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Realizan 2º Seminario Internacional “Indígenas en las ciudades de las américas”

Del 15 al 17 de agosto se realizó el 2º Seminario Internacional “Indígenas en las ciudades de las américas: condiciones de vida, procesos de discriminación e identificación y luchas por la ciudadanía étnica” en Chetumal, coordinado por El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), el grupo de trabajo “Indígenas y espacio urbano” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).

Héctor Hernández Arana, director de la Unidad Chetumal de ECOSUR, sede del evento, dio la bienvenida a los participantes del grupo de trabajo “Indígenas y espacio urbano”, que lidera Jorge Enrique Horbath Corredor, el cual está conformado por 40 especialistas de 28 instituciones académicas y científicas de Latinoamérica, Canadá y Estados Unidos.

Las actividades en el Auditorio de la Biblioteca de la Unidad Chetumal, inciaron con la presentación del seminario por parte de Horbath Corredor, quien expresó que este evento es de gran importancia por la trascendencia y profundidad de las ponencias y la articulación de los temas tanto de las mesas como de los 28 paper’s del continente que se revisaron.

Posterior a la bienvenida se realizaron tres mesas de trabajo a lo largo del día “Indígenas urbanos: procesos históricos y emergencias”,  “La configuración múltiple de los urbano: flujos, culturas y mercados”, y “Conflictos, transformaciones e identidades indígenas”.

El miércoles 16 de agosto, la primer mesa de trabajo fue “Reconocimiento, cuestión social y políticas pública”, seguida de la mesa “Interculturalidad y derechos” y “Discursos públicos, participación política y resistencias”. El jueves 17, se realizó la última mesa con el nombre “Participación económica, organización social y percepciones de la discriminación”.

Luego del desarrollo de las siete mesas de trabajo, los especialistas debatieron sobre los asuntos tratados para dar lugar a una síntesis que servirá como registro para un proyecto editorial. Para concluir el seminario, las académicas y académicos participantes realizaron una salida de campo a Bacalar.

Jorge Enrique Horbath Corredor y  María Amalia Gracia, investigadores ambos del Departamento de Sociedad y Cultura, adscritos al grupo académico Procesos Culturales y Construcción Social de Alternativas de ECOSUR, fueron los coordinadores del evento.

El evento fue convocado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en México (CONACYT), El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), la Red Mexicana de Investigación en Política Social (REMIPSO) y El Grupo de Trabajo “Indígenas y Espacio Urbano” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), y la organización Iniciativas para la Identidad y la Inclusión, INICIA A.C.

Los indígenas en ciudades sólo acceden a trabajos mal pagados y sin prestaciones

por Antimio Cruz

Un estudio en 14 municipios revela que son contratados en el comercio minorista, el sector de la construcción, en servicios de alojamiento y su sueldo promedio mensual en 2010 era de 5 mil 200 pesos.

A las seis y media de la mañana ya pueden contarse 15 hombres sentados en el costado oriente de la Plaza de San Jacinto, en San Ángel, Ciudad de México. Desde hace más de quince años ese punto es conocido por los contratistas para encontrar mano de obra, sin  contrato ni prestaciones. La mayoría son hombres indígenas que han emigrado desde Oaxaca, Veracruz, Estado de México, Puebla y Chiapas.

Casi todos visten el mismo tipo de prendas: gorra de beisbol, sudaderas con gorro, pantalón de mezclilla y mochila.

“Lo mejor es cuando te contratan por semana o por varias semanas. Si no, hay que trabajar por día y según la herramienta que tengas es lo que cobras. Unos sacan 200 o 300 (pesos) al día, otros hasta 800”, cuenta un joven mazahua llamado Marcos Ramírez Ramírez, de cabeza rapada con corte militar y brazos delgados y largos. Está sentado en la escalinata desde antes de que salga el Sol. En el cielo se mira el brillo del planeta Venus y comienza a aclarar el horizonte.

“Yo espero a otros paisanos. No trabajo solo”, agrega el muchacho que dice tener mujer e hijos en un rancho llamado San Roque, en Villa Victoria, Estado de México.

