El Dr. Héctor Javier Sánchez se especializa en salud pública y metodología de investigación y posee una maestría en epidemiología. Es investigador sénior en el Departamento de Sociedad, Cultura y Salud en El Colegio de la Frontera Sur, México. El Colegio es una institución pública de investigación que se concentra en temas ambientales, económicos y sociales relacionados con un futuro sostenible para el área fronteriza del sur de México, y pertenece al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). En el estado de Chiapas, la región más pobre del país y hogar de muchos pueblos indígenas, el Dr. Sánchez ha llevado a cabo estudios sobre tuberculosis, pobreza y salud, violencia doméstica, derechos humanos, salud maternoinfantil y el efecto de los agroquímicos en la salud humana.

Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 2000, pertenece al Grupo de Investigación en Salud para África y América Latina (GRAAL) y es secretario técnico del Comité de Ética del Foro Latinoamericano de Investigación en Salud (FLACEIS). MEDICC Review entrevistó al Dr. Sánchez por correo electrónico sobre COVID-19 y su impacto en Chiapas, las poblaciones indígenas y el sistema de salud de México.

Revisión de MEDICC: ¿Qué desafíos estructurales y de salud enfrentan las poblaciones indígenas, en Chiapas, donde trabaja y en otros lugares, durante la pandemia actual?

Héctor Javier Sánchez: Se deben considerar varios aspectos fundamentales al analizar la salud y las economías de las poblaciones indígenas. Primero, los pueblos indígenas a menudo viven en condiciones de extrema pobreza. En segundo lugar, las poblaciones nativas, que se encuentran entre los sectores más pobres y marginados de la sociedad, tienen dificultades notables para acceder y navegar el sistema de salud pública. Y tercero, Chiapas, que comparte más de 600 kilómetros de frontera sin control con Guatemala, es un sitio de tránsito para migrantes que viajan a los Estados Unidos. Recientemente, miles de migrantes que huyen de sus países han sido detenidos en centros de detención en esta región, instalaciones que abren la puerta a la transmisión de enfermedades infecciosas.

Es muy probable que la pandemia de COVID-19 tenga consecuencias adversas no solo en el sector de la salud, sino que también contribuirá a niveles más altos de pobreza entre las poblaciones indígenas. Esto, por supuesto, se debe a la violencia estructural bajo la cual estas poblaciones han sufrido durante generaciones.

Revisión de MEDICC: Los especialistas predicen una grave recesión económica como consecuencia de COVID-19. ¿Qué significaría una recesión para estas poblaciones indígenas en Chiapas? ¿Qué condiciones sociales y económicas enfrentan?

Héctor Javier Sánchez: Antes de la aparición de COVID-19, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) estimó que las economías de América Latina y el Caribe (ALC) enfrentarían un período de crecimiento mínimo, prediciendo solo 0.1% en 2019 y 1.3% en 2020. De hecho, toda la región de ALC, incluido México, ha mostrado seis años consecutivos de crecimiento lento. [1] Junto con este declive económico general, hubo un deterioro sostenido en la calidad del empleo: regionalmente, la mayor fuente de nuevos empleos se encuentra en el sector informal, caracterizado por ingresos bajos e inestables, condiciones sociales precarias y protecciones laborales débiles [2]. Dadas estas circunstancias, es necesario adoptar políticas que estimulen el crecimiento y reduzcan la desigualdad.

Chiapas es el estado mexicano con los niveles más altos de pobreza, 76.2%. [3] Mientras que el 10.1% de la población mexicana es indígena, [4] en Chiapas, al menos el 27% de los más de 5 millones de personas son indígenas y hablan lenguas indígenas (tseltal, tsotsil, chol, zoque, tojolabal y lacandón, entre otros); El 14% de ellos son monolingües y no hablan español. [5] Las condiciones económicas, educativas y de salud son peores en las poblaciones indígenas que en las no indígenas: las tasas de analfabetismo son más altas (17.8% vs. 5.5%), los años promedio de educación son más bajos (3.7 años vs. 9.4 años), las tasas de pobreza extrema son más altas (31.8% vs. 7.1%), la falta de seguridad social es más alta (79.4% vs. 56%) y, por lo tanto, la falta de ingresos es suficiente para garantizar la nutrición básica (44% vs. 18%). [4]

Revisión de MEDICC: ¿Puede hablar un poco sobre la atención médica para los pueblos indígenas en México?

