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Conmemoran el día internacional de la mujer con foro “Mujeres: Nuevos enfoques de investigación y análisis”

Como parte de la conmemoración por el día Internacional de la mujer, el pasado 8 de marzo se llevó a cabo el foro “Mujeres: Nuevos enfoques de investigación y análisis”, organizado por la División Académica de Ciencias Sociales de la Universidad Juárez Autónoma de Tabaco (UJAT) y el Departamento de Sociedad y Cultura de El Colegio de la Frontera sur (ECOSUR) en la Unidad Villahermosa.

El evento se desarrolló con la participación de personal académico de ambas instituciones y estudiantes de posgrado de ECOSUR, quienes en mesas de trabajo expusieron diversos temas de investigación en torno a las mujeres.

Las actividades en la mesa 1 “Mujeres en la ciencia y la educación”, iniciaron con la participación de Jorge Luis Capdepont Ballina, con la ponencia “La relevancia de las mujeres en la investigación científica: datos para su estudio”, en la cual destacó que las mujeres que están estudiando una licenciatura tienen más oportunidades laborales que quienes no logran ingresar a la universidad.

Miguel Ángel Díaz Perera habló de los poetas tabasqueños Mercedes Ortiz Palma y Francisco J. Santamaría. Inició compartiendo una anécdota de la infancia de Francisco, cuando se entera que su padre no es Santamaría, y la respuesta que su mamá le da cuando la cuestiona: “Mira, no vuelvas jamás a hacerme tal pregunta, tu padre, tu madre y todo soy yo, tú no tienes en el mundo más que a mí como responsable de tu existencia, yo te traje a él, yo te llevé en mi vientre, te he criado , te criaré y educaré como Dios me ayude y no necesitas andar buscando padre ni averiguando quién es él” Al recordar esta anécdota, el investigador de ECOSUR explica la relevancia que tuvo la madre de Santamaría. Asimismo, cuestionó sobre qué tanto crédito dio el escritor a su esposa Mercedes, quien también fue poeta, y la duda surge porque la obra de Santamaría es vasta y en su autobiografía confiesa el trabajo de Mercedes en sus obras.

Dora Ramos Muñoz habló de “Mujeres en la Web 2.0 en el sureste de México” y brindó datos relevantes en torno a la celebración del día internacional de la mujer, como que el 65% del trabajo de las mujeres es gratuito y que en el sureste de México hay una gran desigualdad en cuanto a la inserción laboral de las mujeres,  ya que la participación de las mismas en el trabajo en Chiapas y Tabasco ocupa los últimos lugares.

Comentó que las mujeres están cursando carreras que no son bien remuneradas, como sociología, historia, y que en las carreras mejor remuneradas, como son las ingenierías, solo un 7% de estudiantes son mujeres.

En el tema de las tecnologías de la información destacó que a escala mundial 51% de todos los usuarios de telefonía celular son mujeres, aunque quienes están programando son hombres, sin embargo resaltó que las mujeres están utilizando la web 2.0 y dejando sus datos en ella. Informó que las mujeres la utilizan en compras y ventas, y que una de las cuentas del Facebook más utilizada en Tabasco por mujeres es Ventas Villahermosa. Cerró su ponencia comentando que la compañía de software más grande de América Latina es una compañía liderada por una mujer, que es una ingeniera.

Maritel Yanes participó en la mesa 2 “Derechos humanos y violencia hacia las mujeres” con el tema “Diferencias entre los homicidios de hombres y mujeres en el sureste mexicano”. Compartió el análisis que realizó a partir de una investigación que desarrolla en Chiapas, Tabasco, Yucatán, Quintana Roo y Campeche, y en la que encontró, estandarizando los datos, que Chiapas y Tabasco son las entidades con más homicidios y Yucatán la de menos casos. Explicó que los datos dan un panorama general del homicidio en el sureste mexicano, el cual es un tema escasamente abordado.