Según el estudio de ciencia básica “Exclusión, discriminación y pobreza de indígenas urbanos en México”, elaborado por el doctor Jorge Horbath Corredor, investigador de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), al estudiar ciudades de 14 municipios del occidente, centro y sureste de México observaron que de los 35 mil indígenas de reciente migración, que lograron encontrar trabajo en dichas zonas urbanas, casi 6 mil 400 se concentraban en el comercio minorista; 3 mil 200 laboraban en el sector de la construcción; en servicios de alojamiento cerca de 6 mil y en “otros servicios” trabajaban  9 mil 600.

El promedio de ingreso mensual de estas personas, en el año 2010, era de 5 mil 200 pesos, Y se encontró que el promedio de personas en cada vivienda indígena era de 4.25, similar a las familias pobres urbanas. Estos datos permiten entender por qué Horbath Corredor plantea que los indígenas que migran a las ciudades se incorporan al tejido social en condiciones precarias.

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La Crónica. http://www.cronica.com.mx/notas/2017/1020761.html

Indígenas evitan malls, playas y otros sitios públicos por temor a discriminación

Reportaje. “Es que usted no sabe cómo nos ven”, explica Antonia Reyes. Es como si fuera un chip que se hubiera colocado en este grupo de la población para que se autolimite, señala Jorge Horbath, investigador del Ecosur.

Segunda de tres partes)

“No. Yo no paseo. Vendo en los mercados, pero no paseo. Ya le dije, hago estos canastos nada más, y nada más eso vendo”.

Las palabras de don Roberto Tapia, indígena de Tlamacazapa, Guerrero, son la respuesta a la pregunta de qué lugares de la Ciudad de México conoce o le gustaría conocer. Sentado frente a su mercancía, afuera del mercado de Portales, el hombre de 57 años dice que migró a la capital del país hace cinco años, aunque minutos antes había comentado que tenía pocos días de haber llegado. Luego explica que hay zonas a las que nunca acude para evitar problemas.

“¿Para qué tanto quiere saber, amigo, pues?”, pregunta don Roberto. “Si yo quiero pasear me voy al rancho o a otro lugar, pero aquí no”. Este habitante de la megalópolis no conoce por dentro los centros comerciales, no visita zonas con casas grandes y nunca entra a restaurantes de cadena, aunque sí compra comida en fondas.

Es este un ejemplo individual de un fenómeno más amplio, documentado en la investigación de ciencia básica “Exclusión, discriminación y pobreza de los indígenas urbanos en México”, realizada por el doctor Jorge Horbath de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur): los indígenas que llegan a las ciudades sienten que no tienen derecho a ocupar la ciudad y hay zonas de las metrópolis que quedan vedadas para este grupo.

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La Crónica. http://www.cronica.com.mx/notas/2017/1020569.html

Nota relacionada:

Sufre más de la cuenta

Indígenas en México se discriminan a sí mismos y se vuelven pobres urbanos

Reportaje. Al menos cuatro millones de indígenas mexicanos ocultaron su origen étnico en el Censo Nacional de Población 2010 y falta calcular cuántos lo ocultaron en la Encuesta Intercensal 2015. Así lo concluyen estudios de estadística e investigación de campo hechos por ECOSUR y Flacso. Esto afecta “a la baja” los presupuestos de ayuda social

(Primera de tres partes)

“Yo no necesito nada del Gobierno; ni les pido nada. Yo nada más vengo a vender y luego me voy. No soy de aquí”.

Sentado frente a veinte canastos y tortilleros de palma tejida, don Roberto Tapia, indígena náhuatl originario de Tlamacazapa, Guerrero, espera compradores, sentado en un escalón de la tienda de pinturas Comex, frente al mercado de Portales, en la Ciudad de México.

“Vivo con unos paisanos, por allá”, dice señalando hacia el oriente de la Ciudad de México. “Pero yo soy de cerca de Taxco”, agrega, mientras acomoda sobre los canastos unas sonajas rojas, hechas de guaje. Parece nervioso. Es moreno, de piel algo colorada, y cubre su cabello canoso con una gorra deportiva que anuncia la marca alemana Adidas, en colores negro y verde limón fosforescente. Usa pantalón tipo Topeka, camisa de cuadros y botines negros, viejos.

