el colegio de la frontera sur

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Mexicanos ganan premio INNOVATIS

Investigadores de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y de El Colegio de la Frontera Sur, ganaron el premio INNOVATIS, por desarrollar un sistema Acuapónico de baja densidad (SABI) que les permitirá a las familias producir pescado, Acocil (langosta que mide entre 3 y 6 cm), hortalizas y caracoles.

La acuaponia es una tecnología sustentable que fusiona la acuicultura, una técnica para fomentar la reproducción de peces, y la hidroponía que es una herramienta que permite el crecimiento de los cultivos sin la necesidad de emplear el suelo.

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El Innovador. http://www.elinnovador.mx/noticia.php?w=2954

Partería en riesgo: Ecosur

La investigadora de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), Georgina Sánchez, afirmó que actualmente “hace falta una movilización política ciudadana en pro de la partería responsable en este país”.

Luego de señalar que “la partería está en riesgo”, invitó a las mujeres, a las abuelas y a los futuros papás a que “se informen acerca de qué es y cómo quieren decidir atender su parto y la salud de las mujeres”.

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Cuarto Poder. http://www.cuartopoder.mx/parteriaenriesgoecosur-194927.html

Experiencias y reflexiones en torno a las mujeres en los centros de investigación

A tres voces (pos) feministas

Diana L. Trevilla Espinal*, Tania Cruz Salazar** e Ivett Peña Azcona*
*Estudiantes e **Investigadora de ECOSUR

El posfeminismo refiere a variadas posiciones que las mujeres tenemos en nuestra diversidad identitaria, entiéndase las sociales, étnicas, nacionales, religiosas, raciales, etc. El sujeto político no es la mujer en sí, sino para sí. El hombre, no es un ser antagónico, sino otro ser condicionado tanto como las y los transexuales, lesbianas, homosexuales, intersexo y las innombradas hasta la actualidad. No cree en un único modelo de ser mujer o varón, tampoco en los binarismos menos en los esencialismos.

Las identidades de las académicas, regularmente parten de la concepción de su educación, inteligencia y letralidad, olvidando que son personas encarnadas con historias, posibilidades y negaciones. Ofrecemos aquí tres voces, segmentos biográficos de mujeres académicas.

Voz I

¿Están pensados los espacios para ser ocupados por cuerpos, posiciones y movimientos? En un centro de investigación —espacio con claras fronteras físicas y dinámicas— las relaciones son extremadamente móviles. Ocupamos este espacio: cuerpos sexuados, simbólicamente representados y autorreferenciados, hasta ahora nombrados como mujeres, hombres, intersexos, LGBTTs.

Mi experiencia vivida es como mujer, joven, estudiante, soltera, socióloga y feminista. Así analizo la edad en tanto condición ‘desventajosa’ por estar asociada o no con la experiencia profesional e investigativa. Siendo egresada del programa de maestría de ECOSUR, recuerdo las resistencias para que mi postura epistemológica fuera aceptada por haber sido planteada desde la economía feminista, que puso en tela de juicio a la reproducción social campesina basada en las desigualdades de género dentro de las unidades de producción.

En clases, mi petición por anular del lenguaje las expresiones sexistas y discriminatorias, fueron motivo de incomodidad o debate, en algunos casos hubo resistencias y en otros, apertura. En ambos, fue un reto ante la “costumbre” del uso genérico del masculino en la gramática, p. e. el hombre, los campesinos, los productores, los investigadores, los estudiantes. Ya no decir, las voces que emanan desde otras geografías políticas y territorios-cuerpos, pues siguen siendo silenciadas. Basta con revisar las bibliografías y referencias que son en un 80% hombres, europeos, anglosajones y un 20% referencias del sur geopolítico y en menor porcentaje, mujeres teóricas, investigadoras y científicas.

Es preciso señalar que sé de casos de abusos de autoridad, de acoso y hostigamiento laboral, estudiantil y sexual hacia las y los estudiantes, trabajadoras e investigadoras, por parte de varones que se vuelven intocables a causa del silencio, o de la falta de mecanismos institucionales que ofrezcan mejores atenciones a procesos.

Es por ello que reafirmo que las mujeres en la ciencia abrimos caminos desde la creatividad y las alianzas, desde las posturas políticas y epistemologías que se crean con las experiencias vividas y compartidas, desde la disciplina y la constancia. Aún así, cualitativa y cuantitativamente, persisten las diferencias[1]. Es cierto que estamos ocupando todos los espacios, pero sigue existiendo en el imaginario que “ya se nos reconoce”, como si se tratara de “un favor”, mientras persiste la falta de (auto)crítica frente a las prácticas violentas, patriarcales y sexistas en los centros de investigación, espacios entendidos erróneamente ‘objetivos’.