La académica de ECOSUR refiere que su investigación está enfocada en el estudio de las muertes violentas, concentrado en el tema del homicidio desde 1990.  Comentó que de 2008 al 2010 se incrementó la tasa de homicidios, los cuales empezaron a descender en 2011, según datos del INEGI, y que el aumento de muertes al parecer estuvo ligado al narcotráfico.

Indicó que la tasa de victimización de mujeres no ha disminuido en el transcurso del tiempo, y que a las mujeres se les atribuyen poco valor como sujetas de derecho, y que si bien algunos feminicidios probablemente estén relacionados con el narcotráfico, también existen otras causas culturales y estructurales.

En la mesa 4, denominada “Mujeres como sujeto de estudio”, Marcela Biviana Rivera Ospina, estudiante de la Maestría en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural, expusó el tema “Mujeres y cambio climático en la Reserva de la Biosfera Pantanos de Centla”. Refirió la importancia de tomar en cuenta a las mujeres como sujetas de estudio, ya que en el proyecto que realizaron observaron que las mujeres son más vulnerables ante situaciones de desastre por acontecimientos climatológicos.

Indicó que en los estudios de cambio climático en el ámbito local, regional y global han dejado de lado a las mujeres, por lo que es importante contar con estudios de vulnerabilidad diferenciada por edad, ya que las mujeres tienen 14 veces más posibilidades de morir que los hombres.

Para concluir las presentaciones de ECOSUR, Armando Hernández presentó el tema “Empoderamiento femenino y masculino”. Habló sobre los elementos que ayudan a que las mujeres se empoderen y de qué manera se reproducen las desigualdades en los proyectos ante la participación de hombres y mujeres, ya que los roles de género se siguen reproduciendo y marcando desigualdades.

Mencionó que en el caso de las mujeres, el empoderamiento colectivo es muy importante y que para lograrlo hay que incluir capacitaciones en derechos de las mujeres.

Reconocen a Lorena Soto por su trayectoria en el ámbito científico

Organizaciones de la sociedad civil del Estado de Chiapas entregaron un reconocimiento por su trayectoria científica a Lorena Soto Pinto, investigadora del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), en el evento De Mujer a Mujer, realizado el pasado 5 de marzo en el marco del Día Internacional de las Mujeres.

“Quiero decir que me da mucho gusto que se haga un evento como este, de mujer a mujer. El trabajo de las mujeres ha sido invisibilizado. En mi campo de la ciencia en México es hasta los años 60 que las mujeres comenzaron a incursionar, no fue un camino fácil. Las mujeres antes de esos años fueron las ayudantes, las asistentes de los hombres, incluso grandes inventos y descubrimientos fueron hechos por mujeres y plagiados por sus jefes, quienes sin reconocer el trabajo de sus asistentas mujeres se paraban el cuello con el trabajo de ellas”, expresó la investigadora de ECOSUR, al recibir el premio, en la categoría Mujeres en la Ciencia, el pasado 5 de marzo.

Indicó que las mujeres eran consideradas como amateurs y eran quienes realizaban el trabajo no remunerado por la misma actividad por la que los hombres ganaban un salario, y que en otros casos las mujeres recibían menos sueldo que hombres por el mismo trabajo, y que las mujeres se hacían visibles por el esposo o por el jefe, ya que no eran reconocidas por su propio trabajo.

Comentó que en el trabajo científico, las mujeres eran las ilustradoras, quienes hacían el trabajo de asistentas, los dibujos, el trabajo de laboratorio, contestar la correspondencia y más recientemente el teléfono, y hacer el trabajo rutinario que los hombres no quería hacer. Además dijo que para las mujeres, la ciencia fue vetada, no eran admitidas en los programas de ciencias y fue hasta los años sesenta del siglo XX que se graduaron las primeras mujeres en física y matemáticas en México. “Las carreras de Ciencias se consideraban `no femeninas´… La presión social y familiar dificulta más la vida laboral de las mujeres”, expresó.