Don Roberto se esfuerza por disimular su ascendencia indígena. Trata de que ese detalle no resalte en su apariencia. Sólo con tiempo y algo de confianza aclara su origen étnico pues, según él, es mejor que en la ciudad no sepan que es indio. Él no sabe que, de acuerdo con el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, de la Cámara de Diputados, en marzo del año 2010 uno de cada tres indígenas de México ya habitaba en ciudades.

También desconoce que al menos 4 millones de personas que son indígenas y habitan en contextos urbanos ocultaron su origen étnico en el Censo Nacional de Población de 2010 y todavía se desconoce cuántos ocultaron este linaje en la Encuesta Intercensal 2015, de acuerdo con estudios estadísticos y de campo realizados por el doctor Jorge Horbath, de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR).

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La Crónica. http://www.cronica.com.mx/reportaje.php?id_nota=1020432

La realidad de los indígenas urbanos en México

Las precarias condiciones sociales y laborales que la población indígena ha enfrentado desde décadas atrás se han agudizado en la actualidad por los problemas económicos de las regiones rurales, lo que ha ocasionado el aumento de la migración del campo a la ciudad y con ello la exposición de los indígenas a la exclusión, discriminación y pobreza que se pontencializan en el ámbito urbano.

En su estudio Exclusión y discriminación hacia los indígenas urbanos en las ciudades mexicanas, Jorge Enrique Horbath Corredor, investigador del Departamento de Sociedad y Cultura de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), analiza los procesos de exclusión, discriminación y pobreza que viven los indígenas urbanos e indica que las causas de la migración de la población indígena rural a las ciudades son los procesos de globalización y de pauperización del campo mexicano que han vulnerado cada vez más las condiciones de vida de los grupos indígenas, lo que los obliga a migrar hacia las ciudades e incorporarse a franjas de espacios urbanos marginados, trabajando en actividades informales de bajos ingresos y con alta exposición a riesgos de todo tipo.

Indígenas urbanos y sus derechos humanos

En el proyecto de Ciencia Básica realizado de 2012 a 2016 financiado por Conacyt, el investigador de ECOSUR analizó las percepciones que tienen los indígenas migrantes en materia de sus derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA) —educación, salud, vivienda, trabajo, y el derecho a ocupar la ciudad— en los espacios urbanos, lo que le permitió dar cuenta de la discriminación que viven específicamente en la Ciudad de México, Guadalajara-Jalisco, Tuxtla Gutiérrez-Chiapas y en el sistema urbano-regional de la península de Yucatán (Campeche y Ciudad del Carmen en Campeche, Mérida y Tizimín en Yucatán y Othón P. Blanco, Benito Juárez y Solidaridad en Quintana Roo).

Mediante entrevistas y grupos focales, las personas indígenas que participaron en el estudio contaron sus vivencias a la llegada a la ciudad e identificaron sus necesidades en los ámbitos sociales de los que son excluidos, segregados, marginados y discriminados, lo que los coloca desde la perspectiva del investigador de ECOSUR como “nuevos pobres urbanos”.

A partir del análisis de mapas y Áreas de Geoestadística Básica (AGEB’s) de las ciudades que abarcó el estudio se observa un aumento de la concentración indígena en las zonas circundantes y localidades cercanas a las ciudades. También se identificó que hay zonas dentro de las ciudades en las que la población indígena se adentra y está más expuesta a la discriminación.

Respecto al tema de la educación, las personas entrevistadas hablaron de las dificultades que enfrentan para poder acceder a ella, pues el bajo ingreso económico de las familias no alcanza para cubrir las necesidades escolares de todos los hijos. Por otro lado identifican que dentro de los espacios educativos, tanto en lo rural como en lo urbano, afrontan algunos fenómenos de interacción social como la discriminación por pertenecer a un grupo étnico o conflictos de barrera lingüística.

En el ámbito de la salud, los migrantes de comunidades originarias son los peor tratados en un centro de salud, indica el estudio, debido a que cuando se enferman y asisten a estos lugares no saben el procedimiento que deben seguir para ser atendidos. A esto se suma la falta de costumbre de hablar español, lo que genera dificultades en la comunicación y por ende mala atención y, en algunos casos, negligencia médica.