Voz II

La primera vez que concursé por una plaza en ECOSUR fue en 2009. En la entrevista, me preguntaron ¿te ves como investigadora o como activista? Los evaluadores creían que yo “era demasiado pasional”. El tono crítico de una de las investigadoras refería a mi ‘desmesurado’ compromiso con las y los colaboradores de mis pasadas investigaciones. Interesante era que la referencia inmediata a la que apelaban obedecía a una previa investigación financiada por ECOSUR, durante mi estancia posdoctoral. En esa ocasión, no gané la plaza pues ésta fue declarada desierta.

En 2013 concursé nuevamente y entonces gané la plaza como investigadora titular A, después me solicitaron concursar por la beca de repatriación de Conacyt; la cual también gané. Tenía todos los requisitos, incluso era ya a los 33 años parte del Sistema Nacional de Investigación.

Una vez perteneciente a este centro de investigación, en 2014 participé en tres cursos junto a otros profesores. En todos, enseñamos y evaluamos colegiadamente. En dos de los cursos algunos estudiantes no aprobaron y en uno de ellos éstos mismos estudiantes se organizaron para quejarse no sólo de las notas sino de mi persona, escribiendo una carta a Posgrado en donde me tachaban de antipedagógica, más no de comprometida o rigurosa. Semanas después metieron una demanda ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y durante el 2015 la colega con quien impartí el curso y yo desvirtuamos las imputaciones hasta que la CNDH cerró el caso por no tener pruebas suficientes. Sin embargo, ‘el caso Tania Cruz Salazar’ fue turnado al Órgano Interno de Control (OIC) abriendo un expediente con más de 600 cuartillas.

En junio de 2016, la exalumna que había metido la demanda en dicho curso, me agredió físicamente en la calle. Durante el mismo año la OIC inició una investigación en mi contra abriendo un expediente en donde se presume una infracción a mi desempeño como servidora pública.

Estamos en marzo de 2017 y frente a tales imputaciones e investigaciones sobre mi persona he tenido que demostrar mi integridad e inocencia como trabajadora y académica acudiendo a testigxs, abogadxs y defensorxs para que mi palabra y mi verdad valgan y sean escuchadas. Sufrir de acoso y presión laboral, castigo improcedente y violación de mis derechos constitucionales es resultado de una visión machista, patriarcal, sexista, adultocéntrica y totalmente parcial. Ni todos los estudiantes son bondadosos ni subalternos como tampoco lo son las y los investigadores. Las instituciones y sus estructuras así como quienes las habitan están lejos de ser objetivas, incluso las académicas y científicas ¿Qué pasa con nuestro respaldo como académicxs y cómo parte de una institución? La atomización conduce a la desprotección y a una reproducción de desigualdades.

Voz III

Desde mi cuerpo de mujer, joven, zapoteca, perteneciente a unas de las regiones entendidas como ‘el Sur’ poco desarrollado, mi proceso de formación académica ha sido un reto por sus tintes desiguales. Esto no debe ser un desaliento para quienes decidan al igual que yo recorrer el camino de la academia, sino todo lo contrario, por ello invito a las mujeres que así lo desean, a apropiarse de los espacios de poder, a los espacios académicos, a los centros de investigación, a los otros espacios de conocimiento para cuestionar y hacerse visibles combatiendo así las inequidades y cualquiera de los tipos de violencias que sobre nosotras se ejerzan.

Sin duda existe una fuerte colonialidad del saber, se vive en un proceso constante de calificación y descalificación de lo que una sabe, piensa, analiza o cuestiona, y se sostiene por miradas eurocéntricas y mayormente textos escritos por hombres. Enunciar desde dónde percibimos, investigamos y analizamos, no es bien visto, ¡pero es importante seguir poniendo el dedo en el renglón, porque el conocimiento ocupa dos lugares, en la enunciación y en lo enunciado!

En la investigación, la colonialidad del saber cruza nuestros cuerpos, se siente, se vive y se reproduce. Un ejemplo de ello, es que aun se siguen devaluando los estudios de las subjetividades; además, de una fuerte presión por explicar los análisis con conceptos que muchas veces están descontextualizados y que nada tienen que ver con los sentidos y significados de los y las actoras sociales. La lengua, por su parte, en un sistema académico que sobrevalora al inglés por sobre el castellano y cualquier lengua indígena, es una de las heridas coloniales que se reproduce en muchos centros de investigación. Como no recordar aquella entrevista de ingreso al posgrado, donde se me cuestionó mi estado civil y a otras compañeras se les ha cuestionado si tienen o no hijos. ¡Esto ya no debe ni puede seguir sucediendo! Hay mucho que criticarle a las instituciones académicas, en particular, a las que reproducen fuertes desigualdades de poder. Aunque el escenario es complejo, sigue siendo una oportunidad para construir relaciones más dignas, respetuosas y responsables que garanticen el derecho de nosotras las mujeres, de los varones, de los intersexo y de la diversidad de identidades que surgen en los márgenes y la liminalidad. Es una oportunidad, para fragmentar lo que se ha escrito y construir desde el ser mujer, otras formas de ser, sentir y vivir los procesos de investigación que nos permitan vislumbrar y construir alternativas.