“Las mujeres seguimos teniendo doble y triple jornada de trabajo, en general, el trabajo doméstico y el cuidado de las hijas y los hijos sigue recayendo en las mujeres. Pero estamos ganando espacios. Queremos ser reconocidas y respetadas y exigimos nuestro derecho a la alimentación, seguridad, educación, participación, a la salud, a la vida”, expresó.

Terminó su participación con la siguiente cita “las mujeres que incursionan en esos espacios, no sólo se están adaptando a ellos, sino que los están transformando” de Elsa Guevara y Alba García (2010).

Los organizadores del evento fueron la Cooperativa AMBIO (Comunidad, Ambiente y Biodiversidad) A.C, la Asociación Chiapaneca de Locutores A.C (ACLAC) y Colectiva Raíces, quienes también reconocieron el valioso trabajo de mujeres en los ámbitos de la academia, cultura y las artes, comunicación, derechos humanos, medio ambiente, deporte, política, y salud, entre otros.

ECOSUR conmemoró Día Internacional de la Mujer con diversas actividades académicas

Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo, El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), organizó diversas actividades entre las que destacaron conferencias, una exposición documental y un cine debate.

La apertura de las actividades inició con una charla de Armando Hernández de la Cruz, técnico académico, del Departamento de Sociedad y Cultura en la Unidad Villahermosa, quien resaltó los significados y discusión sobre los orígenes y la historia del 8 de marzo en México.

Al evento asistieron 30 personas aproximadamente, entre studiantes, investigadores, personal administrativo de ECOSUR y mujeres de la comunidad.

Posteriormente, se ofreció la conferencia “El insólito caso de Máximo y Bartola”, disertada por Miguel Ángel Díaz Perera, investigador del Departamento Sociedad y Cultura, la cual abordó las diferencias humanas en el imaginario popular y científico del siglo XIX, a partir de la condición de anormalidad y procedencia de dos niños extraordinarios, descendientes de la casta sacerdotal  de los aztecas.

Posteriormente, se llevó a cabo la exposición de acervo documental relacionado con diferentes aspectos de las mujeres –economía, migración, violencia–, por parte de personal del Sistema de Información Bibliotecario  (SIBE) en la Biblioteca Ramfis Ayús Reyes en la Unidad Villahermosa.

El cine debate se basó en la proyección de la película “Las mujeres de verdad tienen curvas”, la cual generó entre las asistentes opiniones que cuestionaron las ideas relacionadas con las experiencias de  las mujeres en los ámbitos del trabajo, las relaciones de género y la educación.

Maritel Yanes, investigadora del Departamento de Sociedad y Cultura, impartió una charla titulada “El caminar de una mujer”, en la Universidad Intercultural del Estado de Tabasco.

Por su parte, Dora Ramos, investigadora del mismo departamento, brindó una charla para las y los estudiantes de la Universidad Tecnología de Tabasco “¿Por qué importa que las mujeres estudien ingeniería?”

Por la noche, se realizó el Foro del 8 de Marzo, convocado por el Grupo Académico de Estudios de Género, en colaboración con el Departamento de Difusión, en el que se discutió el cortometraje “La boda”, de Marina Seresesky, y se compartieron los comentarios en tiempo real a la 8 de la noche a través de un foro virtual www.facebook.com/groups/8demarzoenecosur.

El 9 de marzo a las 12 horas, este cicló de actividades culminó con el seminario institucional “Historias de vida de 5 mujeres sentenciadas por homicidio en Tabasco”, presentado por la investigadora Maritel Yanes.

Experiencias y reflexiones en torno a las mujeres en los centros de investigación

A tres voces (pos) feministas

Diana L. Trevilla Espinal*, Tania Cruz Salazar** e Ivett Peña Azcona*
*Estudiantes e **Investigadora de ECOSUR

El posfeminismo refiere a variadas posiciones que las mujeres tenemos en nuestra diversidad identitaria, entiéndase las sociales, étnicas, nacionales, religiosas, raciales, etc. El sujeto político no es la mujer en sí, sino para sí. El hombre, no es un ser antagónico, sino otro ser condicionado tanto como las y los transexuales, lesbianas, homosexuales, intersexo y las innombradas hasta la actualidad. No cree en un único modelo de ser mujer o varón, tampoco en los binarismos menos en los esencialismos.