El estudio encontró que cuando los migrantes llegan a las zonas urbanas en un principio se alojan en casa de algún familiar que ya se encuentra instalado en la ciudad, su segunda opción es quedarse temporalmente en casa de algún amigo de la misma región, la tercera en un pequeño departamento en las colonias populares en el cual pueden vivir hasta seis personas, y cuando no tienen conocidos llegan a la deriva y duermen en algún espacio público.

En el apartado de trabajo se observó que la condición y el mercado laboral de los migrantes indígenas urbanos están marcados por el racismo. El estudio describe que las actividades en las que más son empleados están dentro de la economía terciaria, específicamente en los sectores del comercio y el turismo. La venta de artesanías es una actividad característica, seguida de la construcción.

La delincuencia es otro de los problemas que más aquejan a esta población, además de la exposición a riesgos, la explotación de la que son víctimas y la inestabilidad laboral.

Discriminación y exclusión

En general la población estudiada atraviesa condiciones laborales lamentables, viven malos tratos de parte de los patrones, un salario por debajo del mínimo, explotación laboral, humillación y falta de seguro de vida en el trabajo.

A pesar de todo los migrantes se arriesgan ya que consideran que en sus lugares de origen la situación aún es peor. Para los entrevistados, en la ciudad hay mayores oportunidades y se puede vivir tranquilamente, pues saben que las posibilidades de encontrar trabajo en cualquier área del turismo son mayores.

Los empleos a los que acceden no cubren ningún servicios de salud o jubilación, no tienen contrato, están mal pagados y cubren largas jornadas de trabajo, aun así insisten en que el hecho de haber migrado los ha beneficiado en obtener un poco más de ingreso.

La educación es un tema difícil ya que muy pocos logran terminar la educación básica. Diversos factores influyen para que las niñas y los niños no continúen con su educación, principalmente la falta de recursos económicos. Sin embargo, a pesar de las complicaciones, los entrevistados tienen las mejores expectativas para sus hijos, desean que no pasen por la misma situación que ellos y puedan lograr tener un buen nivel de educación.

Uno de los problemas que afecta fuertemente a la población migrante es no tener un seguro de vida que los proteja ante cualquier evento desafortunado. La protección de salud que adquiere el migrante por medio del trabajo tampoco cuenta con una buena atención por parte de los médicos y siempre hacen falta instrumentos médicos y medicinas.

Otro de los puntos sobre los que llama la atención el investigador de ECOSUR es que los indígenas para evitar ser discriminados llegan a negar su propia identidad y esconder sus orígenes étnicos. Explica que en las estadísticas censales de 2000 y 2010 y de conteo de población de 2005, se aprecia la generalizada reducción de población indígena en las zonas de origen, el aumento de población en las ciudades medianas y grandes cercanas a su entorno pero con el agravante de que en ellas dicha población no se reconoce como indígena, lo que muestra la estrategia de negación de origen cultural para poder ser parcialmente aceptados en los entornos urbanos y lograr subsistir.

Conclusiones

Horbath señala que es desalentador revisar las percepciones que tienen los indígenas que migran a las ciudades acerca de cuatro derechos fundamentales —educación, salud, vivienda y trabajo— ya que dan cuenta de la vulnerabilidad en la que se encuentran, y a pesar de ello para esta población es preferible vivir como pobres en la ciudad que morir como indígenas en los ejidos o lugares rurales de origen, lo cual tendría que ser una llamada de alerta sobre las condiciones de vida de la población en los pueblos y comunidades indígenas.

Por otro lado, plantea que la normatividad y las leyes se quedan solamente en letra muerta, pues forman parte de un modelo de simulación del Estado, donde la abundancia de los programas sociales y el discurso de la política pública se encuentra muy alejados de los migrantes indígenas, como las distancias que deben recorrer para abandonar sus tierras y familiares para insertarse a los espacios segregados de la marginalidad urbana.

Más información:
Jorge Enrique Horbath Corredor
Departamento de Sociedad y Cultura
(jhorbath@www.ecosur.mx)