Voz en Off

La tercera ola del feminismo apuesta a desmantelar la micropolítica en los espacios más cotidianos. Desafía al racismo, a la homofobia, a la transfobia y apuesta por vivir en sociedades más justas donde las violencias de todo tipo, incluso las verbales, sean denunciadas. Nuestras voces son un intento de ayudarnos como centro de investigación, como lugar de crecimiento y autocrítica frente a la sociedad local sancristobalense y más allá.

[1] Para el 2016 se encontró que en México hay 32% mujeres en la ciencia frente a un 68% de hombres. Mas información en UNESCO, Women in science http://www.uis.unesco.org/_LAYOUTS/UNESCO/women-in-science/index.html#!lang=es

 

Las mujeres y las niñas chiapanecas siguen viviendo en una profunda desigualdad

Por Sarai Miranda Juárez
Investigadora de El Colegio de La Frontera Sur (ECOSUR)

En el contexto de la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, vale la pena reflexionar sobre las condiciones sociales en las que se contextualiza la desigualdad de género en el estado de Chiapas.

Si bien, existe un consenso generalizado sobre la necesidad imperiosa de promover mejores oportunidades de trabajo y fomentar la participación de las mujeres en la vida pública, la desigualdad de género tiene una importante base estructural que frecuentemente está invisibilizada, las mujeres y las niñas sostienen la carga del trabajo no remunerado conocido como actividades de cuidado al interior de los hogares.

El trabajo no remunerado que realizan las mujeres y las niñas incluye tareas como cocinar, limpiar, cuidar de niños y ancianos, hacerse cargo de los enfermos, y en lugares con menor infraestructura la sobrecarga es marcada pues muchas mujeres deben recoger agua y leña para el consumo cotidiano en los hogares.

El último Censo de Población registra que para el año 2010 en el estado de Chiapas 12.8% de las viviendas con jefatura femenina tenían piso de tierra, condición que expone a los miembros de la familia, sobre todo a las niñas y los niños, a diversos problemas de salud; además 10.9% de las viviendas con jefatura femenina no disponían de drenaje. Asimismo, 19.6% de las viviendas cuya jefa es una mujer no contaban con disponibilidad de agua entubada.

El insuficiente acceso a servicios de infraestructura básica de drenaje, agua potable, así como ocupar viviendas con piso de tierra, representa para las mujeres y las niñas mayor carga en cuidados y por supuesto, mayor inversión de tiempo para atender a la población que padece enfermedades infecciosas y parasitarias. Otro dato importante es que 3.1% de las viviendas con jefatura femenina en la entidad no disponía de energía eléctrica.

Estos datos muestran que una proporción importante de mujeres en Chiapas realizan trabajo adicional para remplazar la falta de estos servicios, respecto al que se efectúa en otros hogares que sí cuenta con ellos. ¿Cuánto trabajo no remunerado se podría ahorrar a las niñas y las mujeres chiapanecas si tuvieran acceso a la dotación de estos servicios básicos?

La desigual distribución del trabajo reproductivo y de cuidados es el resultado de la naturalización que, en los albores del siglo XXI, sigue vigente respecto al papel de las mujeres asociado a la reproducción, la crianza, y los cuidados, actividades restringidas, esencialmente, al ámbito doméstico.

El trabajo reproductivo no remunerado es un impedimento para que las mujeres y las niñas tengan mayor presencia en el ámbito público, y ejerzan sus derechos a la educación, la salud, y al trabajo remunerado.

En Chiapas, para el año 2014, 18 de cada 100 mujeres de 15 años y más registró condición de analfabetismo, en contraste con 9.5% de los hombres en la misma condición.

El derecho de las niñas a la educación también se ve perjudicado. En algunos casos, se ven obligadas a dejar la escuela para ayudar con las tareas domésticas, el cuidado de otros niños más pequeños, de los ancianos y miembros enfermos de la familia. Para el año 2014, en Chiapas, 10.2% de las niñas y adolescentes en edad escolar (de 6 a 15 años) no asistía a la escuela, frente a 9.9% de los niños y adolescente de la misma edad. Estas disparidades se reflejan también en los años promedio de escolaridad de la población de 15 años y más, que para las mujeres fue de 6.6 años mientras que para los hombres de 7.6 años.

En este contexto de desigualdad, las niñas y la adolescentes ven acotadas sus opciones de lograr el acceso a la educación debido a que sus responsabilidades domésticas les restan más tiempo que a los varones para estudiar, para establecer redes y para realizar actividades extracurriculares. Esta situación funciona como una bola de nieve que acumula desigualdades, ya que con menos oportunidades educativas, las mujeres y las niñas tienen mayores dificultades para acceder a trabajos remunerados que les permitan escapar de la pobreza.