Las identidades de las académicas, regularmente parten de la concepción de su educación, inteligencia y letralidad, olvidando que son personas encarnadas con historias, posibilidades y negaciones. Ofrecemos aquí tres voces, segmentos biográficos de mujeres académicas.

Voz I

¿Están pensados los espacios para ser ocupados por cuerpos, posiciones y movimientos? En un centro de investigación —espacio con claras fronteras físicas y dinámicas— las relaciones son extremadamente móviles. Ocupamos este espacio: cuerpos sexuados, simbólicamente representados y autorreferenciados, hasta ahora nombrados como mujeres, hombres, intersexos, LGBTTs.

Mi experiencia vivida es como mujer, joven, estudiante, soltera, socióloga y feminista. Así analizo la edad en tanto condición ‘desventajosa’ por estar asociada o no con la experiencia profesional e investigativa. Siendo egresada del programa de maestría de ECOSUR, recuerdo las resistencias para que mi postura epistemológica fuera aceptada por haber sido planteada desde la economía feminista, que puso en tela de juicio a la reproducción social campesina basada en las desigualdades de género dentro de las unidades de producción.

En clases, mi petición por anular del lenguaje las expresiones sexistas y discriminatorias, fueron motivo de incomodidad o debate, en algunos casos hubo resistencias y en otros, apertura. En ambos, fue un reto ante la “costumbre” del uso genérico del masculino en la gramática, p. e. el hombre, los campesinos, los productores, los investigadores, los estudiantes. Ya no decir, las voces que emanan desde otras geografías políticas y territorios-cuerpos, pues siguen siendo silenciadas. Basta con revisar las bibliografías y referencias que son en un 80% hombres, europeos, anglosajones y un 20% referencias del sur geopolítico y en menor porcentaje, mujeres teóricas, investigadoras y científicas.

Es preciso señalar que sé de casos de abusos de autoridad, de acoso y hostigamiento laboral, estudiantil y sexual hacia las y los estudiantes, trabajadoras e investigadoras, por parte de varones que se vuelven intocables a causa del silencio, o de la falta de mecanismos institucionales que ofrezcan mejores atenciones a procesos.

Es por ello que reafirmo que las mujeres en la ciencia abrimos caminos desde la creatividad y las alianzas, desde las posturas políticas y epistemologías que se crean con las experiencias vividas y compartidas, desde la disciplina y la constancia. Aún así, cualitativa y cuantitativamente, persisten las diferencias[1]. Es cierto que estamos ocupando todos los espacios, pero sigue existiendo en el imaginario que “ya se nos reconoce”, como si se tratara de “un favor”, mientras persiste la falta de (auto)crítica frente a las prácticas violentas, patriarcales y sexistas en los centros de investigación, espacios entendidos erróneamente ‘objetivos’.

Voz II

La primera vez que concursé por una plaza en ECOSUR fue en 2009. En la entrevista, me preguntaron ¿te ves como investigadora o como activista? Los evaluadores creían que yo “era demasiado pasional”. El tono crítico de una de las investigadoras refería a mi ‘desmesurado’ compromiso con las y los colaboradores de mis pasadas investigaciones. Interesante era que la referencia inmediata a la que apelaban obedecía a una previa investigación financiada por ECOSUR, durante mi estancia posdoctoral. En esa ocasión, no gané la plaza pues ésta fue declarada desierta.

En 2013 concursé nuevamente y entonces gané la plaza como investigadora titular A, después me solicitaron concursar por la beca de repatriación de Conacyt; la cual también gané. Tenía todos los requisitos, incluso era ya a los 33 años parte del Sistema Nacional de Investigación.

