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La partería en México tiene un sinnúmero de dificultades para su regulación

El salón de la Comisión Permanente del Senado de la República quizá nunca había tenido tantos bebés entre sus pasillos y asientos. Algunos están aprendiendo a caminar, otros lloran, e incluso hay quienes son amamantados. Decenas de mamás con sus bebés, también asistieron abuelas y otros familiares, coparon el recinto legislativo en el primer Foro por el derecho a la partería, organizado por el Colectivo Tequio Materno y la senadora Martha Tagle.

El ambiente casi de guardería tiene una justificación y un simbolismo para el acto, se trata de madres, miembros del colectivo, que dieron a luz a sus hijos a través de un parto natural humanizado asistido por una generación de jóvenes parteras. Algunas de ellas fueron atendidas de manera privada en casas de partos o en sus domicilios, donde pagaron una moderada cantidad de dinero, la cual difícilmente podría costear una mujer de escasos recursos. Sus casos han sido exitosos y tienen detrás historias de madres que parieron en sus casas con todas las comodidades, asistidas por parteras y dulas, acompañadas por sus parejas o familiares, y que evadieron la violencia obstétrica que permea los hospitales y centro de salud, principalmente públicos.

Este es un ejercicio de partería privado que ha tomado auge en los últimos años y al que tiene acceso un sector de la población informada y con los recursos para pagarlo. Existe también la práctica de la partería en hospitales y clínicas públicas, así como la partería tradicional, que se realiza principalmente en comunidades rurales e indígenas. Las parteras en estos distintos modelos de atención enfrentan diferentes problemas y complicaciones en la práctica, entre los que tienen en común es la falta de legitimación y reconocimiento a su trabajo.

De acuerdo con Georgina Sánchez Ramírez, investigadora de El Colegio de la Frontera Sur, especialista en salud de las mujeres y estado actual de la partería en el sureste mexicano, hay aspectos centrales que se deben llevar a cabo para que México incorpore al sistema de salud el libre ejercicio de la partería. “Se necesita una norma técnica de competencias laborales y estandarizar los criterios para reconocer las cédulas de las parteras técnicas y sean reconocidas en todo el país”.

Investigadora de ECOSUR llama al reconocimiento de la partería en México

El 27 de enero, en el marco del evento Diálogos sobre la partería, a 15 años de la fundación de la Casa de la Partera en San Cristóbal de Las Casas, se presentó el libro Espacios para parir diferente. Un acercamiento a Casas de Parto en México, de Georgina Sánchez Ramírez, investigadora del Departamento de Salud de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), en el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la UNACH.

El texto, además de hacer visible la labor que llevan a cabo las casas de parto en México, sitúa el contexto actual del país, en el que como en muchos otros lugares, se trata al parto como una enfermedad, dejando en manos del sistema médico hegemónico la atención a las mujeres y desdibujando su protagonismo, olvidando que la mujer es quien tiene el derecho de decidir, cómo, cuándo y dónde parir. Por lo anterior, la cantidad de cesáreas en México ha ido en aumento, así como los casos reportados de violencia obstétrica.

En la presentación, Sánchez Ramírez, explicó que las Casas de Parto en México, son espacios cómodos y cálidos donde se recrean los partos humanizados, donde se da a luz en una cama, en una tina de agua, en una hamaca o en donde la mujer lo desee. Son espacios conformados por parteras profesionales y empíricas, quienes se enfrentan a diversas limitantes para ejercer su profesión, como es la falta de una regularización y certificación por parte de la Secretaría de Salud, quien las circunscribe solo a ciertas zonas donde pueden ejercer su profesión.

De acuerdo a la investigadora, existe una gran controversia entre lo que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) exige a las Casas de Parto para regular su atención y los requerimientos básicos que la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CONAMED) establece para la atención de un parto de bajo riesgo.

“Según la CONAMED, aproximadamente el 70% de la población obstétrica no tiene factores de riesgo, su control es simple y no requiere de infraestructura de alto costo. El equipamiento básico que requiere el obstetra consiste en un lugar físico con iluminación y clima adecuados, una mesa ginecológica, esfingomanómetro, termómetro, báscula clínica con altímetro, cinta métrica, estetoscopio de Pinard, guantes de examen ginecológico, espéculos vaginales y expediente clínico”, citó.

Mencionó que es una gran contradicción porque la mayoría de los espacios de las Casas de Parto tienen este equipamiento y aún así no son reconocidas jurídicamente, porque para que esto ocurra tiene que estar al frente de ellas un médico con cédula profesional.

Por último, enfatizó en que es evidente que se necesitan fortalecer otros modelos de alumbramiento, en espacios diferentes que no se limiten a las áreas hospitalarias, en los cuales sea posible devolver al acto de nacer su carácter natural, respetando el protagonismo único y total de quienes dan a luz, sin que ello implique poner en riesgo la salud de la mujer y de su bebé.

Lo que se requiere es legislar a favor de estos espacios seguros y cómodos para parir “humanizadamente”, y que se genere la regulación del ejercicio de la partería con pleno reconocimiento a escala nacional de la cédula profesional que ampara la profesión.

El libro Espacios para parir diferente. Un acercamiento a Casas de Parto en México, de Georgina Sánchez Ramírez, es una coedición de ECOSUR y la Sociedad Mexicana de Partería.

Encuentra el libro aquí:

https://www.ecosur.mx/libros/producto/espacios-para-parir-diferente-un-acercamiento-a-casas-de-parto-en-mexico/