De igual modo, cuando las mujeres tienen acceso a un trabajo remunerado continúan siendo las principales responsables de las tareas de cuidado, es decir mantienen una “doble jornada laboral”, ya que una vez que terminan su jornada remunerada deben seguir con las tareas de cuidado en sus hogares.

En Chiapas la participación económica de las mujeres no ha aumentado, al contrario, pasó de 40.5% a 29.8% de 2000 a 2014, y este trabajo está lejos de tener las características de un empleo digno. En el año 2014, 91.5% de la población femenina chiapaneca que ocupó empleos subordinados y remunerados no tuvieron acceso a guarderías para el cuidado de los miembros más pequeños del hogar.

El trabajo remunerado de las mujeres de Chiapas registró un promedio de 38.5 horas a la semana, siendo inferior al promedio de los hombres que registran 44.4 horas a la semana con remuneración (2014).

En contraparte, las mujeres chiapanecas dedicaron en promedio 49.2 horas a la semana al trabajo no remunerado, mientras que los hombres registraron 16.3 horas semanales (2014).

La disparidad en la carga de trabajo de cuidado también restringe las oportunidades de las mujeres para ascender profesionalmente e incrementa las probabilidades de que ocupen trabajos precarios e informales. En la entidad, el porcentaje de las mujeres ocupadas en el sector informal en 2014 fue de 28.6 en contraste con 20.1 de los hombres.

Estos datos ponen de manifiesto que las mujeres tienen una mayor carga de trabajo en los procesos de cuidado y mantenimiento de la población, y que las políticas públicas destinadas a mejorar las condiciones sociales de las mujeres no han sido suficientes.

Lo paradójico en este modelo patriarcal de sociedad, en el que las mujeres dedican mucho más tiempo a cuidar, limpiar y alimentar a la gente, es que tienen como contraparte altos niveles de violencia y maltrato. Para 2011, 45.3% de las mujeres chiapanecas de 15 años y más reportaron que sufrieron algún tipo de violencia por parte de su pareja. Además del 2011 al 2015, la tasa de defunciones femeninas con presunción de homicidio en Chiapas aumentó de 2.3 a 2.5 y las tasa de violaciones fue de 32.2 para 2015.

No cabe duda que este 8 de marzo, las mujeres y las niñas chiapanecas siguen viviendo en una profunda desigualdad.

Más información:
Saraí Miranda Juárez
Tel. (967) 6749000 ext. 1521

Fuentes consultadas:

INEGI XII Censo General de Población y Vivienda 2000.

INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2014.

INEGI, Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares, 2014.

INEGI, Estadísticas de Mortalidad, 2015.

INEGI, Encuesta Nacional sobre la Dinámica de Relaciones en los Hogares, 2011.

Foto: Enrique Coraza de los Santos

Humedales mexicanos mitigan cambio climático

Por Karla Navarro

Ensenada, Baja California. 6 de marzo de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- El Instituto de Ecología (Inecol), en colaboración con la Universidad de Nottingham, del Reino Unido, generará mapas de los humedales de Tabasco, Veracruz y Chiapas mediante imágenes satelitales.

Además del Inecol y la Universidad de Nottingham, en la investigación también participan El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN) y el Centro del Cambio Global y la Sustentabilidad en el Sureste (CCGSS).

Leer nota completa:

Conacyt Prensa. http://www.conacytprensa.mx/index.php/ciencia/ambiente/13348-humedales-mexicanos-mitigan-cambio-climatico

AlmomentoMX

http://almomento.mx/humedales-mexicanos-podrian-ayudar-a-combatir-cambio-climatico/

Investigación socio-ambiental en México

El número 12 de Sociedad y Ambiente publica seis artículos que muestran diversos ámbitos de la investigación socio-ambiental que se desarrolla en México.

“Percepciones de la degradación ambiental entre vecinos y chinamperos del Lago de Xochimilco” de Nemer E. Narchi y Beatriz Canabal Cristiani, analiza las percepciones de los habitantes y productores agrícolas de Xochimilco acerca de la degradación ambiental del área considerada Patrimonio Mundial y subraya la necesidad de incorporar los conocimientos y tecnologías de la población local como condición de éxito de las políticas públicas de conservación que se despliegan en el lugar.

“Geografía de una novela. Kioto de Yasunari Kawabata” de Mario Federico Bassols Ricardez, aborda una temática relativamente novedosa en México referida a la geografía de la novela y pone el acento en el papel del espacio en la elaboración de tramas literarias. A partir del análisis de la novela escrita por Yasunari Kawabata sobre la ciudad de Kioto, situada en el Japón de la segunda posguerra, se destaca la relación entre subjetividad literaria y las texturas del espacio imaginado.

“Megaminería y género. Acumulación por desposesión en Cerro de San Pedro, San Luis Potosí” de Ramón Cortés Cortés, Emma Zapata Martelo, María del Rosario Ayala Carrillo, Rocío Rosas Vargas y Hermilio Navarro Garza, da cuenta del proceso expropiatorio llevado a cabo por la Minera San Xavier en San Luis Potosí a partir de las condiciones prevalecientes de pobreza y desigualdad de género, así como de las consecuencias ambientales, sociales y de salud provocadas en la comunidad.