Una vez perteneciente a este centro de investigación, en 2014 participé en tres cursos junto a otros profesores. En todos, enseñamos y evaluamos colegiadamente. En dos de los cursos algunos estudiantes no aprobaron y en uno de ellos éstos mismos estudiantes se organizaron para quejarse no sólo de las notas sino de mi persona, escribiendo una carta a Posgrado en donde me tachaban de antipedagógica, más no de comprometida o rigurosa. Semanas después metieron una demanda ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y durante el 2015 la colega con quien impartí el curso y yo desvirtuamos las imputaciones hasta que la CNDH cerró el caso por no tener pruebas suficientes. Sin embargo, ‘el caso Tania Cruz Salazar’ fue turnado al Órgano Interno de Control (OIC) abriendo un expediente con más de 600 cuartillas.

En junio de 2016, la exalumna que había metido la demanda en dicho curso, me agredió físicamente en la calle. Durante el mismo año la OIC inició una investigación en mi contra abriendo un expediente en donde se presume una infracción a mi desempeño como servidora pública.

Estamos en marzo de 2017 y frente a tales imputaciones e investigaciones sobre mi persona he tenido que demostrar mi integridad e inocencia como trabajadora y académica acudiendo a testigxs, abogadxs y defensorxs para que mi palabra y mi verdad valgan y sean escuchadas. Sufrir de acoso y presión laboral, castigo improcedente y violación de mis derechos constitucionales es resultado de una visión machista, patriarcal, sexista, adultocéntrica y totalmente parcial. Ni todos los estudiantes son bondadosos ni subalternos como tampoco lo son las y los investigadores. Las instituciones y sus estructuras así como quienes las habitan están lejos de ser objetivas, incluso las académicas y científicas ¿Qué pasa con nuestro respaldo como académicxs y cómo parte de una institución? La atomización conduce a la desprotección y a una reproducción de desigualdades.

Voz III

Desde mi cuerpo de mujer, joven, zapoteca, perteneciente a unas de las regiones entendidas como ‘el Sur’ poco desarrollado, mi proceso de formación académica ha sido un reto por sus tintes desiguales. Esto no debe ser un desaliento para quienes decidan al igual que yo recorrer el camino de la academia, sino todo lo contrario, por ello invito a las mujeres que así lo desean, a apropiarse de los espacios de poder, a los espacios académicos, a los centros de investigación, a los otros espacios de conocimiento para cuestionar y hacerse visibles combatiendo así las inequidades y cualquiera de los tipos de violencias que sobre nosotras se ejerzan.

Sin duda existe una fuerte colonialidad del saber, se vive en un proceso constante de calificación y descalificación de lo que una sabe, piensa, analiza o cuestiona, y se sostiene por miradas eurocéntricas y mayormente textos escritos por hombres. Enunciar desde dónde percibimos, investigamos y analizamos, no es bien visto, ¡pero es importante seguir poniendo el dedo en el renglón, porque el conocimiento ocupa dos lugares, en la enunciación y en lo enunciado!

En la investigación, la colonialidad del saber cruza nuestros cuerpos, se siente, se vive y se reproduce. Un ejemplo de ello, es que aun se siguen devaluando los estudios de las subjetividades; además, de una fuerte presión por explicar los análisis con conceptos que muchas veces están descontextualizados y que nada tienen que ver con los sentidos y significados de los y las actoras sociales. La lengua, por su parte, en un sistema académico que sobrevalora al inglés por sobre el castellano y cualquier lengua indígena, es una de las heridas coloniales que se reproduce en muchos centros de investigación. Como no recordar aquella entrevista de ingreso al posgrado, donde se me cuestionó mi estado civil y a otras compañeras se les ha cuestionado si tienen o no hijos. ¡Esto ya no debe ni puede seguir sucediendo! Hay mucho que criticarle a las instituciones académicas, en particular, a las que reproducen fuertes desigualdades de poder. Aunque el escenario es complejo, sigue siendo una oportunidad para construir relaciones más dignas, respetuosas y responsables que garanticen el derecho de nosotras las mujeres, de los varones, de los intersexo y de la diversidad de identidades que surgen en los márgenes y la liminalidad. Es una oportunidad, para fragmentar lo que se ha escrito y construir desde el ser mujer, otras formas de ser, sentir y vivir los procesos de investigación que nos permitan vislumbrar y construir alternativas.

