidad de conocer las variantes de la codificación de la información generada en la investigación cualitativa y su articulación con el problema de investigación, esto les brindó las pautas para el análisis e interpretación de su propia información.
Al cabo de tres sesiones, de tres horas cada una, los asistentes revisaron y realizaron ejercicios del procedimiento de análisis de contenidos, trabajaron en la codificación de la información en tres etapas y en el análisis y construcción de modelos explicativos.
Las comunidades indígenas que viven de la selva saben cómo conservarla porque para éstas es vital que este ecosistema no desaparezca, pero hemos dejado de escucharlas y se ha perdido mucho conocimiento de valor, dice en entrevista con Crónica el etnobiólogo mexicano Samuel Levy Tacher, quien en 2015 recibió en Manchester, Inglaterra, el premio Full Circle Award, otorgado por científicos de 70 países y considerado como el Premio Nobel de la Restauración Ecológica.
Levy Tacher, investigador de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), fue premiado por haber identificado y reivindicado un conjunto de prácticas indígenas que ayudan a rehabilitar terrenos de selva. Esto fue probado exitosamente en zonas que habían sido deforestadas en el estado de Chiapas.
CHETUMAL, Q. Roo.- La Capital del estado será sede de la Semana de Intercambio Académico (SIA2016), “Conectividad clave del desarrollo”, del 31 de agosto al 2 de septiembre donde científicos mexicanos expondrán y darán soluciones a problemáticas de la Frontera Sur de México.