Héctor Javier Sánchez: Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), los pueblos indígenas en México sufren de denegación de servicios; provisión inadecuada de servicios de salud pública, incluyendo negligencia médica, discriminación, anticoncepción forzada, escasez de medicamentos, violaciones de confidencialidad, mantenimiento de registros irregulares y falta de información sobre el estado de salud del paciente; así como infraestructura insuficiente para brindar atención médica. [6] Además, las condiciones bajo las cuales se brindan estos servicios son aún más precarias. La OPS / OMS recomienda una inversión mínima en salud equivalente al 6% del PIB. En 2018, México apenas asignó 2.81%. [7]

Además, en México, los gastos de bolsillo como porcentaje del gasto total en atención médica son muy altos, superiores al 40%. En otros países de la región, como Cuba y Uruguay, esto es solo 10.3% y 17.4%, respectivamente. [8] Este es un indicador importante porque la gran mayoría de las poblaciones indígenas tienen altos costos indirectos de atención médica (transporte, alojamiento, alimentos, medicamentos) cuando reciben atención en centros urbanos debido a la escasez de servicios en sus comunidades.

Revisión de MEDICC: Claramente, estos factores no son un buen augurio para la salud de las comunidades indígenas más allá de la pandemia …

… Otros problemas de salud de los pueblos indígenas en México podrían exacerbarse durante la etapa crítica de la pandemia

Héctor Javier Sánchez: Si no hay más recursos de salud disponibles, otros problemas de salud podrían exacerbarse durante la etapa crítica de la pandemia y más allá, que incluyen:

  1. Un aumento en las tasas de enfermedades infecciosas como tuberculosis, VIH / SIDA, otras infecciones respiratorias y enfermedades prevenibles por vacunación (como la tos ferina en los niños). Este aumento no se abordaría adecuadamente si hay una escasez de recursos de salud, incluidas unidades de salud bien equipadas, personal capacitado y suministros de medicamentos y vacunas necesarios.
  2. Aumento de la mortalidad materna. Chiapas tiene la mayor mortalidad materna de cualquier estado en nuestro país. Según las cifras del Observatorio de Mortalidad Materna en México, más de la mitad de las muertes por mortalidad materna ocurren entre mujeres indígenas, a pesar de que representan menos del 28% de la población femenina [9].
  3. Aumento de los trastornos nutricionales, tanto por deficiencia (principalmente desnutrición crónica infantil) como por sobrepeso / obesidad. A su vez, estas tres condiciones están fuertemente vinculadas a la diabetes mellitus.
  4. Aumento de los trastornos mentales y sociales que incluyen miedo, estrés postraumático, ideación suicida (y suicidios) y violencia social. Estas condiciones pueden verse exacerbadas por la recesión (o depresión) que se espera que siga a la pandemia, y pueden conducir a niveles más altos de pobreza, inseguridad y malestar social.

Además de estas preocupaciones, los aspectos que merecen especial atención en las áreas indígenas incluyen la violencia contra las mujeres, que van desde el abuso físico y psicológico hasta el feminicidio; condiciones de vida de los migrantes que regresan a sus comunidades; estado de salud de los encarcelados; y responsabilidad por el uso de los recursos de salud.

Revisión de MEDICC: Dadas estas circunstancias, ¿cómo avanza México hacia una atención médica universal que satisfaga las necesidades de las poblaciones indígenas de Chiapas y de otros lugares?

Héctor Javier Sánchez: Primero, la salud debe ser reconocida como el derecho humano que es. La visión capitalista de la salud como mercancía tiene que ser descartada, el paradigma donde la relación médico-paciente es una relación proveedor-cliente. En estas circunstancias, la salud colectiva se ve de manera despectiva, y se le da importancia solo a las especialidades clínicas. Los médicos que eligen ser epidemiólogos, profesionales de atención primaria de la salud o especialistas en salud pública son vistos peyorativamente, como practicantes de especialidades “inferiores”. Esta visión debe cambiar drásticamente para reconocer el valor total de especialidades como medicina familiar, salud pública, salud comunitaria y epidemiología.

¿Quién se opondría a la atención de salud para todos, la salud universal? Creo que la gran mayoría de las personas lo favorecería, pero no se desglosará en “paquetes básicos”, sino en una atención de salud verdaderamente integral, considerando y satisfaciendo las necesidades de las diferentes poblaciones. Tres aspectos principales se destacan a este respecto:

  1. El financiamiento debe garantizar un presupuesto suficiente para la organización, operación, supervisión y responsabilidad de los servicios de salud, y debe proporcionarse a través de impuestos generales o de ventas.
  2. Un mayor número de intervenciones relacionadas con una gama más amplia de enfermedades debe cubrirse universalmente. El gobierno anterior trató de implementar la universalidad de los servicios de salud, pero solo para un número limitado de condiciones e intervenciones enumeradas en el llamado programa de ‘Seguro Popular’ (creado en 2003; disuelto en 2020 y reemplazado por el Instituto de Salud y Bienestar) ser, INSABI). El seguro popular funcionaba como seguro de salud pública para la parte de la población que no participa en la seguridad social. Las personas debían contratar un seguro privado ‘complementario’ para afecciones no cubiertas por este programa, como la enfermedad renal crónica. De hecho, como resultado, la carga de la mayoría de las enfermedades pasó del gobierno a la población misma, y ​​la atención dependía de la capacidad de cada persona para pagar los servicios privados. El sector privado,
  3. Por lo tanto, como población todavía debemos movilizarnos para exigir una verdadera salud universal con una cobertura integral, no parcial. Y también debemos seguir luchando para mejorar los determinantes sociales de la salud. COVID-19 plantea la pregunta: ¿cómo procedemos después de la pandemia? Si la población no asume una postura de colaboración basada en la solidaridad y la colectividad, nos quedaremos atrapados con la visión impuesta hasta ahora. No olvidemos que inmovilizar los movimientos sociales podría ser un daño colateral de las medidas tomadas para detener la epidemia, como el distanciamiento físico y social. Por lo tanto, la coordinación entre y dentro de las comunidades, además de movilizar movimientos sociales, será muy importante para definir los cambios que dan forma al sector de la salud y para satisfacer las necesidades no satisfechas de los pueblos indígenas, ya sea en Chiapas o en otros lugares de México.

Revisión de MEDICC: ¿Hay ejemplos de este tipo de colaboración durante la pandemia?

Héctor Javier Sánchez: En Los Altos de Chiapas, una región indígena donde existe una mayor coordinación comunitaria y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional todavía tiene influencia, varias comunidades pusieron en cuarentena a los migrantes que regresaron y suspendieron el transporte público a algunas áreas para evitar una posible transmisión. Esta región carece de información en lenguas indígenas, tiene servicios de salud insuficientes y pocos protocolos basados ​​en un enfoque intercultural que brinde protección y atención médica a la población.

Con respecto a la movilización social, la creación de observatorios sociales como los dedicados a la muerte materna, el VIH y la tuberculosis pueden servir como mecanismos de presión para proteger al sector de la salud contra las ‘medidas de ajuste’ del gobierno o los recortes presupuestarios. También pueden proporcionar orientación sobre la asignación de recursos para garantizar servicios básicos de salud y aquellos relacionados con nuevos brotes de COVID-19 (u otras epidemias). Además, pueden proporcionar vigilancia de enfermedades y servir como una fuente de responsabilidad para la sociedad.

La responsabilidad del gobierno no se puede reducir a paquetes mínimos de servicios de salud, especialmente para las poblaciones más vulnerables, como los pueblos indígenas.

Estructuralmente, se deben promover e implementar reformas constitucionales y las leyes correspondientes que garanticen el derecho a la salud. La responsabilidad del gobierno no puede reducirse a paquetes mínimos de servicios de salud, [11] especialmente para las poblaciones más vulnerables, como los pueblos indígenas.

Revisión de MEDICC: ¿Cómo podría la pandemia afectar las desigualdades de salud en el futuro, especialmente para las poblaciones vulnerables?

Héctor Javier Sánchez: COVID-19 ha desplazado todas las demás enfermedades del centro de atención y reveló la pobre preparación de los gobiernos para enfrentar un nuevo agente infeccioso. Además, la pandemia puso al descubierto los problemas sociales, de salud, psicológicos, políticos y económicos que asolan el planeta. A nivel de salud, expuso la frágil infraestructura de hospitales y laboratorios, y la escasez de equipos y recursos humanos adecuadamente preparados y protegidos. También expuso la falta de políticas intersectoriales necesarias para enfrentar tal pandemia.

En Chiapas, como en otras regiones, COVID-19 está monopolizando recursos de todo tipo, dejando otros problemas de salud sin la debida cobertura, descuidados. Cuando la curva COVID-19 se aplana, dejará una imagen más clara del estado de estas enfermedades olvidadas, como la tuberculosis. Incluso antes de la pandemia, la TB estaba subdiagnosticada, tenía altas tasas de abandono para el tratamiento en áreas de marginación socioeconómica y casos resistentes a múltiples fármacos ampliamente documentados, lo que resulta en altos niveles de mortalidad. Esto es particularmente cierto para áreas desfavorecidas como Chiapas y otras regiones con grandes poblaciones indígenas, caracterizadas por bajos índices de desarrollo humano. [12-14]

Asimismo, hay varias enfermedades que afectan especialmente a las áreas indígenas y rurales, y que han sido mal atendidas por los servicios de salud. Estos incluyen el dengue, la enfermedad de Chagas, el zika y el chikungunya; aunque el alcance de la prevalencia de chikungunya en el área sigue siendo incierto.

Esta situación ilustra los desafíos que enfrentan Chiapas y otras regiones con las condiciones gemelas de alta marginación socioeconómica y exclusión social. En resumen, COVID-19 tendrá un impacto negativo mucho mayor si no se toman medidas que refuercen el acceso universal y la calidad de los servicios de salud y aborden los determinantes sociales de la salud.