“Presencia de maíz transgénico en la Sierra Norte de Oaxaca. Un estudio desde la mirada de las comunidades” de Abraham García Jiménez y Alejandra Toscana Aparicio, analiza la percepción social de diversos actores en relación con la presencia de maíz transgénico en comunidades de la Sierra Juárez de Oaxaca, así como las principales amenazas y riesgos que identifican los pobladores en cuánto a la permanencia del maíz criollo y la creciente dependencia de empresas transnacionales.

“Percepciones de niños y niñas para la conservación de los primates mexicanos” de María del Socorro Aguilar-Cucurachi, Juliana Merçon y Evodia Silva Rivera expone, a partir de dibujos de infantes de tres escuelas primarias rurales de Tabasco-México acerca del entorno y las amenazas que enfrentan los monos en su hábitat las posibilidades que, desde el ámbito educativo, se plantean para la conservación de las especies y de los ecosistemas, además de la educación ambiental desde la primera infancia.

Por último, “Comentarios en torno a una fotografía histórica. La metamorfosis de una ciudad: Villahermosa, Tabasco” de Miguel Ángel Díaz Perera, Pedro Alfonso Narváez Solís y Jorge Luis Capdepont Ballina, muestra la riqueza del análisis histórico ambiental a partir de contrastar imágenes de época con recursos contemporáneos derivados de sistemas de información geográfica. Destaca la transición de una “cultura del agua” y de inundaciones recurrentes hacia la noción de desastres.

Esperanza Tuñón Pablos
Directora

Encuentra aquí la Revista Sociedad y Ambiente
http://revistas.ecosur.mx/sociedadyambiente/index.php/sya/issue/current/showToc

La realidad de los indígenas urbanos en México

Las precarias condiciones sociales y laborales que la población indígena ha enfrentado desde décadas atrás se han agudizado en la actualidad por los problemas económicos de las regiones rurales, lo que ha ocasionado el aumento de la migración del campo a la ciudad y con ello la exposición de los indígenas a la exclusión, discriminación y pobreza que se pontencializan en el ámbito urbano.

En su estudio Exclusión y discriminación hacia los indígenas urbanos en las ciudades mexicanas, Jorge Enrique Horbath Corredor, investigador del Departamento de Sociedad y Cultura de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), analiza los procesos de exclusión, discriminación y pobreza que viven los indígenas urbanos e indica que las causas de la migración de la población indígena rural a las ciudades son los procesos de globalización y de pauperización del campo mexicano que han vulnerado cada vez más las condiciones de vida de los grupos indígenas, lo que los obliga a migrar hacia las ciudades e incorporarse a franjas de espacios urbanos marginados, trabajando en actividades informales de bajos ingresos y con alta exposición a riesgos de todo tipo.

Indígenas urbanos y sus derechos humanos

En el proyecto de Ciencia Básica realizado de 2012 a 2016 financiado por Conacyt, el investigador de ECOSUR analizó las percepciones que tienen los indígenas migrantes en materia de sus derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA) —educación, salud, vivienda, trabajo, y el derecho a ocupar la ciudad— en los espacios urbanos, lo que le permitió dar cuenta de la discriminación que viven específicamente en la Ciudad de México, Guadalajara-Jalisco, Tuxtla Gutiérrez-Chiapas y en el sistema urbano-regional de la península de Yucatán (Campeche y Ciudad del Carmen en Campeche, Mérida y Tizimín en Yucatán y Othón P. Blanco, Benito Juárez y Solidaridad en Quintana Roo).

Mediante entrevistas y grupos focales, las personas indígenas que participaron en el estudio contaron sus vivencias a la llegada a la ciudad e identificaron sus necesidades en los ámbitos sociales de los que son excluidos, segregados, marginados y discriminados, lo que los coloca desde la perspectiva del investigador de ECOSUR como “nuevos pobres urbanos”.

A partir del análisis de mapas y Áreas de Geoestadística Básica (AGEB’s) de las ciudades que abarcó el estudio se observa un aumento de la concentración indígena en las zonas circundantes y localidades cercanas a las ciudades. También se identificó que hay zonas dentro de las ciudades en las que la población indígena se adentra y está más expuesta a la discriminación.

Respecto al tema de la educación, las personas entrevistadas hablaron de las dificultades que enfrentan para poder acceder a ella, pues el bajo ingreso económico de las familias no alcanza para cubrir las necesidades escolares de todos los hijos. Por otro lado identifican que dentro de los espacios educativos, tanto en lo rural como en lo urbano, afrontan algunos fenómenos de interacción social como la discriminación por pertenecer a un grupo étnico o conflictos de barrera lingüística.