Voz en Off

La tercera ola del feminismo apuesta a desmantelar la micropolítica en los espacios más cotidianos. Desafía al racismo, a la homofobia, a la transfobia y apuesta por vivir en sociedades más justas donde las violencias de todo tipo, incluso las verbales, sean denunciadas. Nuestras voces son un intento de ayudarnos como centro de investigación, como lugar de crecimiento y autocrítica frente a la sociedad local sancristobalense y más allá.

[1] Para el 2016 se encontró que en México hay 32% mujeres en la ciencia frente a un 68% de hombres. Mas información en UNESCO, Women in science http://www.uis.unesco.org/_LAYOUTS/UNESCO/women-in-science/index.html#!lang=es

 

Las mujeres y las niñas chiapanecas siguen viviendo en una profunda desigualdad

Por Sarai Miranda Juárez
Investigadora de El Colegio de La Frontera Sur (ECOSUR)

En el contexto de la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, vale la pena reflexionar sobre las condiciones sociales en las que se contextualiza la desigualdad de género en el estado de Chiapas.

Si bien, existe un consenso generalizado sobre la necesidad imperiosa de promover mejores oportunidades de trabajo y fomentar la participación de las mujeres en la vida pública, la desigualdad de género tiene una importante base estructural que frecuentemente está invisibilizada, las mujeres y las niñas sostienen la carga del trabajo no remunerado conocido como actividades de cuidado al interior de los hogares.

El trabajo no remunerado que realizan las mujeres y las niñas incluye tareas como cocinar, limpiar, cuidar de niños y ancianos, hacerse cargo de los enfermos, y en lugares con menor infraestructura la sobrecarga es marcada pues muchas mujeres deben recoger agua y leña para el consumo cotidiano en los hogares.

El último Censo de Población registra que para el año 2010 en el estado de Chiapas 12.8% de las viviendas con jefatura femenina tenían piso de tierra, condición que expone a los miembros de la familia, sobre todo a las niñas y los niños, a diversos problemas de salud; además 10.9% de las viviendas con jefatura femenina no disponían de drenaje. Asimismo, 19.6% de las viviendas cuya jefa es una mujer no contaban con disponibilidad de agua entubada.

El insuficiente acceso a servicios de infraestructura básica de drenaje, agua potable, así como ocupar viviendas con piso de tierra, representa para las mujeres y las niñas mayor carga en cuidados y por supuesto, mayor inversión de tiempo para atender a la población que padece enfermedades infecciosas y parasitarias. Otro dato importante es que 3.1% de las viviendas con jefatura femenina en la entidad no disponía de energía eléctrica.

Estos datos muestran que una proporción importante de mujeres en Chiapas realizan trabajo adicional para remplazar la falta de estos servicios, respecto al que se efectúa en otros hogares que sí cuenta con ellos. ¿Cuánto trabajo no remunerado se podría ahorrar a las niñas y las mujeres chiapanecas si tuvieran acceso a la dotación de estos servicios básicos?

La desigual distribución del trabajo reproductivo y de cuidados es el resultado de la naturalización que, en los albores del siglo XXI, sigue vigente respecto al papel de las mujeres asociado a la reproducción, la crianza, y los cuidados, actividades restringidas, esencialmente, al ámbito doméstico.

El trabajo reproductivo no remunerado es un impedimento para que las mujeres y las niñas tengan mayor presencia en el ámbito público, y ejerzan sus derechos a la educación, la salud, y al trabajo remunerado.

En Chiapas, para el año 2014, 18 de cada 100 mujeres de 15 años y más registró condición de analfabetismo, en contraste con 9.5% de los hombres en la misma condición.

