Hacinados en barracas sin servicios de higiene, salubridad, alimentación precaria, míseros salarios e intensas jornadas de trabajo, más de 80 mil jornaleros agrícolas migrantes centroamericanos y nacionales sobreviven en los ingenios de azúcar de México, donde la marginación, discriminación y exclusión social prevalecen durante décadas bajo la indiferencia oficial.
Los 52 ingenios que hay en el país, en el periodo de zafra –de noviembre a junio– emplean en conjunto a 80 mil trabajadores agrícolas, de los cuales 12 mil laboran en siete ingenios de Chiapas, Campeche, Tabasco y Quintana Roo, entre mexicanos y centroamericanos que viven en las regiones cañeras.
En los campamentos de los ingenios de La Joya, en Champotón, Campeche; San Rafael de Pucté, en Quintana Roo; Azuremex, en Tenosique, Tabasco; y el ingenio de Huixtla, en Chiapas, los migrantes se hacinan en barracas donde son patentes el alcoholismo (generalizado durante los días de pago), adicciones a drogas (desde marihuana hasta sustancias químicas), tabaquismo en jóvenes, automedicación, desnutrición, maltrato infantil, violencia intrafamiliar y la prostitución.
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