En el ámbito de la salud, los migrantes de comunidades originarias son los peor tratados en un centro de salud, indica el estudio, debido a que cuando se enferman y asisten a estos lugares no saben el procedimiento que deben seguir para ser atendidos. A esto se suma la falta de costumbre de hablar español, lo que genera dificultades en la comunicación y por ende mala atención y, en algunos casos, negligencia médica.

El estudio encontró que cuando los migrantes llegan a las zonas urbanas en un principio se alojan en casa de algún familiar que ya se encuentra instalado en la ciudad, su segunda opción es quedarse temporalmente en casa de algún amigo de la misma región, la tercera en un pequeño departamento en las colonias populares en el cual pueden vivir hasta seis personas, y cuando no tienen conocidos llegan a la deriva y duermen en algún espacio público.

En el apartado de trabajo se observó que la condición y el mercado laboral de los migrantes indígenas urbanos están marcados por el racismo. El estudio describe que las actividades en las que más son empleados están dentro de la economía terciaria, específicamente en los sectores del comercio y el turismo. La venta de artesanías es una actividad característica, seguida de la construcción.

La delincuencia es otro de los problemas que más aquejan a esta población, además de la exposición a riesgos, la explotación de la que son víctimas y la inestabilidad laboral.

Discriminación y exclusión

En general la población estudiada atraviesa condiciones laborales lamentables, viven malos tratos de parte de los patrones, un salario por debajo del mínimo, explotación laboral, humillación y falta de seguro de vida en el trabajo.

A pesar de todo los migrantes se arriesgan ya que consideran que en sus lugares de origen la situación aún es peor. Para los entrevistados, en la ciudad hay mayores oportunidades y se puede vivir tranquilamente, pues saben que las posibilidades de encontrar trabajo en cualquier área del turismo son mayores.

Los empleos a los que acceden no cubren ningún servicios de salud o jubilación, no tienen contrato, están mal pagados y cubren largas jornadas de trabajo, aun así insisten en que el hecho de haber migrado los ha beneficiado en obtener un poco más de ingreso.

La educación es un tema difícil ya que muy pocos logran terminar la educación básica. Diversos factores influyen para que las niñas y los niños no continúen con su educación, principalmente la falta de recursos económicos. Sin embargo, a pesar de las complicaciones, los entrevistados tienen las mejores expectativas para sus hijos, desean que no pasen por la misma situación que ellos y puedan lograr tener un buen nivel de educación.

Uno de los problemas que afecta fuertemente a la población migrante es no tener un seguro de vida que los proteja ante cualquier evento desafortunado. La protección de salud que adquiere el migrante por medio del trabajo tampoco cuenta con una buena atención por parte de los médicos y siempre hacen falta instrumentos médicos y medicinas.

Otro de los puntos sobre los que llama la atención el investigador de ECOSUR es que los indígenas para evitar ser discriminados llegan a negar su propia identidad y esconder sus orígenes étnicos. Explica que en las estadísticas censales de 2000 y 2010 y de conteo de población de 2005, se aprecia la generalizada reducción de población indígena en las zonas de origen, el aumento de población en las ciudades medianas y grandes cercanas a su entorno pero con el agravante de que en ellas dicha población no se reconoce como indígena, lo que muestra la estrategia de negación de origen cultural para poder ser parcialmente aceptados en los entornos urbanos y lograr subsistir.

Conclusiones

Horbath señala que es desalentador revisar las percepciones que tienen los indígenas que migran a las ciudades acerca de cuatro derechos fundamentales —educación, salud, vivienda y trabajo— ya que dan cuenta de la vulnerabilidad en la que se encuentran, y a pesar de ello para esta población es preferible vivir como pobres en la ciudad que morir como indígenas en los ejidos o lugares rurales de origen, lo cual tendría que ser una llamada de alerta sobre las condiciones de vida de la población en los pueblos y comunidades indígenas.

Por otro lado, plantea que la normatividad y las leyes se quedan solamente en letra muerta, pues forman parte de un modelo de simulación del Estado, donde la abundancia de los programas sociales y el discurso de la política pública se encuentra muy alejados de los migrantes indígenas, como las distancias que deben recorrer para abandonar sus tierras y familiares para insertarse a los espacios segregados de la marginalidad urbana.

Más información:
Jorge Enrique Horbath Corredor
Departamento de Sociedad y Cultura
(jhorbath@www.ecosur.mx)

Realizarán exposición fotográfica “Clima estado de emergencia” en San Cristóbal

Soel Gómez.

Agencia ReporteCiudadano, 27 de febrero del 2017. San Cristóbal de Las Casas.- Aurelie Charolt, Directora de la Fundación Alianza Francesa en san Cristóbal, dio a conocer  que el próximo 4 de marzo, a las 18:00 horas dará inicio la exposición fotográfica “Clima estado de emergencia”, integrada por 30 fotografías  ganadoras de un concurso internacional impulsado esta fundación  en el marco del “21ª  Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático”, realizado en Francia el 30 de noviembre al 11 de diciembre del 2015.