El derecho de las niñas a la educación también se ve perjudicado. En algunos casos, se ven obligadas a dejar la escuela para ayudar con las tareas domésticas, el cuidado de otros niños más pequeños, de los ancianos y miembros enfermos de la familia. Para el año 2014, en Chiapas, 10.2% de las niñas y adolescentes en edad escolar (de 6 a 15 años) no asistía a la escuela, frente a 9.9% de los niños y adolescente de la misma edad. Estas disparidades se reflejan también en los años promedio de escolaridad de la población de 15 años y más, que para las mujeres fue de 6.6 años mientras que para los hombres de 7.6 años.

En este contexto de desigualdad, las niñas y la adolescentes ven acotadas sus opciones de lograr el acceso a la educación debido a que sus responsabilidades domésticas les restan más tiempo que a los varones para estudiar, para establecer redes y para realizar actividades extracurriculares. Esta situación funciona como una bola de nieve que acumula desigualdades, ya que con menos oportunidades educativas, las mujeres y las niñas tienen mayores dificultades para acceder a trabajos remunerados que les permitan escapar de la pobreza.

De igual modo, cuando las mujeres tienen acceso a un trabajo remunerado continúan siendo las principales responsables de las tareas de cuidado, es decir mantienen una “doble jornada laboral”, ya que una vez que terminan su jornada remunerada deben seguir con las tareas de cuidado en sus hogares.

En Chiapas la participación económica de las mujeres no ha aumentado, al contrario, pasó de 40.5% a 29.8% de 2000 a 2014, y este trabajo está lejos de tener las características de un empleo digno. En el año 2014, 91.5% de la población femenina chiapaneca que ocupó empleos subordinados y remunerados no tuvieron acceso a guarderías para el cuidado de los miembros más pequeños del hogar.

El trabajo remunerado de las mujeres de Chiapas registró un promedio de 38.5 horas a la semana, siendo inferior al promedio de los hombres que registran 44.4 horas a la semana con remuneración (2014).

En contraparte, las mujeres chiapanecas dedicaron en promedio 49.2 horas a la semana al trabajo no remunerado, mientras que los hombres registraron 16.3 horas semanales (2014).

La disparidad en la carga de trabajo de cuidado también restringe las oportunidades de las mujeres para ascender profesionalmente e incrementa las probabilidades de que ocupen trabajos precarios e informales. En la entidad, el porcentaje de las mujeres ocupadas en el sector informal en 2014 fue de 28.6 en contraste con 20.1 de los hombres.

Estos datos ponen de manifiesto que las mujeres tienen una mayor carga de trabajo en los procesos de cuidado y mantenimiento de la población, y que las políticas públicas destinadas a mejorar las condiciones sociales de las mujeres no han sido suficientes.

Lo paradójico en este modelo patriarcal de sociedad, en el que las mujeres dedican mucho más tiempo a cuidar, limpiar y alimentar a la gente, es que tienen como contraparte altos niveles de violencia y maltrato. Para 2011, 45.3% de las mujeres chiapanecas de 15 años y más reportaron que sufrieron algún tipo de violencia por parte de su pareja. Además del 2011 al 2015, la tasa de defunciones femeninas con presunción de homicidio en Chiapas aumentó de 2.3 a 2.5 y las tasa de violaciones fue de 32.2 para 2015.

No cabe duda que este 8 de marzo, las mujeres y las niñas chiapanecas siguen viviendo en una profunda desigualdad.

Más información:
Saraí Miranda Juárez
Tel. (967) 6749000 ext. 1521

Fuentes consultadas:

INEGI XII Censo General de Población y Vivienda 2000.

INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2014.

INEGI, Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares, 2014.

INEGI, Estadísticas de Mortalidad, 2015.

INEGI, Encuesta Nacional sobre la Dinámica de Relaciones en los Hogares, 2011.

Foto: Enrique Coraza de los Santos