Ver nota completa:

Reporte ciudadano. http://www.reporteciudadanochiapas.com/?p=139902

Proyecto de Sistema Acuapónico de ECOSUR es finalista de la convocatoria Innovación Tecnológica para la Inclusión Social INNOVATIS

El proyecto “Producción acuapónica en el traspatio tabasqueño: fortaleciendo la seguridad alimentaria”, de Fernando Iriarte, estudiante del Doctorado en Ciencias de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) –del cual es director de tesis Manuel Mendoza Carranza, investigador del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad– es finalista de la Convocatoria de Innovación Tecnológica para la Inclusión Social INNOVATIS, que busca iniciativas que tengan un beneficio directo para la población, para disminuir la pobreza y la exclusión social.

En ese contexto, el 13 y 14 de febrero, Fernando Iriarte presentó los distintos módulos del Sistema Acuapónico de Baja Intensidad (SABI) instalados en la Unidad Villahermosa de ECOSUR y en diferentes comunidades tabasqueñas a Catalina Reyes, del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), Emanuel Flores, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), José Rubén Fernandez, delegado federal de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), quienes fungen como evaluadores.

SABI4

Visitaron los módulos 3 y 7 del SABI en la Unidad Villahermosa, donde don Netalí, quien es responsable del módulo 3, platicó el reto que para él implicó conocer el manejo del SABI y explicó a los evaluadores algunas de las actividades que cotidianamente realiza para que opere de manera eficaz. También compartió que tiene la expectativa de contar con un módulo del SABI en su traspatio, ya que durante este periodo ha constatado el beneficio de sus productos y que apoya directamente a su economía familiar. Entre otras especies, cultiva chile, cebollín, yerbabuena, hoja santa, y algunas hierbas medicinales.

SABI 5

Fernando Iriarte explicó el proceso por el cual ha pasado el módulo 7 que está en fase de preparación para pronto recibir alevines —cría de pez que incluye la fase comprendida entre la larva y el adulto—.

Posteriormente visitaron el SABI 5, ubicado en la ranchería Guineo 2da. Sección, en el cual José Rubén Pineda, joven emprendedor que está financiando su SABI, compartió con los evaluadores su interés por tener este sistema en su terreno, aprender su manejo y desarrollar un proyecto emprendedor más amplio a partir de este sistema.

El recorrido del primer día culminó en la comunidad de Tornolargo 3ra. secc. municipio del Centro, donde vive doña Rocío, quien está a cargo del SABI 4. Ella comentó que ha tenido excelentes resultados, ya que ha incorporado a su alimentación todo lo que produce en el SABI. Indicó que su satisfacción es tal, que promueve el sistema entre sus vecinos, quienes la apoyan para el cultivo de tilapias y para sembrar plantas, y que comparte con ellos la producción obtenida. Cabe resaltar que doña Rocío se sumó recientemente a los productores que participan en el mercadito solidario Ixim Ixic, donde vende plantas producidas en el SABI.

SABI3

El 14 de febrero visitaron los módulos del SABI 1, 2 y 6, ubicados en los municipios de Nacajuca, Centro y Macuspana, respectivamente, en donde las personas usuarias compartieron con los evaluadores datos de sus proyectos y los retos que se han presentado cuando la energía eléctrica falla.

El recorrido inició en el SABI 1, donde doña Marlene produce tilapias en este momento y está próxima a cosecharlas e iniciar el ciclo nuevamente. Comentó que el SABI ha infuido en la unión de su familia, porque generalmente sus días de pesca son el fin de semana y aprovecha para invitar a la familia a comer. Explicó que sus hijos que son universitarios llegan a pescar  y convivir, y en algunas ocasiones invitan a compañeros de escuela, quienes han manifestado el interés de contar con un módulo.

SABI 11

Dijo que inicialmente ella no pensaba trabajar en el proyecto, que únicamente lo harían su hija y esposo, pero que en la medida que Fernando Iriarte los fue capacitando, ella se fue involucrando y ahora es la administradora. Expresó sentirse muy contenta porque la familia participa en las actividades.

En el SABI 2, doña Briseida compartió cómo fue el reto de iniciar el proyecto y las dificultades que se le presentaron. En este módulo se observaron alrededor de 80 mojarras grandes, lo que indica una próxima cosecha.

El recorrido del día cerró en el SABI 6, donde María y Anny, encargadas de este módulo, compartieron sus aprendizajes e inquietudes sobre la operación del módulo.

SABI2

Capacitación como un componente fundamental

En todos los módulos se comentó que desde el inicio han recibido capacitación por parte de Fernando Iriarte, y que cuando él no está presente lo consultan vía Whatsapp para despejar sus dudas o comentarle algo que observen.

El SABI es un paquete tecnológico que incluye la capacitación como un componente fundamental para su buen desarrollo, ya que se busca la apropiación por parte de las personas usuarias, de manera que después de 6 meses cuenten con los conocimientos para desarrollar solos el proyecto. Durante estos 6 meses se promueve el autoconsumo, de manera que la familia pueda ir haciendo los ajustes necesarios para tener plantas para la alimentación familiar.

Para la Unidad Villahermosa de ECOSUR contar con este proyecto ha sido una experiencia que ha permitido aportar a algunas familias un proyecto diferente, en el que el compromiso de las personas usuarias y del asesor van de la mano, lo que permite tener logros compartidos.

SABI 7

Presentan libro Género y Juventudes en la FIL de Minería

El pasado 25 de febrero se presentó el libro Género y Juventudes, editado por El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), en la 38 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, y cuyos coordinadores fueron Angélica Evangelista, Tania Cruz y Abraham Mena, integrantes del grupo académico Estudios de Género de ECOSUR.

La publicación fue comentada por Maritza Urteaga Castro Pozo, profesora e investigadora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), quien tiene una gran trayectoria en la investigación antropológica sobre la diversidad de actores juveniles en las sociedades contemporáneas.

Urteaga destacó, frente a un nutrido público, mayoritariamente joven, que el libro aborda a la edad y el género como dos tipos de segmentaciones sociales que configuran formas de observar a la sociedad. Así, “es en la infancia y la juventud cuando se van creando las identidades de género, aprendemos a ser hombre y mujer o a cuestionar el sexo con el que se vive”. También es el momento de diferenciarse con la edad adulta, “pasar de ser dependientes de la visión del mundo de sus padres a ir poco a poco creándose visiones propias del mundo, diferenciadas de las de sus padres […] Yo pienso diferente a ti y tengo derecho de pensar diferente a ti”.

Enumeró una serie de experiencias juveniles que están moviendo de lugar esos roles de género tan estereotipados que vivieron las abuelitas y las madres.

“Hoy en día es posible construirse en maneras diferentes […] pero hay que luchar por ello, constantemente, porque la presión social de las otras generaciones es muy fuerte y muy intensa”.

Subrayó cómo los diferentes capítulos dan cuenta de esa disputa de edad que libran las juventudes al conformar su pensar y actuar de manera independiente a cómo piensan y actúan sus padres, maestros y autoridades. En este sentido, señaló las experiencias de jóvenes que tienen hijos pero siguen viviendo en sus hogares de origen, jóvenes que siguen estudiando y están embarazadas, jóvenes indígenas que acceden a la educación superior o que migran a las centros urbanos a trabajar, jóvenes cuyas prácticas de ocio y recreación (grafiti, música, moda) “que los adultos califican de inapropiadas e inútiles terminan siendo sus fuentes de trabajo más importantes”.

La investigadora de la ENAH señaló una serie de prácticas sociales que permanecen y se tornan obstáculos para las juventudes. Así, el acoso en espacios públicos “dice mucho de cómo los hombres desde muy jóvenes miran a las mujeres como objetos de deseo y de violencia” dando cuenta de la permanencia de un “machismo fuertemente impregnado de violencia que hace que las mujeres estemos más en casa que en los espacios públicos”. Las experiencias migratorias de jóvenes indígenas hablan también de las discriminaciones étnicas o raciales que enfrentan cuando migran a las ciudades a trabajar o incluso a estudiar.

Por otra parte, mencionó que la sociedad mexicana aún considera que los jóvenes no tienen relaciones sexuales y que el matrimonio y la convivencia en común siguen marcando el inicio de la adultez dejando de lado a la serie de situaciones económicas y sociales que no permiten que los jóvenes se autonomicen y emancipen.

Ambivalencia y tensión señaló que viven aquellas jóvenes que experimentan nuevas situaciones de empoderamiento —participar en movimientos de guerrilla o trabajar como rockeras excéntricas—pero también desempeñar roles tradicionales.

“No somos totalmente hombres ni totalmente mujeres dentro de nosotros mismos, somos seres ambiguos, somos seres que en algunas cosas hemos avanzado mucho en términos de lo que queremos ser como hombres y  mujeres y en otras somos muy conservadores. Habría que respetarnos, más que estarnos flagelando diría yo, para poder construir géneros más sanos en ese sentido”, expresó la doctora Urteaga al final de su presentación.

En la presentación también estuvieron presentes la gran mayoría de las y los autores de los nueve capítulos que integran la obra. Jóvenes investigadores adscritos a diferentes instituciones de educación superior en México cuyos trabajos dan cuenta de las preocupaciones e intereses de investigación de quienes están estudiando a las juventudes contemporáneas.

Género y Juventudes constituye el primer esfuerzo editorial de ECOSUR en tres formatos: papel, electrónico de acceso libre desde el repositorio institucional y en formato e-pub, se trata de la primera publicación electrónica de ECOSUR, con la cual se pretende contactar nuevas generaciones de lectores. Además es la sexta publicación de la colección Estudios de Género en la Frontera Sur, que edita ECOSUR y que este año cumple su 20 aniversario.

Información: Dra. Angélica Aremy Evangelista García